London Memories
  Memorias de un romántico en la capital londinense
 
    
  
   MEMORIAS DE UN ROMÁNTICO EN LA CAPITAL LONDINENSE
   
                             JESÚS FRAGA CID
                                                                                                                     
                           


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 © 1ª Edición: mayo del 2007
 
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BIOGRAFÍA

Jesús Fraga Cid es un escritor novel nacido en el municipio de Allariz, provincia de Ourense, el día 12 de febrero del año 1977. Desde los primeros años de su infancia sentiría una especial afinidad y vocación por el idioma inglés y todo lo relacionado con la cultura anglosajona y estadounidense, empezando el estudio del mencionado idioma a través de algún cómic, cintas de casete, fascículos y revistas. Después de unos años de titubeo en los estudios durante su adolescencia, acabaría consiguiendo el título de Técnico Especialista en Administrativo en un instituto ourensano y el de Diplomado en Relaciones Laborales por la Facultad de Ciencias Jurídicas y del Trabajo de la Universidad de Vigo. Fruto de su creciente interés por lectura, es una persona iniciada en el estudio de la antropología de la religión, la filosofía y las religiones comparadas, y ampliamente formada en el estudio de la Sindonología, Tanatología y Parapsicología. También posee unos conocimientos a nivel iniciático en astrofísica o Nueva Física, Psicología Transpesonal, Neuroteología y Neurología Cuántica. Es autor de la obra “Dios, ciencia y lacras sociales” –Una mirada humana, ética y espiritual a los grandes interrogantes sobre la naturaleza humana- (ensayo multidiciscplinar). Por otra parte, es importante mencionar que a raíz del testimonio sobre una asombrosa y fascinante Experiencia Cercana a la Muerte (ECM) vivida por un pariente suyo tras sufrir un infarto cerebral, empezaría una larga y apasionante investigación periodística de más de 8 años de duración sobre la eterna y más primordial cuestión de la condición humana, apoyándose documentalmente a través de la lectura de libros, artículos de Internet y documentos videográficos sobre las ramas de la parapsicología y la tanatología. Esta larga y apasionante investigación le llevo a la publicación de una segunda obra: “Un puente entre ciencia y espiritualidad” –Análisis científico en torno a la experiencias cercanas a la muerte (ECM)- (ensayo). Completaría su formación cultural realizando un proyecto de investigación sobre la Santa Síndone de Turín durante 3 años por su cuenta, documentándose a través del análisis, contraste y verificación de información obtenida en 25 páginas web de Internet aproximadamente, 6 programas audiovisuales, 5 programas radiofónicos, 4 libros, 28 diapositivas y varios artículos extensos redactados por él mismo sobre esta incomparable y crucial reliquia. Profesionalmente hablando, realizaría prácticas de empresa en una entidad bancaria y en una compañía de seguros y se emplearía temporalmente en el sector de la hostelería, en una empresa forestal, de publicidad, en una inmobiliaria y en una compañía de realización de encuestas. Finalmente, a la edad de 25 años tomaría la firme y valiente decisión de emigrar de manera temporal de Galicia para establecer contacto directo con la capital del Reino Unido y de este modo conocer en primera persona su cultura, lengua y costumbres. A raíz de su estancia en la capital británica escribió y publicó su tercer y último libro “Memorias de un romántico en la capital londinense” (biografía-ensayo) en el que narra desde un punto de vista didáctico y biográfico sus vivencias en dicha ciudad. Jesús Fraga finalizó un “Máster Oficial en Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología” por la Universidad de Salamanca (Itinerario curricular escogido: Comunicación de la Ciencia y la Tecnología). Jesús tiene una web en Internet en donde se puede leer todos sus artículos y libros. 




DEDICATORIAS


Quisiera dedicar este libro a toda esa gente que conozco, que me ha apoyado incondicionalmente en el importante reto de vivir en una de las ciudades más importantes y prestigiosas del mundo, como es Londres. Además, quiero agradecer el apoyo recibido por parte de dicha gente en mi meditada y enérgica decisión de emprender el proyecto de escribir un libro que narrase mis experiencias vividas en dicha ciudad. En particular, quiero dedicar esta obra a mi compañero canadiense José Pérez, Rubén Conde, Carlos Alonso, David Pérez, Javier Santos, Miguel Calvo, Pablo Calvo, Abraham Herrero, Alves, Leanne Rivera, Victoria Cabrera, Diana Prieto, Sandra Vázquez, a mis amigas londinenses Sandra y Vanesa Fernández y, finalmente, a Marie Claire Pilkering. Por supuesto, no puedo olvidarme en mis dedicatorias de mi familia (especialmente de mi madre Pura, de mis hermanos Emilio, Rosa y José Antonio y de mi cuñado Benjamín), a pesar del tímido apoyo recibido por parte de ella, y principalmente de mis colegas Miguel y Jorge Barbosa, quienes me han permitido la publicación de algunas de sus fotos en este interesante e inédito libro.  Espero y deseo que esta obra literaria colme las expectativas depositadas en mí por toda esa buena gente que finalmente me ha respaldado.


PRÓLOGO
 
Como escritor novel propiamente reconocido, el cual hasta ahora he escrito una serie de artículos sobre temas de interés y preocupación actual, no he querido dejar pasar la importante e interesante oportunidad de plasmar en este libro todas las experiencias, anécdotas y paradojas que he experimentado en mi propia carne durante mi estancia larga, relativamente hablando, de 7 meses en una de las capitales más fascinantes, cosmopolitas y multiculturales del mundo: Londres. Esta ciudad, capital británica y de Irlanda del Norte (Reino Unido), ha sido para mí desde mi infancia, reforzado en gran parte por mi pasión y afinidad hacia la cultura anglosajona y «yanqui», mi objeto de deseo (Nueva York es otra ciudad que desearía conocer). Debo decir que en mi opinión mi estancia en Londres fue positiva, aunque no del todo, ya que en toda experiencia humana siempre hay un lado positivo y un lado negativo, y en el que uno necesariamente tiene que quedarse con lo positivo, y aprender y analizar meticulosamente los aspectos negativos para que nos valgan de lección de cara al futuro. De todas maneras, sea cual fuese la valoración final real de mi experiencia en Londres, e independientemente de que sea positiva o negativa en términos globales, debo decir que el mero hecho de vivir en Londres por ser, objetivamente hablando, una de las tres ciudades más importantes, prestigiosas e influyentes del mundo, bien se merece escribirle un libro, al igual que hicieron muchos escritores y artistas consagrados con mucho talento y renombre internacional. Yo, a través de mi humildad, inexperiencia y sencillez, intentaré afanosamente hacerme un pequeño hueco en el mundo de los artistas que han escrito alguna vez una historia que mereciese realmente la pena contar y plasmarla en un libro.
Considero que escribir este libro es un proyecto ambicioso y el hecho de hacerlo se ajusta mucho a mi carácter como persona emprendedora, soñadora e impulsiva. Sin embargo, las tres razones determinantes que motivaron el que decidiera emprender este proyecto literario son: primero, porque escribir un libro es un reto importante y a mí me gustan los retos importantes; segundo, mi afición al periodismo me llevó a escribir varios artículos relacionados con temas de actualidad, consiguiendo publicar algunos de ellos, por lo que consideré que eses artículos eran mis «primeros pinitos» que me servirían como ensayo general para después escribir este libro, ya que al hacerlo, me reconocerían como escritor, o lo que es lo mismo, como artista; la tercera razón es sentirme autorrealizado al ver que cumplo el sueño de escribir un libro que trata sobre una etapa inédita de mi vida en Londres, y al mismo tiempo que exploto una de mis mayores potencialidades ocultas: la escritura. Estas eran las tres razones fundamentales y decisivas que han propiciado emprender esta «singladura», que espero que llegue a buen puerto.
Continuando este prólogo, debo mencionar que dos de las finalidades principales al escribir este libro son: en primer lugar, para que le sirva al lector de guía o carta de navegación por la gran metrópoli londinense y, de este modo, sepa qué es lo que se va a encontrar, por si alguna vez se decide a emprender un viaje a esta ciudad; y en segundo lugar, para que conozca las ventajas o privilegios que tiene el disfrutar de una ciudad eminentemente capitalista, en parte conservadora y al mismo tiempo dinámica, arraigada en sus tradiciones, fastuosa y monumental en palacios, parques, museos, teatros, avenidas, catedrales y un sin fin de lugares realmente interesantes y cautivadores. A pesar de que también tiene aspectos negativos, como lo excesivamente caro que está la vida allí o el irritable clima, mi conclusión final es que merece la pena visitarla, aunque sólo sea por un par de días, porque una vez que te «sumerges» allí, casi nada te dejará indiferente. Al fin y al cabo, eso es lo más importante.
Para finalizar mi primer prólogo como escritor, es oportuno que señale que esta obra tiene la ventaja de reunir al menos tres componentes: un primer componente claramente narrativo y autobiográfico en el que, como autor, relato mis experiencias y vivencias personales en la capital inglesa; un segundo componente, claramente también, de tipo didáctico o divulgativo, al escribir sobre Londres como ciudad; y finalmente, un componente de tipo científico, al escribir a título personal un largo comentario sobre el objeto de cultura más sorprendente e insigne de la historia de la civilización occidental: la Santa Síndone de Turín.
 
 
1ª PARTE
MI SITUACIÓN PERSONAL Y PROFESIONAL EN LA CIUDAD LONDINENSE
 
1º MI PRIMER CONTACTO CON LA CAPITAL DEL TÁMESIS
 
Mi primer contacto con la capital del Reino Unido se produjo el 22 de octubre del año 2002, partiendo el día anterior de mi aldea natal, Vilaboa, situada en el municipio de Allariz (Ourense) con destino a Londres, debiendo coger el tren de RENFE a medianoche en Ourense, para que me llevase hasta la estación de tren y metro de Chamartín, Madrid. Una vez allí, debería usar el metro para llegar hasta Nuevos Ministerios, cambiando en esta estación de línea para que de esta manera pudiese llegar al aeropuerto de Madrid-Barajas. En el propio aeropuerto, debería de embarcar en avión de la compañía AirEuropa con destino al aeropuerto de Gatwick (Londres). El precio del billete de avión se elevó tan sólo a 120 euros, ida y vuelta, tasas incluidas, gracias a la oferta del tijeretazo que valía a mitad de precio (la gestión la hice por medio de la agencia “Halcón Viajes”).
La verdad es que tenía muy claras las instrucciones a seguir desde mi partida de Galicia hasta mi llegada a Londres, aunque con ello no pretendo insinuar que en la práctica sea sencillo y fácil seguirlas, ni mucho menos, ya que hay que tener en cuenta que para llegar a mi lugar de destino, deberían darse todo un cúmulo de circunstancias a mi favor. Circunstancias, como, por ejemplo, no bajarse en una estación equivocada durante mi trayecto en tren hasta Madrid, espabilarme a la hora de coger el metro y hacer el cambio de línea para poder llegar con tiempo al aeropuerto, ya en el mismo aeropuerto debería buscar mi terminal y puerta de embarque. Esto último era algo complicado para mí, porque no tenía ninguna experiencia a la hora de viajar en avión. Eso en España, pero en Inglaterra los obstáculos eran más grandes, ya que debía tener los ojos muy abiertos para que no me robasen o perdiese alguna mochila, el dinero o la documentación, y poder llegar antes del cierre de la agencia Euroagency, la cual me asignaría mi nueva residencia. Ello también me había preocupado bastante antes de mi partida, ya que no tenía mucho tiempo de margen para llegar a dicha agencia antes de su cierre una vez que pisase tierras inglesas, planteándome seriamente la alternativa de dormir en un hotel en caso de que llegase tarde, con el serio inconveniente de tener que cargar con las mochilas por las calles de Londres, deambulando sin un rumbo fijo. Por eso, quiero hacer hincapié que esas responsabilidades y obligaciones no son tan sencillas como a simple vista parecen, y que muchas veces hay que ponerse en lugar de esa persona para comprender lo que realmente supone. Hay que tener en cuenta, además, que yo pertenezco a un pequeño municipio que no supera los 7.000 habitantes y que mi meta era llegar a Londres, la ciudad más cara, con mayor nivel de vida y más poblada de Europa, con más de 10 millones de habitantes, suponiendo, sin ningún género de dudas, un salto cualitativo muy importante, por no decir abismal.
Prosiguiendo mi relato, debo mencionar algo relevante y es que las instrucciones que debería seguir al pie de la letra sin ninguna equivocación en tierras británicas, las recibí de una agencia española con la que contraté, con domicilio social en Madrid llamada Angloschola, para que me ayudara y tramitara la búsqueda de un alojamiento y un trabajo (más bien tenía las entrevistas de trabajo concertadas). Éste era el mejor modo de tener cubierto mis espaldas para prevenir cualquier tipo de imprevistos, puesto que yo no quería de ninguna manera viajar a un país con una cultura y costumbres totalmente diferentes a la española, siendo la primera vez que viajaba al extranjero, sin saber lo que me iba a deparar el destino allí. Esta decisión inteligente de contratar a una agencia me ahorraría muchos problemas, preocupaciones e incertidumbres. Gracias a ello me sentiría mucho más seguro, respaldado y confiado en mis planes y objetivos una vez en la gran urbe. Los gastos de gestión de búsqueda de trabajo y alojamiento ascendieron a 400 euros, de los cuales la mitad eran de previo pago, y el resto una vez que llegase y me asignase la otra agencia, citada anteriormente (Euroagency), el alojamiento en Londres.
Llego a la capital londinense al mediodía con un tiempo horroroso. Desde el aeropuerto tuve que coger el tren regional Gatwick Express, cuyo precio ascendió, a £10 hasta Victoria Station, y una vez allí cogí el autobús hasta la mítica plazoleta de Piccadilly Circus. Me bajé del autobús en Piccadilly y miré el mapa que me había enviado la agencia para poder localizar la calle Haymarket, en la cual se encontraba la otra agencia, Euroagency, adscrita a la primera agencia con la que me había puesto en contacto, que en este caso era Angloschola. Esta agencia de Londres, Euroagency, «reclutaba» a gente de todas las nacionalidades que querían vivir y trabajar en esa ciudad, y les facilitaba alojamiento y entrevistas de trabajo. Recuerdo que sentía durante el trayecto hasta la capital británica el fuerte cansancio acumulado de dos días casi sin dormir nada por el miedo y la incertidumbre a lo que me depararía el futuro allí, analizando las ventajas e inconvenientes sobre la conveniencia o no de mi decidido y valiente viaje. Un viaje que me planteaba todo tipo de preocupaciones, entre ellas estaba el riesgo de que las cosas no me ocurriesen de la manera a como las tenía planeado, teniendo que sortear todo tipo de dificultades y escollos, sin tener a ningún familiar o conocido en caso de extrema necesidad. Quiero aprovechar para señalar que traté que mi viaje fuese lo menos parecido a una aventura, razón por la que contraté una agencia. Ya estaba en Londres y ya no había modo alguno de dar marcha atrás. Sólo deseaba que Dios me diese salud y suerte, porque las iba a necesitar de verdad.
Debo decir que me impactó bruscamente el radical cambio de ambiente, al ver por las calles una marea impresionante de gente apresurada, andando a un ritmo verdaderamente frenético, gente de lo más variopinta... Nunca había vista nada igual. Parecía un enjambre humano de todas las razas, creencias, lenguas… La verdad es que yo en el fondo, a pesar del cansancio, sentía una profunda satisfacción de haber llegado a Londres, y me sentía muy motivado e ilusionado de explorar ese nuevo mundo, con la esperanza de conseguir aquello que tenía tan minuciosamente programado antes de mi partida al Reino Unido.
Después de tener varias dificultades para encontrar la calle y el portal de la agencia Euroagency, conseguí felizmente encontrarla. Me atendió un chico italiano muy cortésmente en una oficina y me dio un mapa para poder localizar el nuevo alojamiento temporal, momento después en el que le entrego el dinero pendiente de pago. Salí de la agencia dispuesto a llegar lo más pronto posible a mi nuevo hogar, siguiendo las nuevas instrucciones que me entregaron. Después de esperar unos minutos impacientemente en la parada, conseguí acceder a un autobús y me dirigí a mi nueva residencia situada en el distrito de Camberwell Green, zona 2 de Londres (más adelante os hablaré de las zonas en que se divide la ciudad). Durante el camino mi vista se recreó, para mi deleite y un tanto emocionado e impresionado, en los maravillosos paisajes, en los monumentos de la ciudad y en las viviendas de estilo victoriano y georgiano.
A la zona de Camberwell, un lugar, por cierto, donde prodigaba la gente de color, de clase más bien obrera, llegué con impaciencia y cansancio. Después de soportar el incompasivo calor y fatiga, provocado en gran parte por el fuerte peso que tenía que aguantar por culpa de las mochilas, conseguí finalmente encontrar la residencia. Se llamaba Brooke Hall, pero no era tan bonito y agradable si nos guiamos por su nombre (aquello más bien parecía «shit hall»). Era como si antiguamente fuera una cárcel, un lugar sin duda hostil en cuanto a las condiciones de sus instalaciones. Si hay algo que no llegué a comprender, era pagar tanto dinero a la agencia por la búsqueda de alojamiento, y aparte cada semana por hospedaje (eran £60 para una habitación compartida con 2 personas más, es decir, el equivalente a 90€), para que después me asignen un lugar inhabitable, como era mi residencia. Aunque debo reconocer que contraté una de las agencias más baratas que había y que existían otras agencias mejores, algo más caras, pero que probablemente me darían la opción de tener mejor alojamiento y puestos de trabajo (mi agencia en general concertaba entrevistas para el sector de la hostelería). Debido a que no tenía un margen de liquidez suficiente como para contratar a una buena agencia, decidí finalmente contratar una más barata y asequible a mi bolsillo. Al final, el resultado no fue lo que yo esperaba en ciertos aspectos, como fue en este caso el tipo de residencia que me fue asignada (yo quería convivir en una casa con una familia de habla inglesa para aprender mejor el idioma inglés). Por eso mismo, a veces es bueno hacer algo de autocrítica para rectificar y aprender de los errores cometidos, a la vez que nos sirvan de lección para el futuro.
Prosiguiendo mi narrativa, debo decir que recuerdo como aquella primera noche nada más ver el baño, la cocina y mi habitación de la residencia, con la que tenía que compartir con otra gente, en su mayoría de nacionalidad francesa, sufrí el primero de los variados «bajones» de ánimo. Me hice muchas preguntas a mí mismo, como, por ejemplo, por qué estoy aquí, por qué no he dado prioridad en finalizar mis estudios, si mi familia estará muy preocupada, si me adaptaré a la ciudad y a la residencia, si aguantaré en el trabajo… Este último pensamiento era bastante persistente, porque para mí no sólo se trataba de haber llegado a la ciudad, que ya era mucho, sino que debía mantenerme en ella y dejar el listón bien alto.
Fueron de todo tipo las sensaciones y preocupaciones que surgían en mi mente confusa esa primera noche. Confusión agravada por el mero hecho de no haber descansado bien en los días precedentes. Pero, de entre todos esos sentimientos y preocupaciones, debo resaltar la extraña sensación de «vértigo» que corría por mis venas, al ser consciente de que me encontraba muy lejos de mi hogar natal, en una ciudad enormemente poblada, solo, sin nadie conocido a quien recurrir en caso de extrema necesidad. Sin embargo, afortunadamente, todas esas latentes dudas y preocupaciones que irrumpían de golpe en mi mente durante los primeros días de mi estancia en la ciudad, se fueron desvaneciendo como absurdas burbujas en el flujo del cambio con el paso del tiempo.
Al día siguiente de mi llegada a Londres tenía que acudir a la oficina de empleo English Free Job, adscrita a la agencia Euroagency,para que me facilitasen entrevistas de trabajo. Allí dentro había varios «despachos» ocupados por diferentes coordinadoras de tres nacionalidades (francesa, italiana y española) para atender, según corresponda su nacionalidad, a los distintos demandantes de empleo. A mí me correspondía lógicamente la coordinadora española, que era curiosamente gallega, aunque de origen parisina. Con esta coordinadora he tenido una bonita y estrecha amistad, reforzada en parte por ser de la misma tierra y residir en Londres en la misma residencia que la mía. La coordinadora, llamada Anabel, me facilitó una entrevista para «porter» (portero) en un hotel situado en la zona 3. Me dio un mapa de metro para poder localizar el trabajo. Así que me apresuré, y esa misma tarde fui a la entrevista, con el deseo de poder conseguir el trabajo en mi primera oportunidad, pudiendo hacer uso de la expresión «llegar y besar el santo». Me acuerdo que me había perdido al tratar de encontrar el dichoso hotel. Gracias a la generosidad e interés de un ciudadano británico conseguí llegar al punto de destino. Quisiera aprovechar el momento para romper una lanza a favor de los británicos, alegando que el estereotipo que se les impone a ellos como gente de carácter arrogante, egocéntrica y fría no se ajusta por completo a la realidad. Personalmente, el trato que he recibido por parte de los británicos, tanto en los trabajos que desempeñé como la gente que conocí en la calle, ha sido del todo exquisito y no tengo casi nada que reprocharles. Bien es cierto que también ayuda el que yo respete y sienta afinidad y admiración por su cultura, sus tradiciones, sus instituciones reales, sus universidades, etc.
Llego al hotel con unos minutos de retraso y allí espero sentado en un sofá situado en recepción para tener la entrevista con el manager. Cuando llegó, mantuvimos una breve conversación en privado, hablando sobre mi experiencia laboral y para comprobar si yo tenía suficiente nivel de inglés para desempeñar el puesto de trabajo solicitado. Desgraciadamente, la entrevista resultó un verdadero fiasco, ya que requerían tener experiencia en hoteles y fluidez a la hora de entender y hablar el inglés (mi nivel de inglés es muy bueno en cuanto a la escritura y lectura, tengo muy buena pronunciación y, curiosamente, con cierto acento inglés, sin embargo, fallo bastante al hablarlo y entenderlo). Después de este frustrado intento de encontrar trabajo en mi primera entrevista, entendible hecho, ya que no siempre se consiguen las metas a las primeras de cambio, sino que frecuentemente se requiere mucho sacrificio, confianza y perseverancia para lograrlas, no decaí en mi búsqueda activa de un empleo. Así pues, tras sufrir un pequeño «bajón» anímico momentáneo, levanté los hombros y la cabeza, y traté de mirar el futuro con más optimismo, quitándole hierro al asunto y me mentalicé para intentar superar con éxito la siguiente entrevista laboral, que sería al día siguiente. El trabajo era en una factoría italiana llamada L`aquila, situada en Park Royal (zona 3), para ocupar el puesto de «packer», es decir, como peón de fábrica para empaquetar comida típica italiana, etiquetarla, embalarla, etc. Afortunadamente, logré superar la entrevista y me contrataron para empezar un lunes (la entrevista fue un jueves). Las condiciones de trabajo eran bastante asequibles, ya que tenía que trabajar de lunes a viernes (fines de semana libres, que ya era raro encontrarlo), desde las ocho y media de mañana hasta las cinco y media de la tarde, incluyendo una hora de «break» (descanso). En total tenía que trabajar unas 8 horas diarias, con un sueldo neto de £155 a la semana, que al cambio serian unos 225€, más vacaciones de Navidad pagadas. Es preciso mencionar que el gobierno británico descuenta un porcentaje sobre el salario bruto en concepto de tasas y seguro nacional –National Insurance– y que el propio contribuyente podrá reclamar su devolución, si corresponde, realizando una solicitud formal por medio del formulario P45. Yo, por supuesto, lo he hecho y me han devuelto íntegramente la cantidad aportada en concepto de tasas.
La verdad es que el sueldo que tenía en la fábrica era bastante inferior en comparación con el sueldo mensual bruto que por término medio tiene un ciudadano corriente en Londres, el cual es superior a los 3.000 euros. Sin embargo, debo reseñar que mi sueldo me llegaba lo suficiente como para autofinanciarme la estancia, ya que entre alojamiento, manutención, metro, etc., disponía de un margen de liquidez y ahorros suficientes como para vivir dignamente y permitirme, sin excesos, algunos caprichos.
Había conseguido mis tres mayores propósitos: llegar a Londres, tener un alojamiento y haber conseguido muy pronto un puesto de trabajo, sin tener que fundirme los ahorros que me daban para pagar la estancia de tres semanas como máximo. El recorrido que tenía que hacer todos los días laborables desde la residencia hasta la factoría era el siguiente: me levantaba a las 7 de la mañana, después de desayunar rápido salía a casi a todo correr hasta la parada del autobús situada en Camberwell New Road para coger el autobús que me llevaría hasta la estación de metro de Oval. Dentro de la misma estación, debía coger la línea Northern hasta Leicester Square, para después cambiarme a la Piccadilly Line, que me llevaría hasta Park Royal y después sólo tendría que andar 300 metros más o menos. En total me llevaría aproximadamente una hora y media hasta la fábrica, que ya no es poco tiempo, si tenemos en cuenta que sólo está en la zona 3 y que Londres tiene 6 zonas que abarcan un radio de 40 kilómetros, o lo que es lo mismo, la desproporcionada superficie de 1600 Km2. En cuanto al coste del metro, me resultaba caro si compraba tickets sueltos por día y de largo recorrido que incluyeran varias zonas del área metropolitana. Sin embargo, la manera más económica de usar el metro era comprando bonos semanales conocidos como «travelcard», que van desde la zona 1 hasta la 6. De hecho, yo usaba la 7 Day Travelcard para las zonas 2 y 3, ya que vivía en la zona 2 y trabajaba en la 3. El precio ascendía a £12.50 semanales, con el inconveniente de que no podía acceder a la zona más interesante y monumental de Londres, que es la zona 1. De todas maneras, los dos primeros meses de mi estancia en esta ciudad usaba incluso la zona 1. Las dos principales ventajas de viajar en metro eran su puntualidad y comodidad, aunque no compensaba por lo costoso que suponía utilizarlo, y por lo monótono y estresante que podía llegar a ser. Estresante por la asombrosa cantidad de gente que lo utiliza (The British Tourist Authority estima que diariamente lo utilizan unos 3 millones de habitantes) cada jornada laboral, o incluso no laboral, que provoca muchas colas, empujones y apretujones, tanto fuera como en el interior del propio tren, sobre todo en las horas punta del día. Por contra, la alternativa al estresante y costoso metro, sino me confundo el más caro de Europa, es comprando bonos semanales de autobús, cuyo precio asciende a ₤8.50, sirviendo por lo menos para las primeras 4 zonas de Londres, con la gran ventaja de que se puede contemplar todos los paisajes, plazas, monumentos, etc. y, en definitiva, conocer cómo funciona el corazón de la ciudad.
Sin irme por las ramas, volveré a lo que estaba comentando: mi trabajo en la factoría. Allí trabajé prácticamente durante 4 meses. He tenido muy buenos y buenas compañeras de trabajo. Conocí a gente de diferentes nacionalidades, como de la India, Indonesia, la antigua Yugoslavia, de Italia, Inglaterra, de Gales y cómo no, de España (más concretamente de Madrid y Valencia). Como es obvio, no desaproveché la oportunidad de mejorar mi nivel de inglés. De mi estancia en la factoría hay tres días que tengo un fuerte recuerdo.
El primero de ellos fue cuando nevó en todo Londres después de Navidades. La nevada había cubierto casi toda la carretera de un espeso manto de nieve, por lo que resultaba peligroso para la circulación no sólo de autobuses, coches, peatones, sino que también se cerraron incluso varias estaciones de metro debido a su peligrosidad y riesgo de descarrilamiento. El caso es que ese día que había nevado, tuve que ir igual a trabajar (durante mi estancia invernal en Londres nevó en dos ocasiones). Recuerdo esos momentos con perfecta nitidez en el que podía maravillarme al contemplar el blanco de las calles, de los tejados de las viviendas y los árboles, como si fuese copiada de una bella postal navideña.
El segundo día que tengo muy grabado en mi mente durante mi intensa y grata estancia profesional en esta factoría, fue cuando se divulgó en casi todos los medios de comunicación de Londres, en primera plana, incluyendo diferentes rotativos prestigiosos de tirada nacional e internacional, así como la archifamosa BBC, el naufragio del petrolero Prestige en la costa atlántica gallega. Mi primera sensación nada más conocer la noticia a través de un periódico local, concretamente el del metro, fue de incredulidad y estupor. Después, al ser más consciente del alcance de la tragedia, mis sentimientos se tornaron en abatimiento, indignación y resignación. La verdad es que me sentía como viviendo algo irreal, como metido en una nube o una burbuja de cristal. Me costaba asimilar lo que estaba pasando en Galicia. Yo estaba a más de mil kilómetros de distancia de mi tierra, pero sentía como si la desgracia hubiese tocado a mi propia puerta. No era para menos, ya que se trataba de mi tierra, de mi querida y añorada patria gallega (aunque la marea negra también tuvo efecto en otras partes de España), quien estaba atravesando una catástrofe medioambiental sin precedentes. La verdad es que las consecuencias del naufragio fueron de dimensiones desproporcionadas, afectando a muchos colectivos, sobre todo a los pescadores y al turismo, creando un gran revuelo en el ámbito político, con el fin de depurar responsabilidades, originando una movilización social pocas veces vista hasta el momento en nuestro país y convirtiéndose en el fenómeno mediático del año en España. Un fenómeno, principalmente potenciado por diferentes organizaciones y asociaciones no sólo ecologistas, como fue el caso de la plataforma ciudadana “Nunca Máis”. El caso fue que, paradójicamente, algunos de mis compañeros de trabajo, quienes no sabían en dónde se encontraba geográficamente Galicia, al contemplar y leer los rotativos esos días en que tuvo efecto esa dramática noticia, averiguaron de manera triste y paradójica en dónde se hallaba Galicia. La verdad es que es un poco esperpéntico si lo miramos con frialdad. El tema es que eso ocurrió de verdad. Curiosamente, yo que soy una persona altruista y sensibilizada por las causas justas, entre ellas con el tema del ecologismo y del pacifismo, era por aquel entonces socio de Greenpeace, razón por la que el impacto de la noticia fue mayor para mí. Por cierto, hablando de Galicia, es bien sabido por todos los gallegos que la bandera de Galicia es blanca con un línea diagonal azul celeste, que atraviesa desde ángulo superior izquierdo hasta el ángulo inferior derecho. La franja celeste simboliza el mar limpio, azul y puro de Galicia. También es sabido que el escudo de Galicia está compuesto por 7 cruces recortadas de plata, las cuales simbolizan las 7 capitales gallegas del Antiguo Reino de Galicia (Santiago, Lugo, Ourense, Tui, Mondoñedo, Betanzos y A Coruña), una corona real, un cáliz de oro y una hostia de plata. Ése es a grandes rasgos el escudo de Galicia, sin entrar en detalles descriptivos. Ahora bien, ¿a que muchos ignoran en qué está inspirado la simbología del cáliz y de la hostia? Pues tiene origen en una leyenda celta datada en el año 1300 en el municipio lucense de Piedrafita do Cebreiro, según la cual un clérigo se encontraba en la iglesia de Santa María la Real oficiando la Santa Misa, sin la presencia de ningún fiel en tal acto litúrgico, y un vecino del pueblo, muy devoto, lidiando contra las inclemencias atmosféricas de ese día, entre tempestades, nieve y frío, acudió a la iglesia como de costumbre para oír la misa. Cuando ese pobre hombre entra en el santuario, el clérigo, que estaba realizando el acto de la consagración en la eucaristía, le recrimina diciéndole lo siguiente, según algunas fuentes documentadas: “Pobre hombre, venir con este tiempo de tan lejos, fatigosamente y exponiéndose a morir por el camino, sólo para postrarse y probar un poco de pan y de vino” (la cita original está en gallego). Un instante después, este clérigo de carne mortal y pecadora, quien dudaba de la presencia real de Cristo en la eucaristía, se sobresaltó al observar que la rodaja blanca de pan se volvía en rubia, convirtiéndose finalmente en sangrante carne humana que se asemejaba recién cortada de un cuerpo vivo; y el vino del cáliz se espesaba, adquiriendo un tono más rojizo, oliendo a sangre. La tremenda emoción que embargaba al clérigo hizo que éste cayera de rodillas al pie del altar y, posteriormente, se desplomara sobre las gradas. El vecino que estaba presente en la iglesia fue a todo correr a socorrer al párroco, pero cuando le trató de incorporar, el pobre clérigo había fallecido. El vecino de la parroquia dio parte de los sucesos a todos los demás vecinos, testimoniando el milagro eucarístico acaecido, adquiriendo y extendiéndose la fama de este pueblo como la pólvora por todo Europa sobre esos presuntos hechos milagrosos, siendo portada en varios rotativos de aquellos tiempos. El santuario sería visitado en 1486 por los Reyes Católicos en su peregrinaje a Santiago. Por cierto, hay otra leyenda que narra que momentos después de producirse el milagro eucarístico en esa iglesia de Piedrafita do Cebreiro, la imagen de la Virgen situada en un lateral del Altar Mayor se postraría de rodillas para adorar el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Redentor. Los restos de la reliquia fueron analizados por algunos científicos, dictaminando que la sagrada hostia estaba compuesta por tejido humano de miocardio y el vino estaba compuesta por partículas de sangre humana del grupo AB, casualmente el grupo sanguíneo más común entre los hebreos y que, curiosamente, coincide con el tipo de sangre hallada en el Sudarium de Oviedo y en la Santísima Síndone de Turín que presuntamente cubrió el cadáver desmaterializado y glorificado de Jesús de Nazaret. (Hay otro presunto milagro extraordinariamente asombroso, acaecido en un lugar que en este momento no recuerdo, según el cual de una hostia consagrada emanaba partículas de sangre constantemente y sin explicación racional alguna, siendo analizada la sangre por científicos, quienes dictaminaron que efectivamente era sangre humana del grupo AB y que el ADN de sus células estaban compuestas de 23 cromosomas, cuando bien es sabido por la ciencia que el género humano tiene 46, confirmando la concepción divina de Jesús por Obra y Gracia del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María). Este tipo de reliquia, del que se presumen que existen otras reliquias idénticas a la de Piedrafita do Cebreiro en otras partes del mundo, es conocida mundialmente como el Santo Grial y ha servido de inspiración para crear muchas películas y novelas, como “Indiana Jones”, “El nombre de la rosa”, “El Código Da Vinci”, “El Enigma Sagrado” (Holy Blood, Holy Grial), etc. Después de transcurrir bastantes siglos desde que acaeció ese milagro, la Sangre Sagrada contenida en el cáliz, el cual se encuentra en una vitrina de una capilla de la iglesia de Santa María la Real, sigue milagrosamente fresca y sin coagular, convirtiéndose este pueblo de Lugo en paso obligado de muchos peregrinos que realizan el Camino de Santiago, llegados de todos los rincones del planeta. Terminando mi comentario sobre esta leyenda celta, decir que el Santo Grial de Piedrafita do Cebreiro sirvió de inspiración como símbolo religioso en el escudo de Galicia. Una reliquia que está considerada como uno de los vestigios más cotizados de la Cristiandad, junto con la tumba del Apóstol Santiago situada en la Catedral de Santiago de Compostela, la tumba de San Pedro ubicada en el interior de la Basílica del Vaticano (Roma), los Papiros del Mar Muerto, el Santo Sepulcro localizado en Jerusalén y la Santa Síndone de Turín, entre otros vestigios.
Sin perder el hilo de este libro, seguiré mi comentario sobre Londres, diciendo que el tercer y último día que recuerdo profundamente de mi estancia profesional en la factoría de Park Royal, fue el día de mi despedida. Sin duda, fue realmente emotivo y triste para mí, porque ninguno de mis compañeros de trabajo, sobre todo con los que más relación tuve, quería que retornase a mi país. Aparte de eso, el trato hacia mí durante todo el tiempo que conviví con ellos en el trabajo ha sido del todo justo, respetuoso y en un ambiente de buen «feeling». Recuerdo que la celebración de mi marcha fue un viernes y anecdóticamente coincidía con un hecho histórico para todos los ingleses fanáticos del fútbol, que era el derrumbe del legendario estadio de Wembley. Lugar donde, paradójicamente, ganó el Fútbol Club Barcelona una de sus 2 Copas de Europa logradas hasta el momento por este club de fútbol (la otra la consiguió en mayo del 2006 en estadio de Saint Denis de París contra un equipo curiosamente londinense), coincidiendo precisamente con el año de sus Olimpiadas. Hablando de Olimpiadas, Londres se convertirá en la única ciudad del mundo que celebrará por tercera vez unos Juegos Olímpicos, tras imponerse contra todo pronóstico a las otras ciudades candidatas: Moscú, Madrid, Nueva York y, sobre todo París, la gran favorita. La verdad es que esta decisión tomada por el COI (Comité Olímpico Internacional) en Singapur ha levantado una gran expectación en todo el mundo por conocer cuál sería la ciudad ganadora, porque estaba en juego, en mi opinión, no sólo un proyecto olímpico, sino que además esas ciudades se jugaban su prestigio, reconocimiento y credibilidad a la hora de celebrar un evento de tal calibre.
Volviendo a lo de mi fiesta de despedida, decir que yo mismo compré la comida y invité a todos mis «camaradas» (es la unas de las mejores formas de describir la buena y sana confianza que tenía con los empleados de la empresa), disfrutando del momento a través de cánticos, riéndonos, gastando bromas, fuera de la tensión y seriedad de otros días de trabajo. Finalmente, acabé inmortalizando dicho acontecimiento entrañable y nostálgico con fotos que saqué con una cámara desechable. Minutos antes de finalizar mi última jornada laboral en la factoría, les di a todos un sentido abrazo y saqué algunas fotos más de recuerdo. Recuerdo que lo llevaré para siempre en mi corazón. Una vez fuera de la factoría me dirigí, cómo no, hacia el lugar del histórico derrumbe de Wembley (curiosamente yo trabajaba muy cerca de ese estadio), llegando algo tarde, porque el trabajo mandaba y allí, ya era de noche, contemplé parte de la estructura de sus gradas y torres derribadas. Además, tuve el privilegio de observar el Wembley Arena, lugar de grandes conciertos de grupos de resonancia, reconocido prestigio y fama internacional, como el de los Rollings Stones, Mariah Carey, Mike Oldfield, Bob Dylan, Lenny Kravitz, Bruce Springsteen, etc. La verdad es que hubiese sido un sueño para mí haber presenciado un concierto en un lugar de tanto renombre internacional, como es el Wembley Arena, y en una de las ciudades más especiales y cautivadoras del mundo, como es Londres. Sin embargo, todo no se puede ver y disfrutar, ya que sale caro, y Londres no es precisamente para gastar en trivialidades y lujos. Entre eses lujos están el viajar en limosina, subirme al London Eye, entrar en uno de sus numerosos estadios de fútbol para ver un partido, coger el metro todos los días, cenar en un lujoso restaurante como el Ritz o alojarse una noche en el Hilton, comprarme una vajilla de regalo en Harrods para mis familiares, viajar en catamarán desde Westminster hasta Greenwich, entre otros privilegios. En función de mi nivel económico o de ahorros que tenía en Londres, he llegado a disfrutar en gran medida de las maravillas, comodidades y privilegios que ostentaba la ciudad. Aunque también he tenido que privarme de ciertas libertades, como salir regularmente de marcha por las noches los fines de semana, comer mejor comida (decir que la comida inglesa es bastante pésima y algo cara) y tener menos ocio.
Para concluir mi crónica sobre mi primer contacto con la capital inglesa, decir que antes de mi vuelta a España, que se produjo a mediados de febrero, he comprado, cómo no, varios artículos de regalo para mis seres queridos y familiares en los almacenes archifamosos y lujosos Harrods, propiedad del magnate multimillonario Mohamed Alfayed (al igual que es propietario de cadena de hoteles Ritz). Cada año una estrella hollywoodiense aparece promocionando la imagen de estos almacenes, además de tener fama de ser visitado al menos dos veces al año por la Reina de Inglaterra Isabel II. Por cierto, hablando de la Reina ¿sabéis quién es la mujer más rica del Reino Unido?. No es lo que muchos estáis pensando. Es ni más ni menos que la escritora Joanne Kathleen Rowling, la creadora de los cuentos mágicos de Harry Potter, quien supera según varios medios, entre ellos la prestigiosa revista Forbes y el rotativo londinense The Sunday Times, en riqueza a la mismísima Reina Isabel II. Sus seis libros escritos por esta talentosa y imaginativa mujer se llegaron a vender como la pólvora, superando los 270 millones de ejemplares vendidos (de los cinco primeros libros), a la espera de la séptima parte que se espera que también bata récords de ventas. Se ha convertido esta novela fantástica en un verdadero fenómeno cultural y mediático gracias a esta gran personalidad, convirtiéndose, dicho sea de paso, en la escritora más rica del mundo. Aunque debo recordar que el libro más vendido y traducido de la historia sigue siendo la Sagrada Biblia, con más de 6 mil millones de copias vendidas por todo el mundo durante toda la historia. Un libro, la Biblia, que ha sido la única obra catalogada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
Para acabar este capítulo, es sensato decir que las fotos en las que aparece Londres las realicé el último fin de semana con un tiempo verdaderamente desapacible y soso. La verdadera razón de mi vuelta a Galicia era para tratar de finalizar mis estudios universitarios de Relaciones Laborales y quedar de esta manera libre mentalmente y sin ataduras una vez de regreso al Reino Unido. Sin embargo, eso no fue lo que pasó. Volví de nuevo a Inglaterra, sin haber finalizado todavía, y para mi pesar, mis estudios.
 
 
2º MI SEGUNDA ETAPA EN LA CIUDAD DEL COCKNEY
 
Día de partida: 12 de junio del 2003. Compañía aérea: Iberia. Destino: Santiago – Londres (vía Madrid). Hora de llegada: 15,30 (hora londinense). Aeropuerto de salida – llegada: Lavacolla – Heathrow.
Después de mi repetida llegada a Londres, sólo tenía que seguir de nuevo las instrucciones que me envió la agencia en la que tenía que localizar nuevamente, y para mi desánimo, la residencia de mi primera etapa, con la diferencia que al aterrizar en Heathrow, me bastaría con coger en el metro la Piccadilly Line hasta Leicester Square y una vez allí, cambiarme a la línea Northern hasta Oval. En esta parada de metro debería salir del famoso «tube» e intentar coger un autobús para dirigirme hasta Camberwell Green, el distrito donde se encontraba mi anterior residencia. Llegué sin ningún problema, aunque cansado y sudando por el fuerte calor bochornoso que hacía y la pesadez del viaje. Una vez que logré acceder al interior de la residencia y dirigirme a la ventanilla de recepción, pagué en metálico, tal como estaba estipulado en el contrato con la agencia, que tenía efecto o validez por un año (de ahí que no tuve que pagar de nuevo los gastos de tramitación para la búsqueda de un nuevo trabajo y residencia), el alojamiento anticipado de dos semanas. La primera semana correspondía al alquiler de una habitación triple, cuyo precio ascendía a £60, y la otra semana, también de £60, en concepto de fianza. Me instalé en mi nueva habitación con mis dos nuevos compañeros, dos chicos jóvenes, uno de la república checa y el otro francés, aunque de origen musulmán. Esa primera noche en la residencia, después de mi vuelta a la gran metrópoli, fue mucho más tranquila y relajada que la primera vez que llegara a la ciudad en mi primer contacto. Al día siguiente a mi acoplamiento a la ciudad acudiría a la oficina de empleo English Free Job para que me asignaran una entrevista de trabajo y, cómo no, volví a reencontrarme con mi coordinadora y amiga del alma Anabel, quien muy gustosamente me facilitó el nombre, teléfono, dirección de la empresa y el puesto a desempeñar. Era para trabajar en un restaurante italiano como «waiter» (camarero) en el distrito de Kensington (zona 1). Llegué a la entrevista puntualmente y mantuve una corta y directa conversación con el manager, al cual, atendiendo con cortesía a su petición, le facilité mi teléfono móvil para esperar noticias sobre el resultado de la entrevista. Al día siguiente me llaman para que ocupe el puesto mencionado anteriormente y yo, sin dudarlo, acepto. Ese mismo día voy a trabajar, o mejor dicho, intentar ganarme el puesto de trabajo, pero no lo consigo, ya que las condiciones de trabajo (horario, horas de trabajo, sueldo y días libres) me resultaban demasiado duras y rígidas. En otras palabras, se trataba de una explotación en toda regla. Sin embargo, antes de haber decidido no continuar con el trabajo, estuve reflexionando seriamente sobre los pros y contras de tal decisión. Definitivamente, al no aceptarlo, lo que quería era pasar página, es decir, «borrón y cuenta nueva», por esa misma razón no decaí en mi fervoroso intento de obtener un nuevo puesto de trabajo en la segunda ciudad con mayor nivel de vida del mundo. Mi siguiente entrevista sería para trabajar en otro restaurante (inglés para mi fortuna) situado en el rico, lujoso y mundialmente conocido distrito de Chelsea como «kitchen porter» (ayudante de cocina) y a «part-time» (tiempo parcial). Afortunadamente, consigo el puesto de trabajo y empiezo dos días después. Las condiciones eran las siguientes: tenía que trabajar entre 20 y 25 horas semanales en sistema de turnos, es decir, que había unos días específicos que tenía que trabajar unas horas determinadas y otros días que libraba, cambiando cada semana de turno de trabajo, y el sueldo era de ₤4.50 brutas la hora (la comida o cena corría por cuenta del restaurante). De ese salario habría que descontarle un porcentaje en concepto de pago de tasas y de seguro, cuotas que son recuperables, como ya dije previamente, al hacer la solicitud formal al final de cada ejercicio fiscal. Aunque en el caso de la aportación al National Insurance sólo es recuperable cuando se alcance le edad legal de jubilación establecida por el gobierno del Reino Unido. Debo mencionar que la razón fundamental por la que escogí un trabajo a tiempo parcial, era para poder disponer de tiempo libre, y así poder aprender inglés por mi cuenta y preparar un examen que iba a tener a mediados de septiembre sobre una materia de mis estudios en Vigo. La verdad es que el hecho insensato de querer abarcar tantas cosas en poco tiempo, me provocó en ciertos momentos ansiedad, falta de concentración y rendimiento en esos tres aspectos (trabajo, inglés y estudios), hasta el punto que influyó decisivamente para que el resultado final no fuese del todo positivo en cuanto a la consecución de todos esos objetivos al mismo tiempo. Había cumplido mis expectativas en cuanto a la consecución de elevar mi nivel de inglés y de mejorar cualitativamente mi currículum profesional, eso sí, en perjuicio de mis propios estudios universitarios, los cuales pasaban a un segundo plano.
Centrándome de nuevo en mi segundo trabajo de mi vuelta a Londres, es preciso decir que en el restaurante llamado The Cross Keys compartí empleo con compañeros de diferentes nacionalidades, como, por ejemplo, con un letón, dos polacos, un sueco, una sudafricana, cuatro franceses, un italiano, cuatro ingleses, una irlandesa, una rusa y una ucraniana. Si hay un adjetivo calificativo que mejor pueda definir a Londres, es, sin duda, el multiculturalismo y que, en el ejemplo que os he puesto ahora mismo, demuestra de manera inequívoca e incuestionable ese carácter multicultural y cosmopolita que tiene Londres. Las tareas básicas en que se circunscribía mi puesto trabajo se relacionaban con fregar y barrer los suelos, sacar la basura, ayudar de vez en cuando en alguna tarea a los cocineros y, sobre todo, lavar cacerolas, fuentes, sartenes, etc. Mi relación con el personal de la empresa era en líneas generales aceptable, pero no en cambio con el puesto de trabajo. He tenido serias dificultades para adaptarme a mi puesto de trabajo, por la sencilla razón de que no me sentía lo suficientemente autorrealizado y motivado en hacer un trabajo, para el cual no tenía la mentalidad, predisposición y el ánimo para desarrollar. Como consecuencia de esta falta de motivación e interés en el trabajo, y que los propios managers percibieron en mí reiteradamente, tomaron la dura decisión de despedirme, comunicándomelo gentilmente con una semana de antelación. Esto último es una de las costumbres británicas más formales y educadas de despedir a un empleado, para que las consecuencias no sean tan drásticas y fatales, y tenga un margen de maniobra que le permita no perder tiempo y dinero, buscando mientras tanto un nuevo trabajo. Bien es cierto que también me han explotado bastante en determinados momentos, y eso era algo que bajo ningún pretexto iba a permitir. Por eso, en ciertos momentos mi actitud no fue la más correcta e interesada para tratar de mantener el trabajo. A pesar de que nunca he faltado el respeto a nadie, haberme comportado responsable y honradamente y sin haber cometido indisciplina alguna, la falta de rendimiento, adaptación y motivación en el trabajo fue definitiva y determinante para que la compañía adoptase la decisión de dar por rescindida la relación laboral.
Después de ese último mal sabor de boca, no he querido desesperarme y «tirar la toalla», sino que me autoestimulé y mentalicé en encontrar enseguida un nuevo puesto de trabajo y de esta manera sobrevivir en la ciudad, de lo contrario no tendría más remedio que preparar las mochilas y volverme para Galicia. Eso fue lo que hice. Fui a la oficina English Free Job y me asignaron varias entrevistas de trabajo en el intervalo de dos semanas, sin superarlas con éxito, aunque después de esas dos semanas acabaría encontrando y aceptando de nuevo otro trabajo, el último de mi estancia en la capital de las islas británicas. Era para trabajar como «barback» (básicamente como camarero) en una discoteca llamada The Loop,situada muy cerca de la calle más concurrida del mundo, Oxford Street. La entrevista fue del todo anecdótica, ya que me percaté después de cubrir el «application form» (es una especie de formulario o solicitud en el que hay que rellenar unos datos, haciendo constar tu formación académica y experiencia profesional) que se encontraba mi compañero de habitación, un chico pamplonés muy majo con el que tuve una buena amistad, quien demandaba el mismo puesto de trabajo. Afortunadamente, ambos superamos la entrevista y nos aceptaron para trabajar a tiempo parcial en esa discoteca situada en el rico distrito de Mayfair. Sólo teníamos que esperar a nuestro estreno en el trabajo, que sería un jueves (la entrevista fue un lunes). Es paradójico el hecho de que otro compañero de residencia, que tenía la entrevista en la misma empresa que me aceptaron, aunque media hora más tarde, no lo llegaron a contratar (se entendería que ya tenían personal suficiente para el mismo puesto). Con esto llego a una conclusión: hay que estar en lugar adecuado y en momento oportuno, de lo contrario, se corre el riesgo de que las cosas salgan da la manera imprevista. Asimismo, es cierto que la suerte también influye mucho, a veces de manera determinante.
Las condiciones de mi puesto de trabajo eran las siguientes: trabajaría tres días por semana (generalmente los jueves, viernes y sábados), 8 horas cada jornada laboral, cuya distribución horaria era de 7 de la tarde hasta las 3 de la madrugada, añadiendo una hora más para recoger la basura, cobrando ₤4.20 brutas la hora, corriendo los gastos de la cena por mi cuenta. Las condiciones de trabajo a priori eran satisfactorias. Empecé a trabajar y no tardé en tener mis primeras dificultades de adaptación por el cambio de horario de trabajo, y también diría en la perdida de la noción del tiempo. El local tenia tres plantas: la primera era la cafetería, lugar donde la gente va a tomar su café o refresco en un ambiente multicultural; un piso más abajo estaba el pub, lugar de reunión de directivos de empresas y multinacionales importantes, frecuentada por gente de clase más bien media-alta, gente capitalista y «pija», en su gran mayoría de la «jet set», bien vestida y elegante; y en el piso del fondo era la discoteca, lugar último donde se congregaba todo la gente del local hasta las tres de la madrugada, hora en que efectuaban el cierre. En este trabajo he tenido la oportunidad, y para no variar, de conocer gente de diferentes naciones, como, por ejemplo, de Nueva Zelanda, Australia, Polonia, Francia, Italia, Inglaterra, República Dominicana, Hungría, etc. El trabajo era ameno porque podía conocer a gente, al tener contacto directo con ella, me permitía disfrutar de la música o beber cualquier refresco, que no alcohol, y las horas se me pasaban bastante rápido. Por otra parte, era algo pesado, en cuanto a que tenía que encargarme de recoger todos los vasos, botellas y vidrios vacíos que había en el local, para lo cual teníamos un programa establecido en el que cada «barback» o recoge vasos le tocaba una o dos plantas diferentes, con intercambios constantes de planta cada cierto tiempo con otros compañeros de trabajo. Aparte de lo pesado que era en sí el trabajo, había que unirle lo cargado que estaba el ambiente de gente de cualquier país, junto con la dificultad de poder moverme y trabajar con soltura por todo el local, causándome en determinados momentos cierta incomodidad, cansancio y agobio. También para mi íntegra y natural adaptación y bienestar no ayudaba el mero hecho de que toda la gente congregada en el local estaba bailando, bebiendo, ligando y, en definitiva, disfrutando, y que yo, contrariamente, tenía que soportar la crudeza y amargura del trabajo, aguantando, además, el persistente y obsesivo control y disciplina de los managers de la empresa. De hecho, por momentos, debido a eso control represivo y autoritario, me sentía utilizado y explotado, sin tener en cuenta que lo más importante que hay un trabajo es tratar a los empleados como humanos que son, con sus virtudes y defectos, para que se adapten de forma libre y natural, se sientan cómodos y justamente valorados. Por eso opino que una de las formas para que los trabajadores se adapten al trabajo, se sientan autorrealizados y puedan explotar sus potencialidades, aparte de la justicia y equidad en el trato, es delegando los superiores parte de su autoridad y responsabilidad a los propios subordinados. Esta teoría sobre la organización de empresas se aplicó poco o nulamente en esta compañía en la que trabajaba. Sin duda, el abuso de control, autoridad y órdenes por parte de los jefes y mis superiores, que no de los subordinados o compañeros de trabajo, me han «tocado» por momentos la moral, poniendo a prueba mi temperamento y mi paciencia. De hecho, yo no era el único que se quejaba con justificada razón, sino que varios de mis compañeros también lo hacían, entre ellos estaba mi amigo y compañero de residencia pamplonés llamado Pedro. De todas formas, no todo fue negativo, sino que también hay aspectos positivos, como, por ejemplo, el simple hecho de haber tenido la oportunidad de ver y conocer a gente de cualquier lugar. Aunque esto último no fue del todo cierto, ya que mis superiores me prohibían terminantemente intercambiar conversación con los clientes, sintiéndome en parte reprimido en tener dicho contacto. Otros aspectos positivos era el hecho de poder disfrutar de la buena música, en su gran mayoría comercial, tener el privilegio de ver actuar a varios de los mejores y conocidos «disc-jockeys» de la ciudad, recrear mi vista gozosamente con la presencia y desfile «high-fashion» de mujeres con una belleza, elegancia y glamour desbordantes, entre otras cosas. Pero lo más positivo de todo era el hecho de haber trabajado en una de las discotecas mejor reputadas, «pijas» y más ambientadas de la ciudad.
Mi estancia profesional en The Loop fue de un mes, es decir, desde casi mediados de agosto hasta prácticamente mediados de septiembre, momento en el cual tomé la firme decisión de finalizar voluntariamente mi relación de trabajo y volver de nuevo a España. Volvería entonces a mi tierra gallega para dedicarme en cuerpo y alma a aquello que había dejado pendiente de terminar y que, en más de un momento, en tierras inglesas me ha había provocado remordimientos de conciencia. Hablo evidentemente de mis estudios universitarios.
El momento de mi vuelta a España fue a mediados de septiembre, estando seriamente mentalizado para tratar con todos mis esfuerzos, motivación e interés de acabar de una vez por todas mis dichosos estudios que tantos quebraderos de cabeza me habían causado hasta el momento. Con ello insinúo que como persona honesta, humilde y emprendedora, he tratado honradamente de finalizar mi carrera, sin perder el tiempo vagueando, comportándome en mi sincera opinión responsable y formalmente ante el importante y difícil reto de poseer una carrera universitaria. La verdad es que nunca me había planteado el reto de conseguir un título universitario, y no precisamente porque mi inteligencia brillara por su ausencia, ya que dentro de mi modestia y humildad, me considero una persona suficientemente inteligente, que intento explotar muchas de mis potencialidades interiores y que en determinados campos o materias soy culta. Entre esas materias debo destacar mi conocimiento sobre algunas de las diferentes religiones, doctrinas y filosofías del mundo. En ese campo, la religión y la filosofía, debo destacar a dos grandes personalidades: Juan Pablo II y el Dalai Lama.
El primero de ellos, el Santo Padre Juan Pablo II1, ya fallecido, se ha convertido sin duda en el ser humano más mediático del último siglo. Este gran personaje escribió más de 30 libros, redactó 14 encíclicas, 45 cartas apostólicas, se reunió con 1590 Jefes de Estado y Gobierno, viajó a más de 129 países, dio más de 20000 discursos y 1160 audiencias en el Vaticano. Además, beatificó 1338 personas y canonizó a otras 482. Se ha convertido su papado en el tercer pontificado más largo de la historia. Es, sin ningún género de dudas, el personaje de los récords. Un ser que ha conseguido muchos títulos y doctorados «honoris causa». De su bibliografía debo reseñar su impresionante libro que leí “Cruzando el umbral de la esperanza”. Este libro trata de dar una respuesta esperanzadora y optimista sobre el verdadero sentido de la existencia y sufrimiento humano, sobre el mensaje central de la Salvación del hombre a través de la gloriosa Resurrección de Cristo y sobre la visión de algunas religiones e ideologías que hay en el mundo. Una obra que da respuesta a aquellas dudas metafísicas que se nos plantean en la vida, entre ellas la importancia de creer en Dios en este mundo cínico y descreído, dominado por el materialismo de los grandes avances científicos y técnicos y de las grandes injusticias y lacras sociales. Una personalidad, Juan Pablo II, que ha cambiado para bien el mundo, que ha anunciado el Evangelio y el mensaje de Cristo a todas las naciones, y que ha logrado que la juventud de nuestra era sienta y viva el misterio divino que supone la Redención de la humanidad entera.
En relación al segundo de ellos, Su Santidad el Dalai Lama (Tenzin Gyatzo), mencionar que leí un libro suyo que presenta la tesis del budismo tibetano, desde las 4 verdades nobles, pasando por la noción de «karma» y rueda de la existencia cíclica (nacimiento, muerte, bardo y renacimiento), importancia y técnicas de meditación, y finalmente, sobre la teoría de los niveles de conciencia humana psíquica, sutil y causal. Un personaje, líder político y espiritual de la religión budista tibetana, el cual, gracias a su contribución en buscar una solución pacífica y dialogante a la ocupación y genocidio chino contra los tibetanos, se le fue otorgado el prestigioso título de Premio Nobel de la Paz. Además, se le concedió sorprendentemente más 35 títulos de Doctor Honoris Causa por diferentes universidades de todo el mundo. Por si fuera poco, también ha influido decisivamente en la divulgación de su cultura y filosofía desde Oriente hasta todo Occidente. Para los tibetanos, el Dalai Lama representa el Buda de la Compasión, que se reencarna en diferentes cuerpos humanos, hasta alcanzar el estado final de Iluminación o Nirvana. Si bien es cierto que Buda representa la mente iluminada, que eligió reencarnarse para servir y guiar a sus adeptos, utilizando diversas técnicas, como la meditación, para que éstos puedan desprenderse de sus propensiones «kármicas» y apegos materialistas, de forma que puedan en su vida terrenal alcanzar la Iluminación y prepararse mejor para afrontar, cuando llegue, el proceso de la muerte. Finalmente, para acabar mi comentario sobre este célebre personaje, decir que el actual Dalai Lama es la reencarnación del Su Predecesor, el Décimo Tercer Dalai Lama.
Pero tampoco he dejado de leer libros sobre ciencia y razón, escritos por excelentes y famosos científicos. Entres esos personajes ilustres cabe citar al estadounidense Daniel Goleman, psicólogo, catedrático por la Universidad de Harvard y redactor científico del New York Times, quien escribió el best seller mundial sobre la “Inteligencia Emocional”. Dicho libro se basa en que nuestro destino no está predeterminado por el coeficiente intelectual que heredemos de nuestros genes o que podamos potencialmente desarrollar durante nuestra vida, sino que está determinado en gran medida por nuestra inteligencia emocional (este tipo de inteligencia se basa en que factores, como el autocontrol, la empatía, la compasión, la fe, la esperanza, el optimismo, etc. son aspectos que determinan en gran medida nuestro éxito o fracaso en nuestra vida personal, económica, familiar, social y laboral).
Otro prestigioso científico que debo citar, es el astrofísico y físico teórico londinense Stephen W. Hawking, sin la menor duda, uno de los personajes más admirados y respetados del último siglo, considerado por muchos como el heredero intelectual de Albert Einstein. Ganó Hawking varios títulos honoríficos, entre ellos el premio Príncipe de Asturias de la Concordia por su importante labor en el campo de la ciencia. Su libro que leí, convertido en un best seller, “Historia del Tiempo”, trata de dar una explicación científica, plausible y racional sobre el origen del universo, sobre la naturaleza de los agujeros negros y su teoría de relatividad del espacio y tiempo tetradimensional, atreviéndose incluso a enfocar todo ello desde una óptica meramente metafísica y teológica, al plantear la hipótesis de un Dios Creador.
No puedo olvidarme de la que es para mí la personalidad científica más importante e influyente del último siglo: estoy hablando de la científica norteamericana de origen suizo ya fallecida Elisabeth Kübler Ross. Esta mujer, la cual poseía en su haber la escalofriante cifra de 28 títulos de Doctora Honoris Causa por diferentes universidades de todo el mundo, se ha convertido seguramente en la única mujer en el planeta que más doctorados honoríficos haya obtenido. Por si fuera poco, posee además una infinidad de premios y honores recibidos de prestigiosas empresas e instituciones públicas y privadas, incluyendo el honor de haber sido incluida por la prestigiosa revista estadounidense Time entre los 100 científicos y pensadores más importantes e influyentes del siglo XX, aparte de haber formado parte de una gran cantidad de consejos consultivos de gran resonancia mundial. Esta excepcional persona se licenció en medicina y ejerció como psiquiatra para tratar de ayudar de manera compasiva, cariñosa y respetuosa a miles de enfermos terminales de diferentes hospitales repartidos por todo el mundo, tratando de romper el «sistema establecido» en dichos hospitales, para humanizar más el trato con esos moribundos. Además, viajó por numerosos países europeos gracias a su colaboración con una O.N.G. durante el holocausto nazi y ejerció como catedrática, impartiendo conferencias sobre “la muerte y los moribundos” en las más variadas y mejores universidades estadounidenses y de otros países del mundo. No puedo dejar en el olvido, por supuesto, que ella fue una gran escritora, convirtiendo sus cruciales libros en auténticos best sellers internacionales. Muchos de esos libros son de obligada consulta para médicos, especialistas y enfermeras de todo el mundo. Es preciso mencionar que los libros que leí sobre esta mujer, son su best seller mundial “La muerte: un amanecer” y su escalofriante, incomparable y estremecedora biografía titulada “La rueda de la vida” (este libro es una auténtica obra maestra de incalculable valor científico, ético, humano y espiritual, siendo la mejor obra que he leído hasta entonces con diferencia). Este último libro narra su intachable y ejemplar vida, tratando con toda su entereza, carisma y talento de cambiar los sistemas tan injustamente establecidos en los hospitales y cárceles americanas en los que estaban recluidos los moribundos, para que tuviesen un trato más humano y su muerte fuese más digna. También intenta cambiar la visión errónea, plana y materialista que el mundo moderno tiene sobre la vida, y arrojar más luz en el tema tabú de la muerte y la vida después de la muerte. Todo su trabajo estuvo enfocado desde una postura estrictamente científica, basándose en las investigaciones realizadas y recopiladas por ella misma, en las que se incluyen testimonios de pacientes narrando sus propias experiencias extracorporales en situación de muerte clínica temporal, que han sido posteriormente verificadas como muy exactas, detalladas y coherentes. Además de ello, hay que resaltar las numerosas y variadas experiencias místicas extraordinarias vividas por esta científica, que le han resultado muy transformadoras y reveladoras. Su trabajo, investigaciones y, sobre todo sus libros, abordan la eterna y más primordial cuestión de la condición humana desde una postura rigurosamente científica, terrenal y humana. Todo su trabajo le valió para convertirse en la mayor autoridad mundial, junto con el famoso psiquiatra estadounidense Raymond Moody, el prestigioso neuropsiquiatra británico Peter Fenwick y el conocido psicólogo y neurofisiólogo también estadounidense Kenneth Ring (éste último ex director de la Asociación Internacional para el Estudio de las Experiencias Cercanas a la Muerte), en materia de tanatología. Ella siempre con palabras de júbilo no se cansaba en decirle al mundo que la muerte simplemente no existe. Para lo cual utilizaba un bello y sobrecogedor símil que decía que cuando la muerte llegase, será el momento en que el alma abandone el cuerpo, al igual que la «mariposa abandona su capullo». Entonces, será cuando el alma humana prosiga su viaje de crecimiento, hasta alcanzar estados superiores de conciencia, niveles de existencia más sutiles o, en definitiva, para formar parte de un plano de existencia exclusivamente espiritual.
Es la doctora Ross el modelo o arquetipo de persona que todos tenemos que tratar de imitar, sobre todo los máximos dirigentes de cada país, para tratar cambiar los sistemas tan injustamente diseñados, de modo que impere los valores morales y éticos basados en el amor, el respeto, la solidaridad, la compasión, la justicia, etc. La inmensa mayoría de la población, sin responsabilizar únicamente a los políticos, debemos tomar nota y aprender mucho de esta mujer. Al fin y al cabo, todos podemos llegar a ser «santos», si no lo proponemos.
Quisiera aprovechar el momento, después de este comentario sobre Elisabeth Kübler-Ross, para aportar un breve apunte personal sobre el tema que acabo de sacar a la luz: la existencia o no de vida después de la vida.
Es indiscutible que el género humano ha buscado desde sus orígenes, en lo más profundo de su corazón y de su ser, la respuesta a la eterna pregunta: ¿Existe algún tipo de vida después de la muerte? o ¿hay alguna dimensión esencial del ser humano que pueda sobrevivir al destino fatal de la muerte corporal? Como no quiero profundizar en este tema, aun sintiéndome, sin perder mi modestia y franqueza, capacitado para escribir un libro sobre ello, quisiera apuntar tres cosas.
La primera de ellas es que las pruebas aducidas tanto por los científicos materialistas y mecanicistas no partidarios de la supervivencia, por una parte, como por los científicos que sí son partidarios, por la otra, no son lo suficientemente concluyentes y definitivas como para declinarse la balanza a favor de una postura u otra. Si bien es cierto que cada vez hay un creciente número de científicos de máximo prestigio y fama internacional, con un excelente currículum académico y una dilatada experiencia profesional en el campo de la ciencia, algunos de ellos ganadores de diferentes títulos honoríficos, que reconocen sin tapujos que existen evidencias científicas objetivas que demuestran de manera concluyente, rotunda e irrefutable la existencia de una vida póstuma. Es más, gracias a los trascendentales avances científicos acontecidos en las tres últimas décadas del pasado siglo en el campo de la parapsicología, sobre todo en la investigación de la Conciencia Humana, han presentado un nuevo paradigma científico a favor de la Inmortalidad del alma. A través de la aplicación de métodos empíricos experimentales de laboratorio realizados por eminentes científicos de incuestionable credibilidad y solvencia (algunos de esos experimentos llevados a cabo con el patrocinio de instituciones públicas o privadas), han confirmado la existencia de los fenómenos psíquicos o PES y otros fenómenos esotéricos relacionados con la vida póstuma. Investigaciones llevadas a cabo por reputados científicos como Raymond Moody, Peter Fenwick, Elisabeth Kübler-Ross, William Crookes, Arthur Conan Doyle, Michael Sabom, Kenneth Ring, Ian Stevenson, William Fletcher Barret, Frederick Myers, Stanislav Grof, Charles Tart, Ken Wilber, Melvin Morse, Charles Richet, Wilder Penfield, Bruce Greyson, Joseph Banks Rhine, Carl Gustav Jung y otros muchos, han supuesto en su conjunto, y sin ningún género de dudas, «un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para toda la humanidad» en cuanto a la confirmación científica de la existencia de una eventual vida post mortem.
La segunda es el hecho de que los representantes de la ciencia han postulado desde sus principios un sin fin de teorías, muchas de las cuales han tenido que ser redefinidas (tómese como ejemplo cuando antiguamente se planteó erróneamente la tesis de que la Tierra era el centro del universo o que su superficie era plana). Aunque la ciencia y la tecnología han avanzado hasta límites insospechables, mejorando y prologando la calidad y esperanza de vida de una parte importante de la población mundial, le queda todavía un largo trecho por recorrer en algunos campos, como el de la medicina, para prevenir y curar, en este caso, graves enfermedades. Si bien es cierto que la respetada ciencia, sobre todo en los últimos tiempos, ha jugado a ser Dios, al introducirse en un terreno resbaladizo en algunos campos, como la genética o biología, experimentando la clonación de embriones humanos para fines terapéuticos o la fecundación in vitro, con el pertinente quebranto de leyes naturales y morales impuestas por Nuestro Creador. No puedo olvidarme, asimismo, que la ciencia sigue estando completamente «huérfana» de conocimiento para explicar ciertos fenómenos enigmáticos, como las ECM, PES, los fenómenos OVNI, las apariciones espectrales, casos de presuntas reencarnaciones, sucesos mediúmnicos, psicofonías, casos de teleplastia, etc., que se encuadrarían en la rama de las ciencias ocultas o parapsicología. Esto me lleva a pensar lo siguiente: “el hecho de que no halla una explicación científica para demostrar la existencia de determinados fenómenos, no quiere decir que dejen de existir”. Hay muchas cosas que ignoramos o que no percibimos con nuestros medios sensoriales ordinarios, lo cual no implica que no existan. El grado de conocimiento que tiene el hombre actual en lo referente al origen del universo, de la especie humana, en lo relativo a la posible existencia de vida inteligente en otros planetas o sobre la muerte, es todavía de una ínfima parte. Por lo tanto, hay que ser sensatos y no dar por sentadas muchas cosas, y más todavía cuando hay hechos sobrenaturales que parecen desafiar las leyes físicas conocidas. Para ello, sírvase como ejemplo casos reales de estigmatización, levitación, desmaterialización, incorruptibilidad corporal, bilocación, PES (telepatía, telequinesia, clarividencia y precognición), entre otros casos, muchos de ellos bien documentados por la Iglesia Católica.
Tercero y último, en esta lucha insaciable por defender su tesis entre científicos creyentes y científicos materialistas no creyentes, la «carga de la prueba» les corresponde por el momento a los científicos escépticos, quienes se encuentran a la defensiva, dedicándose erróneamente, hasta entonces, a desprestigiar ciertos fenómenos inexplicables para la Ciencia. Entre esos fenómenos debo destacar las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM), muy de moda actualmente, vividas en las últimas décadas por casi 300 millones de personas de cualquier lugar, edad, raza, clase social y creencia, en el que los científicos materialistas han desmitificado y desacreditado ilegítimamente dichas experiencias, aportando todo tipo de explicaciones médicas o clínicas. Sin embargo, hay un hecho muy determinante que debería de hacer reflexionar seriamente a todos los científicos agnósticos y ateos en lo referente al fenómeno ya mencionado de las ECM. Me refiero al hecho crucial de que la ciencia hasta el momento no ha encontrado una explicación clínica suficientemente satisfactoria, concluyente y coherente, tanto a nivel farmacológico, psicológico, fisiológico o neurológico, a ciertas experiencias de aproximación a la muerte. Para ello, tómese como ejemplo los relatos de las ECM de personas ciegas, sordas o de determinadas personas con un diagnóstico médico muy grave, que han sido sometidas a operaciones quirúrgicas extremas (en este último caso véase como ejemplo la asombrosa ECM de la artista americana Pam Reynolds o del soldado George Ritchie, quien convenció al Dr. Raymond Moody de la veracidad de esas experiencias) en las que toda explicación clínica a esas experiencias escatológicas está fuera de lugar. Finalmente, para aquellos curiosos que quieran cultivar su intelecto, sabiduría y madurez, al mismo tiempo que conocer el verdadero alcance de las ECM, deben visitar sin pensarlo dos veces la página web de Internet de la Near Death Experience Research Foundation (Fundación para la Investigación de las Experiencias Cercanas a la Muerte) de Washington (EE.UU.) en la que encontrarán publicadas, sin ánimo de lucro, cientos de casos de personas que han tenido una experiencia mística al borde de la muerte. Experiencias de todo tipo, incluyendo “ECM verificables” objetivamente, como “ECM de grupo”. Además, se pueden conocer las últimas investigaciones y experimentos, llevados a cabo con algunos de esos pacientes que han tenido una ECM durante el estado de muerte clínica, realizados por científicos de máximo prestigio y fama mundial para determinar la verdadera naturaleza (biológica-natural o divina) de esas experiencias. La página web es la siguiente: http://www. nderf.org
Después de mi comentario personal sobre la cuestión más primordial del ser humano, quisiera seguir con este libro mencionando que aparte de leer libros sobre esas personalidades citadas anteriormente, escribí una obra en la que compilo una serie de artículos extensos sobre temas de actualidad e investigación, redactados por mi cuenta, y posteriormente estructurados en capítulos de libro. Dicha obra se titula “Dios y laCiencia en el contexto actual de las lacras sociales” (ocupa unas 240 páginas aproximadamente, incluyendo algunas ilustraciones) y está dividida en dos partes: una primera parte básicamente periodística, en la que abordo temas de actualidad y preocupación social, como son la guerra, el terrorismo, la biodegradación medioambiental y la pobreza del Tercer Mundo; y una segunda parte básicamente científica, filosófica y teológica, en la que abordo cuestiones tan primordiales, como el amor, la felicidad, sobre la autenticidad de la Sábana Santa de Turín, sobre la inmortalidad del alma como hipótesis científica, sobre las huellas materiales sobre la existencia y naturaleza divina de Jesús de Nazaret, sobre la veracidad y autenticidad de las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM), sobre la teoría científica evolucionista contra la teoría teológica creacionista y, finalmente, sobre los niveles de inteligencia humana (mental, emocional y espiritual) y el «módulo de Dios» en el cerebro humano, según la neuroteología. (Para aquellos que no lo sepan, la neuroteología es una nueva disciplina acuñada por la comunidad científica y médica a raíz de la investigaciones pioneras llevadas a cabo por un grupo de científicos, entre ellos el neurocirujano Wilder Penfield y el neuropsicólogo canadiense Michael Persinger, y que relaciona la Wilder estimulación de ciertas áreas de la corteza cerebral, concretamente en donde se localizan los lóbulos temporales, con las experiencias místicas de tipo arquetípico, religioso o espiritual. Unas investigaciones que han causado una profunda conmoción entre los científicos por las tremendas implicaciones científicas, filosóficas, teológicas y éticas que conllevaría el plantear y resolver el eterno dilema de si el cerebro crea imaginariamente a Dios como resultado de un largo proceso de evolución y como mecanismo de «supervivencia» de la especie, o si, por el contrario, Dios existe realmente, dejando sus «huellas» en nuestros cerebros para que podamos interrelacionarse con Él, a modo de vínculo biológico con el universo espiritual). Como no podía ser menos, he logrado publicar de manera independiente algunos de esos artículos en Internet y un rotativo autonómico.
Sin irme más por las ramas y volviendo a mi narración sobre la que viví en Londres, quiero finalizar mi comentario sobre mi segunda etapa mencionando que ha sido mejor que la primera por diferentes razones. Entre ellas, porque conocí a más gente, porque el verano es mejor época casi para todo, me había familiarizado con la ciudad, y por lo tanto, me sentía más seguro y confiado en ella, y por otras razones secundarias.

3º MI VIDA SOCIAL Y LAS GRANDES AMISTADES

Si hay algo por lo que realmente merezca la pena recordar toda mi vivencia en Londres, es, sin duda, por la vida social que allí tuve. En Londres he tenido la oportunidad de conocer gente de cualquier nación, raza, religión, lengua y, en definitiva, cultura. Durante mi primer contacto de 4 meses en la ciudad he compartido habitación con dos franceses de Lyón, con quienes tuve una fructuosa y grata amistad. Fueron muchos momentos compartiendo con ellos mis tristezas, mis inquietudes, mis ilusiones, mis alegrías… A aparte de esta bonita amistad, necesaria y comprensible (no me hubiese hecho la idea de tener que aguantar y adaptarme con gente mal educada, cerrada y rara en la misma habitación que la mía), he conocido a más franceses, de París, de Marsella, de la Bretaña francesa, etc., llegando a tener un gran vínculo emocional con ellos. Por una parte, la amistad y simpatía que tenía con ellos, se debía a mi afanoso interés de mejorar mi nivel de inglés, comprensible en todo momento y, por otra parte, para que me sirviese de «válvula de escape» a mis frecuentes y serios problemas de adaptación con las pésimas instalaciones de la residencia, que no a la ciudad y su cultura, cuya adaptación fue casi inmediata. Esas amistades que tenía en mi residencia me valían para neutralizar todas esas tensiones mentales que por momentos se apoderaban incontroladamente de mí. Influyó mucho mi carácter extrovertido y abierto para que yo tuviese muchos amigos, tanto franceses en los primeros momentos de mi estancia como posteriormente con españoles e italianos (y esporádicamente con algún checo o polaco), ampliándose de esto modo cada día mi círculo de amistades y mi vida social. La mayoría de la gente andaba relacionada en grupos según su nacionalidad. Con el grupo español, con el cual evitaba estar continuamente para no perder mi nivel de inglés que iba adquiriendo con el transcurso del tiempo, he congeniado muy bien, siendo mi integración y adaptación al propio grupo de forma rápida y natural. Como breve apunte, debo decir que en esta residencia, aparte de españoles, franceses e italianos, que era lo que más abundaba, también había gente polaca, checa, sueca, alemana, e incluso canadiense o estadounidense.

 
Continuando mi relato, mencionar que hubo momentos muy entrañables con mis primeros amigos franceses, como las juergas que hacíamos los fines de semana en la residencia. Normalmente hacíamos «botellones» entre varias personas en una habitación y allí bebíamos, fumábamos (debo decir que yo no me declaro fumador, aunque ello no quiere decir que en algunos momentos esporádicos no lo llegara a ser). También cantábamos, bromeábamos en un ambiente de concordia, buen «feeling» y amistad. Pero no sólo en la residencia, también salíamos de fiesta los fines semana por la noche para conocer la marcha nocturna londinense, recorriendo varios pubs situados en la misma zona en la que vivíamos, Camberwell. Una vez dentro de los locales, mis amigos (la mayoría eran franceses, aunque también había algún italiano o compatriota mío) y yo solíamos consumir cerveza, conversar sobre mujeres, hobbies, fútbol y de cualquier otro tema, menos de trabajo. Lógicamente, la razón primordial para salir de fiesta era para divertirse y disfrutar al máximo, tratando de desconectar y evadirse del estrés y las preocupaciones del día a día, suscitadas por el trabajo u otras cosas, rompiendo al mismo tiempo la monotonía. Allí tratábamos de divertirnos sanamente cantando, bailando, intentado ligar con chicas, algunas veces con éxito y otras veces en las que nos quedábamos a dos velas. Sin duda tengo un dulce recuerdo de todo ello en mi mente.
En mi primera etapa en la ciudad, como he dicho anteriormente, he conocido a compatriotas míos, con quienes he llegado a salir de juerga, concretamente por zonas «okupas» de Londres. Antes, cómo no, para animarnos un poco hacíamos «botellón» en alguna habitación de la residencia entre bastante gente, mayoritariamente española, aunque siempre se «infiltraba» algún francés o italiano, para beber, cantar, bromear... Generalmente establecíamos por acuerdo unánime la hora de salida de la residencia, que casi siempre era sobre la medianoche. Una vez que hubiésemos acabado de cenar, de beber y de vestirse, salíamos en busca de diversión y parranda, generalmente todos en grupo (la mayoría de las veces el grupo no era inferior a 5 personas, aunque hubo momentos en que salíamos en grupos unidos que sumaban más de una docena de personas). La gran mayoría que iba en grupo a estos lugares marginales era española, aunque también se unían algunos franceses o italianos, incluyendo de ambos sexos. La anécdota es que generalmente y antes de llegar a nuestro punto destino, solíamos cantar en el autobús o gastar bromas, ante el asombro y estupefacción de la gente que nos desconocía. La verdad es que por cada sitio que pasábamos llamábamos la atención de la gente por nuestro comportamiento acaparador, poco cohibido y algo informal, que no violento o grosero. La mayoría de las veces cogíamos el autobús desde Camberwell hasta Trafalgar Square, recorriendo parte del centro turístico de Londres. En esta monumental plaza, el líder del grupo (generalmente había uno o varios líderes que tomaban decisiones que influían decisivamente en la conducta posterior de los demás miembros del grupo) llamaba por teléfono móvil para tratar de localizar la ubicación geográfica del local, utilizando al mismo tiempo como guía varios mapas de Londres. Una vez comprobada y memorizada la ruta a seguir, partíamos todos juntos de nuevo en busca de ese local. Ésta era la manera habitual de salir por zonas «okupas» en Londres durante mis primeras semanas de mi estancia.
Es preciso que el lector sepa que una de las razones fundamentales que motivó el que yo decidiera acudir a finales de año a Londres, era, sin duda, porque tenía el sueño de conocer las Navidades en esta maravillosa ciudad. Mi valoración final de las fiestas y vacaciones navideñas en esta ciudad han sido, en cierta manera, agridulces. Dulce, porque era fantástico, cautivador y emocionante percibir el ambiente festivo que se respiraba, ver la ciudad engalanada con luces, adornos, mayoritariamente en los escaparates, con árboles de Navidad, belenes, etc., haciendo que contemplar la Navidad en Londres se convirtiese en un verdadero lujo y privilegio. Y agria, porque no estuve con mis seres más queridos y por no haber disfrutado de las fiestas de la manera que yo esperaba. Debo mencionar que aquí en Navidad se desborda la actitud y fiebre consumista, materialista y derrochadora de dinero. Paradójicamente, el concepto actual que tenemos los occidentales sobre la Navidad es completamente erróneo y absurdo, ya que se basa en aspectos puramente materialistas, superficiales y consumistas (sobre todo de cosas superfluas), ignorando y desentiéndase de aspectos más relevantes y trascendentales. Entre esos aspectos están la oración y la reflexión, la solidaridad y generosidad, el amor y el perdón, la paz y la justicia, etc. Valores que todos deberíamos hacer realidad todos los días del año, y no sólo cuando es Navidad, para hipocresía de muchos.
Las Navidades, las mejores fiestas del año para mí, se han convertido en un verdadero negocio que reporta mucho dinero, sobre todo para las grandes superficies comerciales, siendo al mismo tiempo una importante fuente de gastos para las familias, repercutiendo de este modo seriamente en la economía doméstica. Es, simplemente, puro «marketing». De todas maneras, no quiero convertir mi comentario sobre la noción que tenemos los occidentales hoy en día de la Navidad en una crítica destructiva. Todo lo contrario. Lo que quiero es que sea una crítica constructiva para que la gente medite seriamente sobre el verdadero sentido y valor que supone la Navidad para los cristianos, teniendo muy presente el trascendental hecho que supone el nacimiento de Nuestro Redentor, Jesús de Nazaret.
Continuando mi relato sobre mis amistades en Londres y en relación con lo anteriormente expresado, la Navidad en esta ciudad, voy aportar alguna anécdota acaecida en esas fechas tan entrañables. Pero antes de contarla, es preciso que os confiese que justo antes de coger mis vacaciones navideñas estuve convaleciente a causa de una gripe. Dicha convalecencia persistió hasta el mismo día de Navidad, perdiéndome la cena especial de nochebuena (en Inglaterra se le llama a ese día Christmas Eve), la cual había pagado previamente para poder cenar y beber unas ₤20, que no me han servido para nada. Recuerdo que ese mismo día de Christmas Eve me sentía bastante mal, agobiado y desanimado, potenciado ese efecto al saber que todo el mundo se divertía, menos yo, que desgraciadamente tenía gripe. Aun así, mis compañeros de habitación que estaban celebrando la cena en una de las cocinas de la residencia, me animaron para que les acompañase a su fiesta y comiese algo de comida que ellos tenían preparada. Yo, primeramente, me resistí a la sugerente tentación, pero pensé interiormente que es absurdo comportarse como un aguafiestas esa noche única en todo el año y de tanto fervor y devoción, que finalmente me sumé a la fiesta a última hora, correspondiéndoles con mi agradecimiento por su empatía, amistad e interés hacia mí. Esa misma noche había diferentes cenas y fiestas en toda la residencia. Una noche mágica que no lo fue para mí por culpa de la gripe. Afortunadamente, no siempre me iba durar mi gripe, por lo que me recuperé el mismo día de Navidad (ni que fuera un milagro, porque llevaba más de una semana enfermo y pensé que no me iba a recuperar mientras durasen las fiestas). Ese mismo día de Navidad lo pasé levantado, viendo la televisión en la «Tv. room» de la residencia con otra gente de diferentes países. Yo deseaba que llegase la noche de fin de año lo más pronto posible para poder divertirme, al mismo tiempo que desahogarme sanamente después de mi pasada convalecencia, saliendo de marcha. Y así lo hice, el día de fin de año llegó a la misma velocidad que un parpadeo de ojos. Yo esperaba mucho de ese día, en el sentido de que se celebrase una gran cena como la de nochebuena y cenásemos todos mis amigos juntos, en un ambiente festivo, de paz y compañerismo. Pero un fue un tanto decepcionante, ya que cada uno cenó por su cuenta la comida que se habían comprado para ese señalado día. Yo no cené nada del otro mundo, en el sentido de que no comí ningún manjar, sino que la cena fue de lo más normal, como si en realidad no celebrase nada. Esto último me hizo seriamente reflexionar y llegar a la conclusión de que la Navidad está hecha por y para la familia, para disfrutarla de verdad con ella. Debo aclarar como persona hogareña que durante toda mi estancia en Londres no un hubo un sólo día en que dejase de pensar en mi familia, sobre todo en mi madre, por sus preocupaciones por mi situación personal y profesional en esta ciudad. Si ya no me olvidaba durante el resto del año de mi familia, mucho menos en la Navidad, época en la que te sientes más arropado y feliz con tus seres más queridos.
Continuando la crónica de mi celebración de Fin de Año, conocida en términos lingüísticos anglosajones como New Year’s Eve, nos reunimos todo el grupo (la gran mayoría eran españoles) en una habitación de un amigo para beber, conversar, cantar y, en conclusión, para divertirnos sanamente. Curiosamente, esa era la habitación en la que se hospedaba un paisano mío, de Santiago de Compostela, quien sabía tocar muy sutilmente la guitarra española. Esa noche, como es lógico, también la tocó, alegrando y endulzando esos momentos nostálgicos de fin de año. Después de un largo rato de celebración en la habitación y justo antes de salir de marcha, decidimos por unanimidad acudir a ver los mundialmente famosos fuegos artificiales en la Casa del Parlamento, es decir, enfrente del Palacio de Westminster y el Big Ben, lugar ideal para contemplar y sentir el éxtasis del este gran acontecimiento cumbre. Sin duda, era el sitio perfecto para acabar el año y comenzar el siguiente, con unas vistas nocturnas verdaderamente esplendorosas, o cuanto menos impactantes y cautivadoras, en las que podría recrearme gozosamente ante la presencia de luces y adornos navideños que engalanaban los árboles y edificios en ambas márgenes del río Támesis, aprovechando en observar el reflejo en el agua del río de los fuegos artificiales. Además me permitiría sentir la abrumación y estupefacción causada por el gran ambiente multicultural que se respiraría, todo como telón de fondo el Palacio de Westminster y el mítico Big Ben. Pero, desafortunadamente, no fue así como realmente ocurrió, ya que llegamos lo suficientemente tarde como para vivirlo y contarlo. La razón de nuestra fatal demora se debió al sofocante tráfico que había por toda la ciudad. A pesar de ello, todo el grupo, incluyéndome a mí, superó sin dificultad esa trivial frustración y decepción. Digo trivial, ya que en el mundo ocurren cosas más importantes que el mero hecho de ver unos fuegos artificiales, aunque sean en una noche y en un lugar tan especial como es Londres, sin desmerecer ni desprestigiar en absoluto lo grandioso que ello supone para mucha gente, al igual que para mí. No dejamos, por tanto, de celebrarlo por todo lo alto, bebiendo champán, comiendo las tradicionales uvas, saltando, cantando, bromeando entre nosotros (éramos más de 10 de personas), todo ello concretamente enfrente de un monumento de acero, replica del Big Ben, pero en tamaño miniatura, situado en la plaza de Victoria Station. Posteriormente a las campanadas que sonaban desde el cercano Big Ben (sólo estábamos a 10 minutos andando desde nuestra ubicación hasta ese punto), nos recorrimos todos juntos algunas de las zonas más emblemáticas de Londres, empezando por Victoria Station, siguiendo por Piccadilly Circus, Trafalgar Square y finalizando en el Palacio de Westminster, respirando el ambiente divino de esa noche única en la ciudad. En Westminster cogimos un autobús que nos llevó hasta nuestra zona de residencia, Camberwell, para después disfrutar de la avanzada madrugada en el único pub que entramos, y así poder bailar y neutralizar nuestra sed bebiendo. Yo había bebido bastante, pero era capaz de llegar por mi propio pie a la residencia. Y eso fue lo que decidimos una hora después los pocos atrevidos e impetuosos que habíamos aguantado casi hasta al amanecer del día siguiente sin descansar y dormir, irnos de vuelta a la residencia para reponernos físicamente de la agitada, intensa y emotiva noche. Sin embargo, para mi asombro, aún había unos pocos rezagados con ganas de más juerga que decidieron, casi a punto de amanecer, acudir en una de las discotecas más famosas y caras de Londres, la Ministry of Sound. Me trataron de convencer para que fuera con ellos, pero no lo consiguieron, ya que casi no podía aguantar el fuerte e inclemente cansancio que sentía por todo mi cuerpo, aparte de que no tenía la moral suficiente como para gastar más dinero. El día siguiente lo pasé casi enteramente durmiendo y tratando de recuperarme del agotamiento y la resaca que tenía.
Para concluir mi crónica sobre lo que supuso para mí las navidades en Londres, y respetando los diferentes puntos de vista que cada uno pueda tener o interpretar sobre mi experiencia, es lógico y preciso decir que las navidades allí fueron un poco decepcionantes y frustrantes en determinados aspectos o hechos, pero grato, alegre y nostálgico en otros, equilibrándose justamente la balanza.
Para continuar esta obra autobiográfica y didáctica, quisiera contar tres de las muchas anécdotas que viví en Londres durante mi estancia.
La primera de ellas tuvo lugar en Victoria Station, en donde presencié atónito a una persona sentada en una silla y con un megáfono en la mano, en medio de la plaza, entre el alborozo y la congestión de gente y vehículos que circulaban por la carretera, leyendo algunos versículos de los Santos Evangelios. La verdad es que esa escena me pareció bastante insólita y un tanto peculiar.
La segunda anécdota tuvo lugar en una de las calles de Londres, concretamente en Oxford Street, en donde pude observar con cierto asombro, en más de una ocasión, a gente británica con la camiseta del Real Madrid puesta con el nombre y el número de David Beckham en la espalda. La verdad es que tanto David Beckham como su mujer Victoria Adams son posiblemente las dos celebridades más admiradas y aclamadas entre la población británica. Si no me creen, basta con observar la infinidad de portadas que acapara esta famosa pareja en los distintos rotativos londinenses, convirtiéndose, a diferencia del común de los mortales, en verdaderos ídolos de masas. El fichaje del jugador estrella de la selección inglesa por el Real Madrid levantó mucha expectación en el Reino Unido, sobre todo entre la gente fanática del fútbol (diría que casi todos los ingleses sienten devoción por fútbol, ya que ellos fueron quienes inventaron el que es hoy en día el deporte rey por excelencia), y convirtiéndose dicho fichaje en uno de los fenómenos mediáticos deportivos del momento en ese país. Esto no hizo más que agrandar aún si cabe la intachable leyenda del Real Madrid en su política de fichar a los mejores jugadores del mundo. Un equipo que es en la actualidad el club más importante, universal y prestigioso del mundo en toda la historia de este deporte. Yo tuve la dicha como madridista de poder presenciar en Madrid su incomparable y fascinante museo en el año 1999, observando con sumo detalle y con cierta perplejidad cada uno de sus trofeos y títulos logrados por este famoso club de fútbol a lo larga de su fantástica y gloriosa historia.
La otra anécdota me sucedió en el distrito de mi residencia, Camberwell, al acudir a un banco, concretamente el Lloyds, para efectuar una operación bancaria. Fui un día laborable y yo, como un caballero de buenos modales, estuve una vez dentro esperando en la cola hasta que llegase mi turno en ventanilla. Cuando me tocó, un banquero de color me atendió y me pidió que le presentase el pasaporte. Nada más entregárselo y leer mi nombre, el empleado del banco se quedó totalmente sorprendido y perplejo, quien exclamó a viva voz mi nombre, Jesús, preguntándome para cerciorarse si realmente me llamaba así. Yo, ante esa situación embarazosa, lo máximo que pude hacer era tratar de reconocer disimuladamente que ese era mi nombre. No quería que pensase tanto él como la gente que estaba esperando formalmente en la cola, que yo era la misma Encarnación del Hijo de Dios. Después de ese breve momento de confusión y apuro, salí lo más pronto posible del banco, dándole vueltas a esa situación inédita y un tanto cómica. La verdad es que eso no fue un casi aislado, ya que mucha gente en Inglaterra al escuchar mi nombre se quedaba sorprendida y expectante ante mí, quien intentaba de un modo u otro escabullirme de aquel embrollo y mal entendimiento. Lo que pasó es que la mayoría de la gente extranjera que me conoció en Londres, no sabía que mi nombre es muy común en mi país, por eso, en numerosas ocasiones tuve que explicarme para salir de esa confusión. Después de reflexionar en privado sobre todo ello, he llegado a la firme conclusión de que cualquier nombre sagrado que haga mención a un Dios, no debería de atribuirse a ninguna persona normal. Concretamente Jesús es el nombre más sagrado y especial para todos los ciudadanos cristianos del mundo, sobre todo los occidentales, ya que pone de relieve el nombre de Nuestro Mesías, Jesús de Nazaret. Por eso, mi idea de que mi nombre o del cualquier persona que se llegase a llamar Alá, Krishna, Buda, etc., deberían estar únicamente reservados para nombrar sólo a esos dioses, según su religión y doctrinas.
Volviendo a cosas más terrenales, es preciso señalar que en mi segunda etapa en Londres mi círculo de amistades fue algo más amplio, pero con el inconveniente de que en vez de relacionarme más con gente extranjera para poder practicar y mejorar mi nivel inglés, lo hice con gente española, porque las circunstancias, ajenas a mi voluntad, se dieron de ese modo. Algunas de mis primeras tardes antes de encontrar un trabajo en Londres en mi segundo contacto las pasé jugando al fútbol con varios compañeros de la residencia en un parque que había muy cerca de mi lugar de hospedaje. Fueron las primeras amistades que hice en Londres cuando llegué de vuelta a esta capital. Prácticamente mi vida social en esta segunda etapa lo hacía con gente de nacionalidad española, y como no podía ser menos, hicimos algunos «botellones». Estas fiestas informales e íntimas en la residencia atraían a mucha gente, sobre todo española, animosa de diversión y «buen rollo». Tan ambientados e interesantes eran estas «reuniones», que ya no sería la primera vez que se llegase a congregar a más de una docena de personas. Yo he sido miembro partícipe en esta clase de reuniones, siempre bebiendo con moderación y divirtiéndome sanamente. Dicho sea de paso para que nadie saque conclusiones precipitadas y no me considere un alcohólico. Había muchas veces en que mis amigos se reunían expresamente para beber, conversar y fumar juntos, siendo yo invitado por ellos y sin que yo sintiese la necesidad de hacer lo que ellos hacían, en el sentido de beber y fumar. A veces, por no ser un aguafiestas, lo hacía.
Antes de mi marcha de la residencia Brooke Hall a principios de agosto decidimos entre varios amigos y yo viajar a la ciudad de Brighton para conocer su ambiente y disfrutar al máximo de un día de verano en la playa. La decisión la tomamos entre 5 personas: un malagueño, un valenciano, un ovetense, una barcelonesa y yo. Antes de tomar dicha decisión estuvimos analizando pros y contras y planificando correctamente nuestro viaje. Ante varios amagos de renuncia en ir a dicha ciudad, finalmente acordamos ir todos, a excepción de la barcelonesa que finalmente tenía que trabajar ese día de fin de semana. Partimos un sábado del mes de julio muy temprano por la mañana. Cogimos el autobús en Camberwell New Road hasta Victoria Station, en donde nos bajamos para ir a pie hasta la estación de autobuses de Victoria. Allí, a primera hora de la mañana, no recuerdo la hora concreta, cogimos el autobús National Express con destino a Brighton. El precio del billete de autobús ascendió sólo a £11, ida y vuelta incluidas. Durante la hora y media de trayecto que nos llevó hasta esa hermosa ciudad, estuvimos durmiendo una corta siesta para reponernos del efecto del madrugón de esa mañana, y de ese modo, estar más despejados y relajados durante nuestra estancia en Brighton. Yo estaba entusiasmado e ilusionado con conocer esa turística ciudad, la cual es la ciudad costera más popular de Inglaterra. En mis venas corrían la impaciencia y la emoción de querer llegar a ese lugar para poder desconectar de los agobios de la gran metrópoli y disfrutar con mis amigos de la playa, del ambiente y su clima estival. Nada más adentrarse el autobús por la ciudad, se podía percibir entre los ocupantes del autobús murmullos de expectación y admiración al presenciar los paisajes, avenidas y plazas de la ciudad. Entre todos esos lugares, debo nombrar un espectacular palacio de estilo árabe en el mismo centro de la ciudad, al cual tuve la oportunidad de poder observar desde su exterior. Lamentablemente, no compré ninguna cámara de fotos para poder inmortalizar mi visita a esa ciudad, aunque el recuerdo lo tengo muy fresco y vivo en mi mente.
Antes de irnos a la playa estuvimos paseando por la ciudad, la cual tiene aproximadamente 250000 habitantes, para palpar su ambiente en los distintos pubs, mercadillos y lugares más turísticos. Posteriormente, nada más visitar uno de sus enormes muelles con sus diferentes atracciones para los niños, nos fuimos a la playa que, curiosamente, no era de arena, sino de piedras pequeñas, muy incómodas al tumbarse. Después de despojarme de la ropa que llevaba puesta, a excepción del bañador, me metí sin pensarlo dos veces en el agua del mar, el cual estaba bastante gélida. Disfruté como un niño que aprende a nadar mientras me bañaba. Decir que mis propios amigos no tuvieron el valor de bañarse, ya que según ellos el agua estaba bastante fría. Después de mi no corto chapuzón, me sequé con la toalla y me puse al sol durante unos minutos. Al poco tiempo nos vestimos todos y fuimos comprar comida para la merienda. Durante el camino yo no perdía el contacto visual con la playa y su sensacional paseo marítimo. Después de merendar, entramos en un pub para tomar algo, al mismo tiempo que nos resguardábamos del tiempo plomizo que empezaba a levantarse a última hora del atardecer. Serían sobre las ocho y media o nueve de la tarde cuando cogimos de nuevo el autobús de vuelta a Londres. En la cara de mis amigos y en la mía propia se podía atisbar la satisfacción y entusiasmo de haber visitado ese día esa genuina y preciosa ciudad. Una ciudad, a la que yo estaba barajando la posibilidad de trabajar en verano, pero que finalmente decidí hacerlo de nuevo en Londres, quizás por su renombre internacional y por haber mayor ofertas de empleo. La hora de llegada a la residencia fue sobre las 11 de la noche aproximadamente, momento en el cual decimos todos acostarnos para reponernos del intenso y emotivo viaje a Brighton.
Eso todo me ocurrió mientras residía en la residencia de Brooke Hall. Al mudarme de residencia para vivir en una casa situada en Fulham,las cosas cambiarían mucho, en el sentido de que ya no tendría los problemas de adaptación que tuve con las instalaciones de mi antigua residencia. Todo lo contrario. Estaba encantado de la vida. Era lo que en el fondo estaba buscando, un lugar habitable en donde vivir, un lugar que me hiciera sentir como si estuviera en mi propia casa. Ese cambio se produjo a mediados de agosto de mi segundo contacto, es decir, a tan sólo un mes de mi marcha de Londres. Quizás ese cambio llegó un poco tarde, siendo en cierta manera algo circunstancial, pero no del todo, ya que he tenido la oportunidad a través de agencias inmobiliarias de cambiarme a un piso o una casa con gente de habla inglesa. El problema era que el servicio profesional prestado por estas agencias resultaba excesivamente caro y mi débil economía no estaba muy bien «saneada». Debo decir que la casa en la cual me alojé con otras personas más, me dejó en alquiler una agradable, respetuosa y atenta familia gallega, con quien tuve una muy buena relación de amistad. El trato hacia mí fue del todo exquisito, cordial y hospitalario. Esta familia tenía su propia casa, la cual era alquilada para ser compartida con otra gente. Además, tenían otra casa, de la cual no eran propietarios, sino que era realquilada por otra gente. El precio de alquiler de una habitación compartida con otra persona ascendía a £70 semanales, más otras £70 adicionales en concepto de depósito. Para no perder dicho depósito debería comunicarlo al menos con una semana de antelación. La verdad es que las condiciones económicas exigidas en el alquiler eran bastante razonables y asequibles para mi maltrecho bolsillo.
Allí, en mi residencia en Fulham,me alojé con otras personas, entre ellas, dos hermanas de Santiago de Compostela, una chica zaragozana, con chico y una chica de Barcelona, y una chica londinense llamada Sandra, hija de la familia a la cual le alquilé la habitación. Posteriormente acabaría alojándose aquí un buen amigo que tuve en mi antigua residencia de Santa Cruz de Bezana (Santander) llamado Nestor. Este fue mi mejor amigo en mi segunda etapa en Londres. Mi amistad fue tan grande con él, que tuvo la grandiosa amabilidad de ayudarme a cargar con las pesadas mochilas el día de mi marcha de la ciudad en plena madrugada. Fue, sin duda, uno de los más bonitos detalles que tuve de este chaval, y que no lo olvidaré jamás. Su simpatía, interés y respeto hacia mí es digna de alabar. Pero no sólo con él he tenido una estrecha amistad, sino que además tenía amistad con mucha otra gente española en mi antigua residencia de Camberwell procedentes de Málaga, Barcelona, Marbella, Oviedo, Madrid, Valencia, y en definitiva, de cualquier parte de España (también he tenido amigas francesas en mi segunda etapa). En mi nueva casa en Fulham seguiría teniendo vida social, pero de otra manera. Ya no nos reuníamos para celebrar los clásicos «botellones», sino que nos reuníamos para conversar en el jardín de la casa sobre nuestros asuntos cotidianos en la ciudad. También nos juntábamos en el salón para charlar o ver algún programa o película alquilada por televisión. Una anécdota de mi estancia en esa casa fue el hecho de que conocí a una pareja de novios muy agradable, procedente de la localidad de Xinzo de Limia, situada a tan sólo a 20 kilómetros de distancia de mi municipio, Allariz. Resulta muy curioso ese hecho si tenemos en cuenta que nos conocimos en Londres, una ciudad abismalmente grande, en donde viven más de 10 millones de habitantes. Eso me hace pensar que el mundo puede ser a veces un pañuelo.
Con algunos de mis amigos de mi nueva residencia llegué a salir de marcha por algunos pubsdel distrito de Fulham. De todo ellos me quedo con uno, cuyo nombre no recuerdo, del cual tengo un grato recuerdo porque coincidió con los últimos momentos de mi estancia en la capital londinense. Algo peculiar que se solía hacer en ese pub, era que los camareros y camareras una vez subidos de tono por culpa del alcohol, tenían por costumbre subirse a la barra y hacer como una especie de «strip-tease» (digo esto porque no era un «strip-tease» en toda regla, ya que sólo se quitaban parte de su ropa de cintura para arriba) para asombro y admiración de la gente allí congregada. Parecía como sacada de la película “El Bar Coyote”. Otra cosa que se me quedó grabada en mi mente de ese pub, fue el hecho de que pusieran la mítica canción de “La Bamba” de Richie Valens, una canción muy «spanish» que hizo enloquecer y saltar a muchos de los presentes, la mayoría ingleses. Sin duda para mí uno de los momentos álgidos de esa noche hubiese sido si pusieran en el local la legendaria canción del artista Mike Oldfield titulada “Moonlight Shadow”, a la cual siento una especial debilidad y predilección. Por lo demás, la música era comercial, es decir, la clase de música que siempre me ha entusiasmado.
Como no quería enfriar el recuerdo que tenía en mi mente sobre esta gente y mis vivencias allá, he querido inmortalizar con una cámara de fotos tan entrañables y nostálgicos momentos para poder revivirlos emocionalmente de vez en cuando a lo largo de mi vida. Sé que tengo una «familia» en Londres que estaría dispuesta a prestarme su ayuda, generosidad y afecto en el caso de que estuviese interesado en volver de nuevo a esta ciudad. Ser consciente de ello, me llena de satisfacción y alegría.
 
4º LA MARCHA NOCTURNA LONDINENSE
Si hay algo que merezca la pena resaltar de Londres, aparte de su belleza y riqueza artística, cultural y multiétnica, es, sin duda, el ambiente nocturno que se respira en sus incontables pubs y discotecas que se encuentran a lo largo y ancho de la ciudad, verdaderos «santuarios» de la diversión, el entretenimiento, de reunión, de fiestas privadas, etc. Yo mismo lo pude comprobar personalmente acudiendo a bastantes de ellos. Ese ambiente nocturno en Londres es especial y placentero. Te envenena la sangre, te enamora, te conquista… La verdad es que no hay muchas formas para definirlo. Sin duda, hay un gran abanico de posibilidades de ocio para el que vive en esta ciudad, tanto si se busca diversión, ligue, cenar fuera, ir de conciertos, ir al teatro... De hecho, en varias ocasiones he tenido la impresión de ver la ciudad más saturada de gente un sábado noche que un día de semana laborable en hora punta. Eso da fe de que la juerga nocturna los fines de semana es una de las principales prioridades que tiene la gente en esta ciudad, ya que esto fomenta el ocio, y por tanto, el desconectar de las preocupaciones y la monotonía del día a día producidas por el trabajo, estudios u otras cosas. Para mí, sin lugar a duda, ha sido una de las principales razones que determinó el que yo viviese en la capital británica, teniendo la privilegiosa oportunidad de explorar ese mundo nocturno que se esconde en Londres. Dicha razón era tan fundamental, que al día siguiente de mi llegada no me resistí a comprobarlo por mí mismo. Es preciso mencionar que, al contrario de lo que ocurre en España o Holanda, las leyes impuestas por el gobierno británico son lo suficientemente duras, conservadoras y represoras en cuanto al cumplimiento de la hora de apertura y clausura de locales de ambiente nocturno, ya sean pubs, discotecas, night-clubs, cabarets... Generalmente, en dichos locales la hora del cierre por la semana es sobre las 11 y media de la noche, mientras los fines de semanas es sobre las 3 o 4 de la madrugada, exceptuando algunos pocos locales, como discotecas, que pueden estar abiertos hasta las 7 de la madrugada. El severo, riguroso e intenso control de alcoholemia, unida a su reducidísima tasa de alcohol permitida en la sangre por parte de la policía metropolitana para detectar a los conductores borrachos, es una barrera represiva que desalienta a la gente, sobre todo jóvenes, a salir a veces de marcha, pero por encima de todo, a que puedan comportarse a su «libre albedrío», metafóricamente hablando. Por si fuera poco, el gobierno inglés, además, ha subido disparatadamente el precio del tabaco y el alcohol, muy íntimamente vinculado con la diversión y la marcha nocturna en esta capital, al igual que ha influido en la notable subida de los precios para acceder a la gran mayoría de los locales privados de ambiente nocturno. Con todo ello, es odioso hacer comparaciones entre el estilo o calidad de vida en España que de Inglaterra, ya que probablemente el estilo de vida español sea más liberal y alegre que en Inglaterra, comprensible en todo momento porque tenemos a mi modo de ver mejor clima, mayor ocio, mejor gastronomía, mejores paisajes naturales, y por supuesto, mejores fiestas y romerías. También ayuda mucho a que tengamos un tipo de gobierno más permisivo, progresista y liberal que en Inglaterra. Sin embargo, el estilo de vida (o calidad de vida) no es lo mismo que el nivel de vida, y en ese segundo aspecto nos superan los ingleses con diferencia, ya que su renta per cápita por habitante es bastante más elevada que la nuestra.
Pero centrándome en mi situación personal en Londres y la marcha nocturna que allí experimenté, debo decir que lo que más disfruté en esa ciudad fueron sin duda de los pubs1 (abreviatura de public bar), los cuales son instituciones meramente inglesas, decorados elegante y magistralmente, y que algunos de ellos bien merecían ser declarados patrimonios artísticos. El pub cumple una función social en el sentido puro de la palabra. Es un lugar al que se va para saciarse de beber, es un punto de encuentro entre amigos y no amigos, un lugar de conversación, discusión, de entretenimiento. Allí se baila, se bromea, se juega a las cartas o a los dardos, se canta en sus karaokes, se intenta ligar, y en definitiva, se trata de desconectar de las preocupaciones y estrés suscitadas por la monotonía diaria del trabajo o estudios. Como todo esto provoca cansancio, nada mejor que beber más rondas para calmar la sed. Todo sea por la buena causa. En los pubs no es difícil encontrarse con mujeres de cuerpo escultural y provocativo, la mayoría de ellas bien maquilladas, vestidas y perfumadas, como también a personas serias que conversan tranquila y armoniosamente, a familias domingueras, o algún extraño viejo fumador de pipa que contempla todo lo que ocurre en un su entorno, dándole vueltas a enigmáticos pensamientos. Hay que entrar sin ningún tipo de complejos, aquí nadie se fija en nadie, más bien todo el mundo acepta a todo el mundo. Lo sé por mi propia experiencia. El pub en Londres suele tener como mínimo dos salas: un «public bar», destinado desde sus principios a los clientes de los niveles sociales bajos; y el «saloon bar». Mencionar que el pub inglés es un «self-service» en el sentido literal de la palabra, ya que es necesario ir a la barra si quieres consumir, pagando en metálico en el mismo momento de pedir la consumación. ¿Qué se bebe? Normal y mayoritariamente se consume cerveza, de cualquier marca, clase y precio. La cerveza inglesa es muy genuina, ya que cabe diferenciar, según su clase, entre cerveza amarga y poco espumada, «bitter», la más sueva, «mild», y por último, la negra de un sabor dulce y de espuma cremosa, que en inglés se conoce como «stout». Es impresionante ver una gran variedad, a elección y gusto del consumidor, de marcas y clases de cerveza, cada cual con un nombre más peculiar. Hablando de cervezas, algo anecdótico fue el hecho de que muy próximo a la factoría en la que trabajaba en mi primera etapa, había una enorme fábrica que producía cerveza, la cual desprendía de sus chimeneas un desagradable olor y que, por momentos, cuando pasaba cerca de allí por cuestión del trabajo, me resultaba asfixiante tener que respirarlo. Dicha fábrica destilaba cerveza de la marca Guinnes, curiosamente la marca de cerveza que yo solía consumir en Londres cuando salía de marcha. Siguiendo con el comentario de los pubs, decir que también se dan comidas o cenas en estos lugares. Sin embargo, el aspecto negativo de los pubs era su riguroso horario de apertura y clausura, impuesto, como he dicho anteriormente, por el gobierno británico. Sin embargo, recientemente el propio gobierno aprobó una nueva ley que flexibilizará el horario de clausura de los locales de ambiente nocturno, por lo que cualquiera de esos locales podrá cerrar más tarde de las 11 y media de la noche.
Un rasgo singularmente británico es que frecuentemente, como si fuera algo tradicional, 10 o 15 minutos de la hora fatídica del peche de sus puertas, el patrón o responsables del pub avisan a sus clientes que se apresuren a hacer, si quieren, un último pedido. Es en ese momento cuando desaparecen todas las formalidades y modales que, paradójicamente, habían observado y mantenido todos sus clientes antes del sonar de la campana, dirigiéndose bruscamente a la barra, empujándose y gritando para que les sirvan la última consumición. Dije que en Londres casi nada os dejará indiferente, y creo que hay más que pruebas suficientes que así lo demuestran.
Después de mi pequeña descripción del ambiente y vida que se respiran en la gran mayoría de los pubs que he visitado, voy hacer especial mención a uno de ellos llamado The Black Sheep, situado en Camberwell New Road. Muchas noches grandiosas tengo pasado en ese pub con mis compañeros de residencia, conversando, bebiendo cerveza o sidra, bailando, tratando de divertirme, y en definitiva, desfasando muchos fines de semana en esta ciudad. Aparte de este local en el que ponían generalmente música comercial internacional, también entré en otros pubs con una decoración y belleza exquisita, como el Prince of Wales, el Silver Buckle y en algún otro más. Todos ellos están situados en mi zona de residencia, Camberwell Green. La verdad es que salir de marcha por estos locales era una forma de evadirme de mis continuos problemas de acomodación a las instalaciones de mi residencia, al igual que también me servía para afianzar más mi amistad con los amigos que tenía. De todas las veces que he salido de fiesta, recuerdo la vez en que conocí a dos chicas, una francesa y otra belga, con quienes canté en uno de esos pubs que tenía karaoke la bella canción titulada “Stand by me” de Ben E. King. Curiosamente las conocí el mismo día en que aterrizaron en Londres y gracias a que residían en la misma residencia que la mía. Por lo demás, mencionar que esa noche me divertí escuchando y bailando al ritmo de canciones legendarias y románticas, como “I think we are alone now” de Pascal and Tiffany y “Last Christmas” de George Michael.
Sin embargo, los primeros fines de semana de estancia en Londres he salido, como ya dije anteriormente, con muchos de mis primeros compañeros de la residencia, en su gran mayoría españoles, por zonas «okupas». Estos locales clandestinos son muy numerosos en Londres, y cada día empiezan a proliferar más, para colmo de la degeneración, ya que no me gustan casi nada. Este tipo de «tugurios», por llamarlo de alguna manera, son frecuentados por gente y personajes variopintos, desde el típico «pijo» vestido de traje y corbata, pasando por gente pintoresca vestida de forma extravagante o de presencia informal, usando piercings, tatuajes, pendientes en todos lados, con el pelo teñido y peinados de mil maneras. También era fácil encontrarse con el típico «rapero» afroinglés con los pantalones semicaídos y con zapatillas deportivas e incluso, y esto es lo que me daba mala espina, encontrarse con drogadictos y vagabundos vestidos con ropa muy gastada, arrugada o sucia. La verdad es que estos lugares muy baratos (no vale nada la entrada y el precio de cualquier consumición era muy bajo en comparación con los lugares normales) en los que «pinchaban» música house y tecno, me causaban una mala impresión y un moderado pudor. Gran parte de ese pudor se debía a que la mayoría de esos lugares eran fábricas abandonadas, en donde se hacían fiestas de forma clandestina y, para mi opinión, ilegalmente, porque la gente consumía sustancias prohibidas, ya sean blandas o duras, especialmente de diseño. En ningún momento me sentí a gusto las dos o tres ocasiones en que entré en estos lugares, y que más bien fueron en contra de mi voluntad o bien por el efecto del alcohol, o por buscar algo de diversión los fines de semana. A este tipo de ambiente íbamos en grupos generalmente de no menos de 10 personas. La verdad es que muchos de mis amigos y amigas disfrutaban en esos sitios, bien es cierto que ayudados por el alcohol. Yo por el contrario me sentía raro, incómodo y desencajado en esos ambientes. No entendía que hacía yo ahí. Aun teniendo la posibilidad de gastar mucho menos dinero saliendo de marcha por estos lugares «marginales», ni mucho menos me planteé la idea de seguir haciéndolo. Así que me aparté poco a poco de esas malas influencias que me transmitían mis primeros amigos, y fui buscando gente formal y responsable, como mis compañeros de habitación de nacionalidad francesa con quienes llegué a tener un estrecho vínculo emocional y afectivo con ellos. Con estos compañeros, junto con algunos italianos, algún checo y español, empecé a salir de juerga por sitios más normales, como los mencionados The Black Sheep, el Prince of Wales, Fabric, etc., todos ellos bellos y memorables lugares y de gratos recuerdos. Eso todo sucedió en primer contacto con esta ciudad que duró aproximadamente 4 meses.
En relación a mi segunda etapa de más de 3 meses en Londres, es preciso comentar que ha sido bastante diferente a la hora de salir de marcha que en mi primer contacto, ya que la gran mayoría de los fines de semana trabajaba, por lo que he salido bastante menos por las noches, limitando la mayoría de mis juergas a amenos y divertidos «botellones» en la habitación de un amigo santanderino con quien hice muy buenas migas. Probablemente, este chaval ha sido el mejor amigo que tuve en Londres en toda mi estancia. También he compartido noches de juerga con otras amigas y amigos españoles, además de dos simpáticas chicas de la Bretaña francesa que poseían un físico imponente. También llegamos hacer algún «botellón» en el jardín de la residencia por las noches, generalmente entre mucha gente española, aunque siempre se unía gente francesa, alemana o italiana. Algo bueno que tenía la residencia, era que estaba situada, como ya comenté, al lado de un parque en el que había varias instalaciones deportivas con campos de tenis y fútbol, pasando, como ya relaté anteriormente, algunas de mis primeras tardes de mi segunda etapa jugando al fútbol con gente de mi residencia o de fuera de ella. En esta segunda etapa mi círculo de amistades a la hora de salir de marcha por las noches se restringió a gente básicamente española, frecuentando las zonas del centro de la ciudad, en esos lugares donde más ambiente nocturno se respiraba, como Piccadilly Circus, Leicester Square, el Soho o Mayfair. En una de esas zonas, en un par de ocasiones, he sido testigo directo del racismo y la xenofobia que manifestaban ante mis compañeros y a mí algunos de los porteros de varios pubs, al no permitirnos la entrada en dichos locales, alegando y justificando todo tipo de excusas o razones incomprensibles y absurdas, con el fin de que no pudiésemos entrar para divertirnos. Sin embargo, estos dos casos aislados eran la excepción a la regla, no teniendo por mi parte nada que reprochar a los ingleses, salvo algún caso muy rebuscado y sin mucha trascendencia. En una de esas dos ocasiones en que tuvimos el citado incidente, nos pasamos la noche dando más vueltas que en una noria para tratar de localizar un local más o menos decente en el que pudiésemos entrar para tomar algo como cualquier ciudadano normal que quiere divertirse. Sin embargo, no lo encontramos, e incluso, de tanto deambular de un lado para otro, acabamos sin darnos cuenta en uno de los numerosos barrios «gays» que se encuentran por la ciudad. Eso ya era la gota que colmaba el vaso. Yo no me sentía nada gusto en ese tipo de ambientes, aun estando muy poco tiempo. En definitiva, esa noche por no querer o poder gastar todos mucho dinero, ya que sí teníamos la oportunidad de entrar en alguna discoteca, puesto que varias personas que trabajaban como Relaciones Públicas nos vendían entradas por £10 cada una (15 euros al cambio) y sin derecho a consumición, acabamos todos en un local español llamado Pepes. Después de haber esperado impacientemente casi una hora, conseguimos acceder a su interior. Si hablase con propiedad debería decir que aquello parecía un zulo repleto de gente, la mayoría británica, aunque también había española. La música que ponían era sevillanas y flamenco. La verdad es que estuvimos no más de 20 minutos en el local. Con eso lo digo todo. Ya os podéis imaginar como era. Prefiero reservarme de todo comentario. En conclusión, tanto esperar para nada, para una noche aciaga. Como dije anteriormente, esa noche fue la excepción a la regla, ya que la mayoría de las veces que salí de marcha por las noches en esta ciudad me divertí. Por si no fuera así y para compensar cualquier desventaja, tenía el privilegio de vivir y ver muchas cosas insólitas y curiosas en las noches veraniegas en Londres. Entre esas cosas, tuve la oportunidad de presenciar en el centro del ambiente nocturno londinense un medio de transporte muy singular, del estilo de un carruaje de tres ruedas, pedaleado por un conductor para llevar a parejas que desean disfrutar y recorrer la ciudad desde una manera más emotiva y original.
Si hay algo de lo que estoy arrepentido a la hora de disfrutar al máximo de la marcha nocturna londinense, es de no haber entrado en la famosa macrodiscoteca Ministry of Sound situado en ElephantandCastle (zona 1). La razón fundamental que motivó el que yo no entrara en ese sitio fue por culpa de su elevado precio que superaba las £20, sin derecho a consumición, para mi pesar. En varias ocasiones, entre mis amigos de residencia y yo, nos planteamos seriamente la posibilidad de entrar en este prestigioso local, pero unos movidos por su pereza y otros porque les parecía demasiado caro, propició el que nadie se decidiese por entrar en dicho local. Quizás algunos de mis gentiles lectores piense que por permitirme un capricho no pasaba nada, y que esta vida es muy corta y efímera como para desaprovechar oportunidades así. Sin embargo, para comprender bien mi decisión tomada, es necesario que se pongan en mi lugar, teniendo en cuenta mi bajo sueldo laboral, los pocos ahorros que tenía y lo carísimo que está la vida allí, ya que de este modo se entenderá bien mi comportamiento, justificado en todo momento. Así que, a lo dicho, hecho, y a lo hecho, pecho.
Quisiera, ya para terminar mi comentario sobre el ambiente nocturno de Londres, aconsejar varios de los locales de marcha nocturna que he frecuentado, así como otros en los cuales no he llegado a entrar, pero que son muy recomendables en cuanto a su fama, tipo de ambiente, de música y, en definitiva, en su relación calidad-precio.
Entre todos los pubs2 que hay en Londres debo recomendar lógicamente los que he entrado: The Black Sheep, el Prince of Wales y el Silver Buckle, situados todos ellos en el distrito de Camberwell. En todos ellos no se cobra por la entrada y el precio de cualquier consumición oscila generalmente desde las £2 en adelante. Son lugares acogedores y ambientados, donde tienen sofás para sentarse, zonas habilitadas para jugar al billar o a los dardos, se dan bebidas y comidas en forma de tapas variadas, o incluso con karaoke, como es el caso del Silver Buckle.
Otro lugar que debo recomendar y que he estado un sábado con amigos franceses, es el Fabric. Este lugar, que antiguamente era una carnicería, fue convertida en una discoteca metálica, con diferentes salas y ambientes, donde pinchan diferentes DjsFabric, con su propio sello discográfico y cuyas recopilaciones gozan de buena imagen. Normalmente se cobra la entrada por el orden de £15, aparte las consumiciones van por cuenta de sus visitantes. La verdad es que es suficientemente cara como para ir todos los fines de semana, razón por la que entré sólo una vez. Esta discoteca está cerca de la estación de metro de Farringdon.
Si tengo que mencionar un lugar por su gran fama y prestigio europeo, ese es la Ministry of Sound. Esta discoteca está situada cerca de la estación de metro de Elephant and Castle. Es el lugar favorito para los turistas, sobre todo extranjeros, que ven este lugar como un verdadero «santuario» de la música electrónica, como son el tecno-house y el dance, añadiendo a esas noches «urbanas» muy ambientadas un tipo de música rapera como es el hip-hop. El precio de la entrada alcanza las £20 y sin derecho a consumición. Normalmente abren desde las 9 de la noche hasta las 5 de la madrugada. Como ya comenté anteriormente, no entré en este lugar por su alto precio, aunque espero, si algún día vuelvo a Londres, tener la oportunidad de entrar en este local.
Uno de los locales que no me puedo olvidar es la discoteca The Loop, situada en Dering Street, cerca de la estación de metro de Bond (distrito de Mayfair). En este lugar he trabajado durante un mes y os puedo decir que es un lugar «pijo», donde prodiga gente normalmente capitalista y directivos de importantes compañías. El local abre todos los días desde las 12 del mediodía hasta las 3 de la madrugada, a excepción del lunes por descanso. El precio de la entrada es gratuita antes de las 10 de la noche, a partir de esa hora se cobra £8 o £10, dependiendo del día que se vaya. En este local se sirven todo tipo de bebidas, las cuales resultan algo caras, con la peculiaridad de que los jueves, si se entra antes de las 9 de la noche, todas las bebidas, ya sean vinos, cervezas, champán, spirits, cocktails, etc. son a mitad de precio (se le conoce como Happy Hour). Aquí se encuentran tres tipos de ambientes, según en la planta en que nos situemos. La primera de ellas es la cafetería, lugar para tomar cafés y refrescos relajadamente. La segunda planta es lugar de reuniones, para celebrar fiestas y beber generalmente bebidas alcohólicas o tomar pinchos, o si se prefiere, para comer o cenar en su restaurante. Y la última planta es la discoteca en donde acaba toda la gente congregada en el local hasta bien avanzada la madrugada. La música del local es comercial, aunque a veces, cuando actúan algunos DJs en la última planta, es de tipo dance o house. Recomiendo este lugar porque, aparte de poner buena música, se puede disfrutar de su especial ambiente cosmopolita y multicultural. El único inconveniente es, como ya dije, el elevado precio de las consumiciones.
Además de estos locales, quisiera aconsejar otros más y que son más o menos del mismo estilo que The Loop. Entre esos locales cabe citar el Oxigen, situado en Leicester Square, lugar donde se puede escuchar música entremezclada, entre el pop, funky y dance; el Tiger Tiger, ubicado en Haymarket, local para comer en su restaurante, beber todo tipo de bebidas, desde cervezas hasta spirits y cocktails, con dos pistas grandes de baile, con música funky y comercial; y finalmente The Soho, es un night-club situado en la calle Greek Street, próximo a Shaftesbury Avenue (distrito del Soho), local del mismo estilo al de los anteriores, con la peculiaridad, al igual que The Loop, que entre las 5 y las 7 de la tarde (Happy Hour) hay importantes reducciones en los precios de sus consumiciones.
Además, existen algunos locales de música latina en donde se pueden bailar salsa, merengue, rumba, e incluso tango. En uno de esos locales llamado Habana, situado en el distrito de Fulham, he entrado un par de veces para asistir a un curso de salsa con dos amigas, una londinense y otra zaragozana. Con ambas he llegado compenetrarme muy bien al poco tiempo de conocerlas. También he entrado en otro local situado cerca de Oxford Street, en cuyo interior pude presenciar a auténticos profesionales del merengue y la rumba bailando en parejas, ante el asombro de algunos de los presentes, incluyéndome a mí. La verdad es que lo latino está de moda en todo el mundo, sino basta con viajar a Londres y averiguarlo en persona, sin tener que irse a los EE.UU. en donde es más elocuente dicha afirmación.

5º MI ADAPTACIÓN A LA CIUDAD, SU CULTURA Y COSTUMBRES
 
Mi adaptación a la capital inglesa en lo referente a sus paisajes, costumbres, clima, lengua y, en definitiva, cultura, ha sido casi inmediata, directa y de forma natural. Diría que en cuestión de 3 semanas, o incluso menos, me amoldé a la ciudad, siendo paradójicamente mucho más rápida mi adaptación a su cultura, hablando en términos generales, que tener que acomodarme forzosamente a las pésimas y hostiles condiciones de las instalaciones de mi residencia, en la cual he vivido para mi asombro 5 meses. Sin embargo, hay que tener en cuenta que yo ya partía con una importante ventaja, y es que ya conocía su cultura y lengua a través de las enseñanzas que recibí del inglés, tanto en la escuela e instituto como por mi propia cuenta a través de revistas, periódicos, en algún cómic, a través de cintas de cassette (la mayoría son de la revista mensual Speak Up), o algunas películas de la factoría Hollywood vistas en versión original subtituladas en inglés. También no he escatimado esfuerzos, dinero y tiempo por aprender este idioma, el más prestigioso e internacional del mundo (el segundo es el español, seguido del francés, aunque éste último goza de mayor importancia diplomáticamente hablando) en una academia privada con profesores nativos licenciados en la ciudad de Vigo. Lo que no todo el mundo sabe es que el inglés, ya desde mi infancia, ha sido y seguirá siendo mi primera gran pasión y vocación en esta vida. Siempre sentí una gran identificación y afinidad por la cultura anglosajona (más específicamente me atrae la cultura celta, sus paisajes costeros e interiores, sus tradiciones y costumbres, tanto escoceses e irlandeses) y también por la cultura estadounidense, aunque aquí seguramente algunos de mis lectores discrepen y reaccionen molestamente por esa afinidad. Sin embargo, debo aclarar que siempre he sentido afinidad y fascinación por la cultura «yanqui», por sus ciudades y paisajes, industria cinematográfica, sus artistas musicales, sus medios de comunicación, o por sus pasmosos y vertiginosos avances científicos y técnicos. Unos avances muy comprensibles que ocurran, ya que la mayoría de las patentes se obtienen, impulsan y desarrollan activamente en este país, como en el caso de la industria aeroespacial, automovilística, de las telecomunicaciones, de la informática, o en algunos campos de la ciencia que se relacionan con la medicina, la biología, la parapsicología, etc. Por el contrario, siento una fuerte repulsa, malestar e indignación por su política de gobernar prepotente, avasalladora e imperialista, ensalzado con su patriotismo fogoso y déspota, con la cual casi nunca he estado de acuerdo.
Londres en el aspecto cultural y artístico es posiblemente la ciudad más ostentosa y rica del mundo, pues toda la ciudad rebosa de monumentos, palacios, castillos, museos, teatros, etc. Todo ello representa y evoca la larga historia esplendorosa del gran imperio colonial inglés, muy probablemente uno de los tres imperios coloniales, junto con el español y el francés, más importantes y hegemónicos del mundo durante toda la historia de la civilización humana. La verdad es que me he sentido seducido e impresionado desde el primer momento por la gran historia gloriosa que representa cada rincón de esta ciudad, al mismo tiempo que no podía creer como era posible que una única ciudad pueda reunir, plasmar y «recopilar», por decirlo de alguna manera, toda esa larga historia de tantos siglos de este país, Inglaterra. En España no ocurre lo mismo con su capital, Madrid, ya que aun siendo una ciudad brillante y cautivadora, es odiosamente comparable con Londres, ya que los orígenes de la historia escrita de Madrid data del siglo IX, en cambio Londres data del siglo I d. de J.C., cuando los romanos empezaron a construir lo que por entonces se conocía como el Londinium. No obstante, la larga y envidiable historia de España (o Hispania como antiguamente se le conocía) está reflejada en sus catedrales, mezquitas, monumentos, castillos, palacios, puentes, etc., que se encuentran a lo largo y ancho de toda su geografía y no en una ciudad como ocurre con Londres. Bien es cierto que en otras partes de Inglaterra existen restos históricos de gran interés artístico y cultural. Incluso si lo comparamos con Nueva York, considerada por muchos como la capital del mundo, no sería insensato decir que Londres es más rica en sus rasgos históricos y culturales, ya que todo lo que simboliza Nueva York abarca cerca de 2 siglos y medio. Una historia que comienza cuando los colonos holandeses, después de aniquilar a las tribus indias establecidas en esa parte de América, fundaron lo que por aquel entonces era la Nueva Amsterdam, pasando posteriormente a formar parte esta colonia holandesa a la propiedad de los ingleses con el nombre actual que ostenta, Nueva York. Sin embargo, si analizamos a Nueva York como ciudad estadounidense, hay que remontarse desde el año 1777 en la que los americanos apoyados por Francia y España derrotaron al imperio inglés en la famosa batalla de Saratoga (su Declaración de Independencia fue redactada en año 1776). No obstante, contrariamente a lo que representa Londres con su dilatada y magnífica historia, Nueva York evoca y representa el vanguardismo y el postmodernismo en el sentido etimológico de la palabra, que se ve reflejado, sobre todo, en sus impresionantes y asombrosos rascacielos, símbolo del poder americano en la era moderna. Entre eses rascacielos hay que citar el Empire State Building, el Rockefeller Center, el Lincol Center, etc. También se puede observar ese vanguardismo en la belleza arquitectónica postmodernista de los edificios y construcciones en el rico y famoso distrito de Manhattan, al igual que en sus numerosos complejos deportivos, como son el Madison Square Garden, el estadio de los Gigantes de Nueva York o en sus puentes, como el Brooklyn Bridge. Y cómo no, no puede olvidarme de la Estatua de la Libertad, el emblema actual que más define a la ciudad neoyorquina. Así pues, Londres es un repaso de 20 siglos de historia de su país, es el conservadurismo, el origen arraigado de sus tradiciones, costumbres e instituciones; en cambio Nueva York es el vanguardismo, el modernismo, que plasmado en sus edificios, calles, monumentos, museos, los cuales simbolizan de manera elocuente el poder de Estados Unidos en todo el mundo. Un poder que queda patente a través de sus más depuradas e innovadoras tecnologías, que promueven importantes avances científicos y tecnológicos hoy en día. Londres y Nueva York, las dos caras de una misma moneda. Dos ciudades que, con sus mil y un tópicos, representan dos «mundos» totalmente diferentes, vinculados únicamente por su lengua, e incluso por su cultura. Digo cultura porque Estados Unidos ha sido la principal colonia inglesa durante muchos años, aunque también España colonizó parte de este país, influyendo decisivamente para que la cultura y lengua hispana en este congregado de 50 estados sea la segunda más importante, después del inglés, tanto mediáticamente, como en la enseñanza que se imparte en las universidades y en cualquier centro docente, o por el gran número de artistas hispanos del mundo del cine o la música que se consagran definitivamente en América. Un país considerado como «la tierra de las oportunidades» y que, en muchos otros aspectos, también es notable la cultura latina. Un dato elocuente que demuestra todo ello lo tenemos precisamente con la ciudad de Nueva York, en la que más de una cuarta parte de su población es de origen hispano. Pero el motivo de la escritura de este libro es para escribir sobre Londres y no precisamente de Nueva York, aunque no estaría mintiendo al decir que si tuviese la oportunidad de vivir en esta última capital, mi ciudad predilecta, no dudaría por un sólo instante de tratar de escribir otro libro.
Antes de finalizar mi anterior comentario realizado a título personal sobre la cultura «yanqui», quisiera decir que hay tres cosas que admiro profundamente de EE.UU. como país más poderoso e influyente del mundo actualmente en casi todos los aspectos (político, económico, tecnológico, científico, militar, mediático, turístico...), y que son las siguientes: la primera cosa que admiro es la unidad y cohesión entre sus ciudadanos en los momentos de mayor necesidad y dificultad, sino véase como ejemplo la asombrosa reacción que tuvo su población tras los atentados terroristas suicidas islamistas del 11 de septiembre del 2001 en los que todos sus ciudadanos permanecieron unidos como una piña en esos terribles momentos; la segunda cosa que admiro de los norteamericanos es el sentido patriótico que tienen ellos con toda la simbología relacionada con su país (su bandera, su escudo, su himno, su tierra, sus tradiciones, sus instituciones, su cultura...), unidos todos sus ciudadanos en un mismo sentimiento, que es la defensa de su nación; la tercera y última cosa por la que siento una sentida admiración e impresión, es por las firmes convicciones ideológicas y religiosas arraigadas profundamente en el subconsciente colectivo de su sociedad, principalmente la confianza en Dios, tal y como cita su himno en una de sus frases, y que todos los estadounidenses cantan con especial orgullo, entusiasmo y devoción. Eso es lo que admiro de este país, EE.UU., considerado el país no sólo de las oportunidades, sino de los grandes contrastes, en donde se entremezcla la riqueza con la pobreza, el racismo con la tolerancia, el orden con el caos, la cultura con la incultura, la libertad con la censura, etc. Del mismo modo, a pesar de ser EE.UU. un país aparentemente inquebrantable, pragmático, conciliador y «políticamente correcto», en el fondo subyace en su sociedad otra realidad bien distinta basada, según muchos detractores e hipercríticos de este país, en la hipocresía, la prepotencia, la incultura, el puritanismo, la vanidad y la doble moralidad. Personalmente, yo no voy a caer en el error de juzgar a los ciudadanos de un país en el cual nunca he tenido la oportunidad de poder vivir en él, aunque sí diré que EE.UU. siempre estará en el centro de la polémica para la opinión pública, sea por la causa que fuere. Acabando ya, si hay algo indiscutible es que EE.UU., ya sea por su política internacional, por la forma de ser de su sociedad o por otros motivos, no causa ninguna indiferencia ante los «ojos» del mundo.
Situándome en lo que he venido a hacer, escribir sobre Londres, es significativo mencionar que sus instituciones monárquicas o reales tienen muy buena reputación, siendo admiradas y respetadas por casi todo el mundo. El ilustre sistema de educación, con sus prestigiosas universidades, academias y colegios son un fiel reclamo para todos los turistas que desean vivir, estudiar y formarse para mejorar su currículum académico en esta ciudad. Londres es, además, una ciudad muy respetada en el aspecto empresarial y financiero, siendo uno de los centros bancarios y financieros más importantes de Europa, y la tercera plaza bursátil del mundo. En el aspecto mediático, es decir, en cuanto a sus medios de comunicación, como son la prensa y la televisión, debo decir que son de sobra conocidos y admirados. De gran prestigio y fama internacional gozan varios de sus rotativos, como son el Financial Times, The Guardian, Daily Telegraph, The Times, o los sensacionalistas The Sun, The Daily Mirror o el Evening Standard, entre muchos otros. ¡Y qué decir de su cadena de televisión: la BBC!. Esta importante cadena pública británica, fundada en el año 1927, está considerada mundialmente como una de las cadenas que mejor imparte las noticias, tanto de alcance nacional como mundial, en sus informativos diarios gracias a su gran rigor, objetividad e imparcialidad. Yo he tenido la suerte de poder observar en autobús su enorme y elevado edificio situado cerca de la zona en que trabajé durante mi primera etapa.
También es mundialmente conocida su policía metropolitana, el New Scotland Yard1, la cual fue reorganizada con este nombre en el año 1829, y cuya designación tiene origen en el hecho curioso de que una de las dependencias de la policía británica antiguamente estaba situada en la parte trasera de un castillo medieval propiedad de la nobleza escocesa. Su buena reputación mundial se extendió como la pólvora, debido en gran parte a su eficiente departamento de investigaciones. Además, tienen otros servicios, como son la lucha contra el tráfico de estupefacientes, el patrullaje o el control del tráfico en la ciudad. Puede presumir esta policía metropolitana de ser de las primeras en implantar un método novedoso y muy vanguardista de lucha anticriminalista, como son los archivos de huellas dactilares. Fue gracias al escritor, científico y espiritualista Sir Arthur Conan Doyle quien, a través del célebre personaje de detectives llamado Sherlock Holmes, hizo popularizar más si cabe a esta policía, Scotland Yard.
Una de las grandes instituciones británicas que más admiración y respeto causan mundialmente, es su sistema de salud público el National Health Service2(NHS), el cual da cobertura de forma gratuita a casi 60 millones de personas de todo el Reino Unido. Este Servicio Nacional de Salud fue fundado en el año 1948, y es utilizado prácticamente por toda la población británica. Hoy en día el NHS goza de muy buena reputación internacionalmente por su cobertura universal, por la elevada calidad de los servicios de atención primaria, por su política estratégica de contención de gastos y por la alta especialización y profesionalidad obtenida en los diferentes niveles de servicio. Se ha convertido este sistema de salud en parte fundamental para el bienestar personal y social de la población británica. Su principio primordial es ofertar un servicio de salud íntegro de forma gratuito a cualquier ciudadano del Reino Unido que lo solicite, independientemente de su nivel de rentas e ingresos. Sin duda, la gran calidad que posee el NHS, ha influido decisivamente para que la esperanza de vida de los hombres británicos se sitúe en los 74 años y en el caso de las mujeres en los 79 años. Un sistema de salud, cuyo presupuesto anual alcanza los 75 mil millones de dólares, lo que representa el 6,7 % del P.I.B. de Gran Bretaña.
Además, Londres tiene muy seguramente la mejor red de transportes de toda Europa, ya que aquí hay cualquier medio para poder desplazarse y viajar, bien por todo la ciudad, bien por todo el país o, si hiciese falta, para dirigirse a cualquier parte del mundo. Un ejemplo claro lo tenemos con sus 5 aeropuertos: Heathrow, Gatwick, Luton, Stanstead y London City. La verdad es que uno se queda impresionado por la gran cantidad de aeropuertos que tiene esta capital, y que da una idea del tamaño desproporcionado que posee Londres, tanto en habitantes como en superficie. Yo pude comprobar personalmente el congestionado tráfico que circula por el espacio aéreo londinense durante todo el día, aunque por las noches normalmente no suelen circular. Desde mi residencia situada en el barrio de Camberwell Green he podido contemplar con mucha atención y asombro el paso puntual cada tarde, sobre las 18 horas, del Concorde de la compañía aérea British Airways, que sigue la ruta entre Londres y Nueva York, planeando a muy pocos metros de tierra y con el ruido verdaderamente ensordecedor de sus motores. Ese ruido parecía como el sonido de un fuerte relámpago. Sin embargo, tristemente, y al igual que hizo Air France con su compañía de Concorde, British Airways seguirá el mismo camino, dando por finalizados sus vuelos hasta América u otras partes del mundo, debido a la baja demanda de gente que desea volar en estos aviones, agravado por sus altísimos precios que producen como consecuencia serios problemas económicos y financieros a la hora de su mantenimiento. De todas maneras, no faltará algún magnate excéntrico que quiera comprar ambas o una de las compañías de Concorde para que, de esta manera, se mantengan a flote y al mismo tiempo saciar sus ansias de ampliar su cuota de poder en el mercado. Entre esas personas excéntricas está el multimillonario Richard Branson, propietario del imperio Virgin, quien ha hecho varias ofertas en vano a British Airwyas para poder adquirir su línea de Concorde y, de esta manera, no cancelar el servicio regular de Londres a EE.UU. (por si fuera poco, Virgin ya tenía una compañía aérea, Virgin Atlantic, aunque parte de su patrimonio fue vendida a otra compañía). Sin embargo, el presidente de Virgin no consiguió el apoyo que demandaba del gobierno británico para poder amortizar los gastos de mantenimiento de dichos viajes, por lo que definitivamente el Concorde dejará de volar.
Es importante mencionar que desde Londres, por tener una ubicación geográfica casi perfecta, se puede viajar a cualquier parte del Reino Unido, Europa o del mundo a precios de ganga gracias a que el sector aéreo no esta tan monopolizado, y al haber un gran abanico de agencias que expiden los billetes a bajo coste, como son Ryanair, Virgin Express e Easyjet, entre otras. Un dato que avale lo que acabe de decir es que, actualmente, con la liberalización del sector aéreo se están imponiendo tarifas de risa para viajar desde España a Londres, valiendo incluso más las tasas que el propio vuelo.
¡Y qué decir de su metro, el «underground», conocido popularmente como «The tube» por su forma perfectamente cilíndrica!. La verdad es que parece una ciudad subterránea llena de largos, anchos y profundos túneles y pasillos, provista de una gran cantidad de escaleras, ascensores, torniquetes de acceso y puertas automáticas, abundante en rótulos y tableros luminosos en los que se expone, bien anuncios publicitarios o bien para consultar las diferentes líneas de embarque. Un metro que está lleno de estaciones espaciadas y que, como no podía ser menos, está excesivamente masificado de gente, tanta que parece un hormiguero. Es como una ciudad debajo de otra ciudad. Me sentí impresionado al ver como la mano del hombre ha podido hacer estos túneles tan largos, cilíndricos y bien acondicionados. Los grandes avances acaecidos en la era moderna en el campo de la tecnología han supuesto el que hubiese mejores infraestructuras de comunicación y transporte, y en el metro de Londres vemos muy reflejado estos grandes avances, casi que futuristas. Es el metro londinense, además, el decano de los metros del mundo y es también, sin la menor duda, el mejor medio de transporte, así como el más caro, aunque depende mucho también de las zonas y el número de días que se use. El metro3 consta de 10 líneas designadas por su nombre. Es importante decir que el metro circula desde las 6 de la mañana hasta las 12 de la noche de lunes a sábados, mientras los domingos abren a las 7 de la mañana hasta las 11 de la noche. Si se viaja frecuentemente en metro sale más económico hacerse la tarjeta Oyster Pre Pay, para la cual hay que registrarse primeramente y pagar una fianza de £3, recuperable al finalizar su uso. Los precios de los billetes de metro con esta tarjeta son muy módicos en relación con las tarifas normales, reduciéndose más si se es menor de edad o estudiante. Existen otros tipos de billetes combinados conocidas como Day Travelcards, útiles para usar los 5 días laborables, tanto para metro como para autobús, sirviendo para las zonas 1 y 2 de Londres por el módico precio de £5,30, siendo inferior el precio según la hora de embarque y si se es menor de edad o estudiante; para las zonas 1, 2 y 3 el precio se eleva hasta los £6.40, con las mismas reducciones que en el caso anterior. También hay tarjetas específicas para los fines de de semana, pero con tarifas algo más caras que las de semana. Una de las tarjetas que recomiendo al turista que visite Londres, y que yo he utilizado frecuentemente, es la tarjeta 7 Day Travelcard, válida para cualquier hora durante 7 días seguidos de la semana al precio de £17 para la zona 1; de £20,20 para la 1 y 2; y de £23,80 para las zonas 1, 2 y 3, elevándose el precio si se utilizan más de 3 zonas. A estas tarifas se aplicarán reducciones, dependiendo si se es menor de edad o estudiante. Además de estas tarjetas, hay que señalar otras con tarifas muy económicas para viajar en metro durante un mes, entre ellas está la Monthly Travelcard, la cual no he llegado a utilizar, pero que me hubiese valido, si lo supiera, para ahorrar bastante dinero en mis viajes hasta mi puesto de trabajo. Es aconsejable hacerla si se va estar un periodo algo largo de vacaciones en esta ciudad. Por último, cabe señalar que existen otras más tarjetas a disposición de los ciudadanos en las ventanillas de las estaciones de metro.
Es necesario comentar que yo en mi primera etapa utilizaba, aparte del autobús, el metro frecuentemente siguiendo el buen estilo y costumbres generacionales londinenses para ir a trabajar, incluso los fines de semana, ya que usaba la travelcard de metro con la que podía viajar toda la semana. Aunque ello implicaba dos inconvenientes: primero, que resultaba demasiado caro los billetes; y segundo, no podía ver los paisajes exteriores de la ciudad.
A parte del cómodo y rápido metro, existe otro medio de transporte más barato. Hablo lógicamente de los autobuses, ya sean de dos pisos o de uno sólo. Los precios son muy asequibles y razonables, sobre todo si se utiliza el «Bus Pass» que dura para una semana entera, pudiendo utilizar al menos las cuatro primeras zonas (su precio es de £8.50). En cambio, si no se quiere comprar el «Bus Pass», también se puede pagar por viaje al precio de £1.
Otro medio de transporte son los incontables taxis que circulan a la largo y ancho de la enorme ciudad, a los cuales ni por asomo tuve la más mínima intención de montar, ya que el precio por viaje suele ser algo disparatado. ¡Y qué decir de las frecuentes limusinas que circulan elegantemente por la capital!. Alguna vez que otra me ha picado el gusanillo de saber si se encuentra alguna famosa estrella de Hollywood o cantante en el interior de estos largos, glamourosos y admirados vehículos. La verdad es que he pensado en varias ocasiones viajar en esos vehículos para saber lo que siente en su interior, contemplando la ciudad desde otra óptica más emocionante. Aunque, finalmente, no lo he hecho, ya que su precio suele superar con facilidad las £10 por viaje, eso sí, dependiendo de la distancia del trayecto a seguir, con cuanta gente se monte y el tiempo que se esté viajando en dicho vehículo.
Si es cierto que la ciudad de Londres tiene una de las mejores redes de transporte de Europa, también es cierto el hecho de ser bastante caótica y masificada por la avalancha de gente que lo utiliza y lo congestionado que está la ciudad de vehículos de todo tipo. Por eso, no hace mucho tiempo, el gobierno británico aplicó una medida muy revolucionaria para evitar en este caso los agitados atascos provocados por el gran tráfico de vehículos privados para fomentar, de esta manera, el uso de los transportes públicos, como los autobuses o los taxis. Esta medida, aplicada en febrero del año 2003, se llama «congestion charge» en la que los conductores tienen que pagar al menos unas £5 al día en concepto de peaje cada vez que circulen por el centro de la ciudad en determinadas horas. He dicho que Londres es una ciudad muy cara y lujosa hasta para esto.
Además del metro, trenes regionales, los autobuses, los taxis, limosinas (incluso taxis aéreos), también se puede ver la ciudad desde otro punto de vista bajando el Támesis en barco. Yo, sinceramente, no lo he hecho y la verdad es que estoy algo arrepentido de no haberlo hecho, porque sí merecía realmente la pena probarlo. No sólo estoy arrepentido de esto, también de no haber montado en la noria más grande del mundo, el British Airways London Eye, desde la cual se puede obtener una vista formidable, única y sobrecogedora de la ciudad. Según la opinión de dos de mis mejores amigos, Jorge y Miguel Barbosa, quienes subieron a esta trepidante atracción, la cual está siempre saturada de gente, desde lo más alto de la noria se puede divisar su infinito horizonte lleno de viviendas y edificios que pueden llegar a abarcar un radio de 40 kilómetros, por lo que basta de todo tipo de comentario.
Prosiguiendo mi comentario sobre la cultura anglosajona, debo señalar que Londres es uno de los centros artísticos del mundo en cuanto a la gran diversidad de formas artísticas, multiculturalismo y su modernismo, plasmado todo ello en su gran número de museos y teatros que posee. Son de una gran cantidad y calidad. Sus museos como el British Museum, la National Gallery, el Madame Tussauds, el Victoria and Albert Museum, etc., gozan de una gran reputación, reconocido prestigio y fama internacional. No menos importantes son sus salas de concierto y de teatro, como son el Royal Albert Hall, Queen Elizabeth Hall y el Royal Festival Hall, visitados por miles de turistas inmigrantes y londinenses, éstos últimos, orgullosos de su patrimonio artístico, consideran a Londres como la capital mundial del teatro, aunque quizás puede ser algo exagerado. Yo he visitado muchos museos en Londres, casi todos gratuitos, en cambio no he entrado en ningún teatro por la sencilla razón de que no me llaman la atención en absoluto, pero sí me impresionaron sus sobrias fachadas.
No hace falta decir lo enormemente importante que es Londres debido a su lengua, el inglés, el cual se ha convertido en el idioma más internacional y prestigioso del mundo, siendo utilizado como primer idioma en los medios de comunicación, en la diplomacia internacional (ONU, OTAN, UNESCO, etc.) en el campo de las letras, de las ciencias, o de las artes, siendo de obligado estudio en todas las escuelas, academias o universidades de todo el mundo. Hoy en día, sin ir más lejos, para poder tener un buen puesto de trabajo es necesario, además de una buena titulación académica, másteres, doctorados, algo de experiencia laboral, conocimientos de informática y, por supuesto, un buen nivel del inglés, tanto hablado, de entendimiento y escrito. Además del inglés como idioma oficial que hablan los nativos, tengo que mencionar el hecho de que exista una gran variedad de gente inmigrante procedente de todas las partes del globo y que enriquecen lingüística y culturalmente la ciudad de Londres. Debo añadir como apunte adicional que existe en esta ciudad una variedad dialéctica del inglés conocido como Cockney, un argot local que utilizaba y sigue utilizando la gente de clase baja, sobre todo obrera, de la zona del West End, y que se ha extendido mucho por toda la ciudad.
Londres presume de ser la ciudad más cara de Europa y con el nivel de vida más alto de nuestro continente. Eso es un dato corroborado estadísticamente, así que no intento engañar a nadie. Yo lo sé por mi propia experiencia. Es cierto que no he estado en todos los países y ciudades del mundo para poder contrastarlo, y la verdad es que no lo necesito, ya que estoy plenamente convencido de que hay muy pocas ciudades en el mundo que puedan tener el mismo nivel de vida que Londres, ya no digo que lo superen. La razón más determinante que motiva el que la capital británica tenga un nivel de vida muy alto y sea disparatadamente cara, es, sin duda, por su moneda, la libra esterlina. Esta moneda es la más fuerte y de mayor cotización en el mundo, más incluso que el dólar estadounidense, el euro y el yen. Es comprensible que el Reino Unido no haya querido formar parte de la zona euro, aun cumpliendo los criterios de convergencia del Tratado de Maastrich. Ellos, aparte de «euroescépticos», no son tontos. Veían que si aceptasen la unificación de la moneda les supondría un serio revés para su economía, la cual es actualmente una de las más prósperas y estables del mundo (se estima que el coste que le produce a Gran Bretaña por ser país miembro de la Unión Europea es de un millón de libras esterlinas a la hora). El gran valor que tiene la libra esterlina repercute en todos los ámbitos: comercial, financiero, económico, industrial, social... Como claro ejemplo de esa repercusión lo encontramos en uno de los sectores más caros y de mayor inflación en Londres, la vivienda, ya sea de compra (tanto casas, pisos, apartamentos nuevos o usados), o de alquiler. Yo mismo he intentado frustradamente en mi primera etapa en la capital mudarme de mi hostil residencia a una de esas casas de estilo georgiano o victoriano para así poder convivir con una familia de habla inglesa y progresar y mejorar de una manera mucho más rápida, productiva y eficiente mi nivel de inglés. Lamentablemente, eso no ocurrió en mi primera etapa porque mis posibilidades económicas no estaban a la altura de los exagerados precios impuestos tanto en su alquiler como para depositar una fianza. Eso hablando estrictamente para alquilar una habitación compartida con una o más personas, que no para alojarme yo solo en dicha habitación. Sin embargo, mi suerte giró a mi favor, logrando en mi segunda etapa encontrar una habitación compartida con otra persona en una cómoda y habitable casa situada en el distrito de Fulham, después de alquilársela a una entrañable y amable familia gallega, de la cual he recibido un trato muy exquisito y cordial.
Si ya de por sí es poco menos que descabellado alquilar una habitación compartida en un piso (o casa), mucho más es alquilar dicho piso para una sola persona, aunque esto último nunca se me pasó por la cabeza, sí en cambio compartirlo. Tanto en mi primera etapa como en la segunda, he buscado y hojeado sin mucha convicción y fuerza de voluntad varios periódicos, entre ellos el Loot, que anunciaban alquileres de pisos y la verdad es que al ver sus precios me causaban algunas náuseas y estupor. Normalmente, el precio para alquilar una habitación compartida con una o dos personas más solía ascender a unas £70 o £80 a la semana, reduciéndose su precio si el número de personas a alojarse en la habitación es superior a 3 personas. También el precio depende de la gente que ocupe ya no sólo la habitación, sino el piso completo, y por supuesto, de la calidad y zona de ubicación del piso. Generalmente alquilar una habitación para compartir con una o más personas y en un piso compartido, situado en la zona 1 de Londres, es decir, en la zona céntrica más monumental suele alcanzar las £100 semanales, superándolo con creces si se vive solo en el piso. De esa última manera los precios superan con creces las £300 semanales. Además, por si fuera poco, para alquilar una habitación de un piso suelen exigir a la hora de firmar el contrato de arrendamiento el pago previo de una cantidad de dinero en concepto de fianza, que en la mayoría de los casos es equivalente a dos meses de alquiler. El inconveniente que tiene esa forma de alquiler, aparte de su elevado precio, es el hecho de que en caso de tener la intención de dejar el piso, se tiene la obligación de comunicárselo al arrendador con un tiempo mínimo de antelación, normalmente de un mes, o de lo contrario se perdería todo o parte del derecho a recuperar la fianza depositada previamente. Finalmente, y como es lógico, hay que pagar periódicamente los gastos de comunidad, luz, agua y gas. Estas facturas llamadas «bills» son muy útiles para hacer un «statement», un tipo de declaración escrita que certifica la residencia y el estar al corriente del pago de los recibos, y que en muchos casos es imprescindible a la hora de querer abrir una cuenta bancaria o para otras gestiones burocráticas.
Así que, en resumidas cuentas, invertir el dinero en el alquiler de una habitación en un piso o mismo en una casa resulta en muchos casos, más que una aventura, algo seriamente arriesgado, sobre todo si no se tiene un sueldo y unos niveles de ahorro altos, y no se sabe con cuánta gente compartirlo (o con quién compartirlo), o cuando no se tiene muy claro el tipo de contrato de arrendamiento que se firma, muchas veces por no leer todo el documento, incluyendo sus cláusulas normativas. También los fallos de interpretación a la hora de leer el contrato pueden ocasionar serios perjuicios, como, por ejemplo, el perder toda la fianza depositada por no cumplir el tiempo mínimo de duración del alquiler estipulado en el contrato o no comunicar con un tiempo de antelación la voluntad de rescindir el contrato y dejar el piso o casa. Por eso hay que andar con los ojos bien abiertos y estar espabilado para no tener ningún tipo de percance relacionado con este tema. Así que, como dice el refrán, «el que avisa no es traidor».
Siguiendo mi relato, debo decir que Londres es muy caro no sólo en los precios de la vivienda o alojamiento, también lo es en otros sectores, como, por ejemplo, el ocio y la cultura. La mayoría de los cines, salas de juego, teatros, discotecas, algunos museos, etc., relacionados con el pasatiempo y la diversión, han implantado unos precios verdaderamente «desorbitantes» que hacen menguar seriamente la economía de la población, sobre todo inmigrante. Además, el gobierno británico ha sido implacable la hora de fijar los precios de determinados vicios, como el tabaco y el alcohol, alcanzando precios sensiblemente disparatados, debido en gran medida a la elevada carga impositiva aplicada, para que de esta manera la gente se conciencie de los serios riesgos para la salud pública que conlleva el consumo de este tipo de drogas blandas, todavía legales en este país. Curiosamente, en algunos países sus gobiernos tomaron la dura decisión de prohibir fumar no sólo en los centros de trabajo, sino que además lo prohibieron en los lugares de ocio, como, por ejemplo, los pubs, restaurantes y locales públicos cerrados. Una medida represiva muy rígida que no deja de levantar controversia entre la población que la sufre. Esta rígida medida se implantó en el Reino Unido recientemente y en España, con la entrada del año 2006, acaba de ponerse en funcionamiento. No es entonces difícil de comprender por qué proliferan el contrabando en la venta de tabaco o alcohol en la capital británica.
Si es cierto que precio del ocio y la cultura está por las nubes en comparación con otros países como el mío, también es cierto, por el contrario, que los bienes de primera necesidad como la alimentación y la ropa tienen unos precios medianamente razonables y asequibles. Así que no todo va a ser aspectos negativos, habiendo algún lado positivo, como es en este caso a que si Londres es muy cara en muchos sentidos, se debe a su alto nivel de vida que se ve reflejado en sus elevados sueldos laborales que no suelen bajar de las £400 semanales (unos 600 euros a la semana) para aquellas personas que tengan un buen dominio del inglés y ejerzan un puesto de trabajo decente. Por lo tanto, los sueldos que allí hay son el mejor bálsamo para contrarrestar y compensar su cara calidad de vida, soportada más por los propios británicos que por los inmigrantes que, debido a la inexperiencia laboral y al bajo o nulo nivel del inglés, a duras penas pueden sobrevivir dignamente el día a día en esta ciudad.
Uno de los mayores inconvenientes que nos podemos encontrar ya no sólo en Londres, sino en todo el Reino Unido, aparte de lo caro que está la vida allí, es que bastantes empresas, ya sean fundaciones, escuelas, universidades, servicios de transporte, etc., todas ellas de carácter y dominio público, han sido y siguen siendo drásticamente privatizadas, provocando que la renta personal o familiar decrezca considerablemente. Esto hace que, por ejemplo, acudir a una prestigiosa universidad o tener un buen servicio médico esté selectamente reservado para aquella gente capitalista que gracias a su riqueza les permiten determinados privilegios, comodidades y lujos.
Ya para finalizar mi comentario sobre la cultura británica, quiero mencionar que Londres es centro de peregrinación, por decirlo de alguna manera, de una gran cantidad de artistas famosos del mundo de la moda, el cine, la música, los deportes, etc. Aquí, muchos de esos artistas, como Madonna, Paris Hilton, Ribbie Williams, Nicole Kidman, Gwyneth Paltrow, Huge Grant, David Beckham, Claudia Schiffer y una infinidad de personajes célebres internacionalmente, han tenido o siguen teniendo su residencia en la capital británica. No es muy difícil encontrarse con algún famoso, bien paseando por la calle o en cualquier otro lugar de incógnito, o bien cuando se produce algún preestreno cinematográfico en sus infinitas Premieres que frecuentemente se celebran en Leicester Square. Otra forma sería presenciando grupos musicales a través de los diferentes conciertos que se celebran casi todos los días de la semana en la capital. Una ciudad, Londres, que tiene inmensas posibilidades lúdicas, educativas, de entretenimiento y ocio, gracias a sus incontables centros y actividades artísticas, culturales,etc.
 


2ª PARTE
MIS VISITAS TURÍSTICAS Y CULTURALES A LOS GLAMOUROSOS LUGARES EMBLEMÁTICOS


6º EL LONDRES MONUMENTAL DE LOS FASCINANTES LUGARES EMBLEMÁTICOS
 
La principal razón por la que merece la pena visitar y recordar esta importante y brillante ciudad es, sin duda, por sus ostentosos lugares emblemáticos situados la mayoría de ellos en el centro de la capital, es decir, en las zonas 1 y 2. Mundialmente famosos son el Big Ben, el Palacio y la Catedral de Westminster, la Catedral de San Pablo, los Palacios de Saint James y de Buckingham, la Abadía de Westminster, Piccadilly Circus, Trafalfar Square, The Tower, Greenwich, etc. No menos importantes y célebres son sus avenidas y calles, como Oxford Street, Bond Street, Regent Street y Shaftesbury Avenue; y puentes, como The Tower Bridge, London Bridge, Waterloo Bridge, Westminster Bridge, entre otros. Tampoco uno se puede olvidar de dos de las atracciones más importantes que más interés causan a los turistas: los museos y los teatros. De reconocido prestigio y fama internacional gozan museos como la National Gallery, el Wallace Collection, la Tate Gallery, el Madame Tussauds (museo de cera), el British Museum, The Natural History Museum, el Royal Obsevatory, entre muchos otros.
Es oportuno resaltar sus míticos y divinos parques, como el de Hyde Park, Kensington Gardens, Regents Park, Green Park, Saint James Park, etc. No cabe la menor duda de que los parques londinenses, con sus inmensas zonas verdes, sus enormes arboledas, sus esculturas y sus cautivadoras fuentes y lagos, son lugares ideales para escapar del bullicio y el ritmo estresante de la ciudad. Son una vía de escape para relajarse, para practicar deportes, para hacer picnic entre amigos, para pasear tranquilamente sintiendo el contacto directo con la naturaleza y el aire limpio y sano, para disfrutar en pareja y para otros motivos. La verdad es que hay muchas actividades sugerentes que se pueden practicar en estos lindos parques. Debo decir que muchas de mis primeras tardes en Londres las pasé visitando esos increíbles parajes para desconectar y despreocuparme de mis asuntos cotidianos.
Por último, decir que muchos de sus distritos también tienen muy buena imagen y reputación para la gente que los conoce. Barrios o distritos como el de Chinatown, el Soho, Mayfair, Piccadilly, Notting Hill, Chelsea, etc., causan un gran furor a aquellas almas que buscan un ambiente multicultural y cosmopolita, encontrándose con restaurantes de cualquier nacionalidad del mundo, tiendas de souvenirs, cines, comercios y cadenas de comida rápida.
En conclusión, todos sus palacios, sus catedrales, parques, museos, avenidas, puentes, teatros, castillos, etc., proporcionan un amplio abanico de posibilidades a la hora de querer divertirse y disfrutar de la ciudad en su estado más puro.
Para continuar mi crónica sobre los fascinantes lugares emblemáticos de Londres, quiero centrarme en cada uno de ellos por separado para que el lector tenga claro a qué lugar me estoy refiriendo y para que, al adentrarme en sus rasgos históricos y culturales, adquiera algo de conocimiento y cultura sobre todo ello. Ciñéndome a las palabras, empezaré mi comentario sobre el primer sitio que he visitado por ser el más representativo de Londres. Estoy hablando, obviamente, del Westminster Palace (Palacio de Westminster) y el Big Ben, más comúnmente conocido como la Casa del Parlamento.
Desde la margen contraria a la que se encuentra el Palacio de Westminster1, justo bordeando el río Támesis, he conseguido en algunos de mis paseos fluviales recrearme en las impresionantes panorámicas de este palacio de estilo victoriano y de su puente, el Westminster Bridge. Históricamente, el Palacio de Westminster era antiguamente una isla en la que el rey Eduardo el Confesor edificó un palacio antes de ser vencido por Guillermo el Conquistador, rey que invadió Inglaterra en el siglo XI. Tras su victoria, Guillermo el Conquistador reinaría allí posteriormente, siendo el citado palacio ampliado y estableciéndose como residencia real. Sin embargo, un gran incendio a principios del siglo XVI destruyó prácticamente todo este palacio medieval y propició que se trasladara la residencia real al distrito de Whitehall (actual ayuntamiento). A mediados de ese mismo siglo y aún sin finalizar su reconstrucción, los Comunes se instalaron en el palacio, convirtiéndose, de este modo, la antigua residencia de la Corona Real en la sede del Parlamento. Si no fuera demasiado disgusto, tendrían que superar otro fatídico incendio que volvería a destruir nuevamente el palacio. La reconstrucción de la actual Casa del Parlamento fue llevada a cabo por Charles Barry. Hoy en día el Palacio de Westminster ocupa una superficie superior a 3 hectáreas. En su interior se hallan 11 patios, 100 escaleras, 1100 salas de cualquier tamaño y más de 3 kilómetros de pasillos. Sin duda, me he quedado perplejo al contemplar el exterior de esta obra maestra, mezcla del estilo gótico y victoriano, resaltando por encima de todo su emblemático reloj, con sus 4 esferas de 7 metros de diámetro y en cuyo interior se encuentra la campana, más popularmente conocida en todo el mundo como el Big Ben. Una campana que hace sonar en toda la ciudad los cambios de hora y que su peso llega alcanzar ni más ni menos que 15 toneladas. Desde mi ubicación, en el lado opuesto al palacio, la formidable perspectiva que me ofrecía el lugar me permitía apreciar Victoria Tower, de 103 metros de altitud, y la Torre del Reloj, de 98 metros. Normalmente la Union Jack, un tipo de bandera, ondea en lo alto de Victoria Tower cuando la asamblea está reunida. En el interior del palacio, al que desafortunadamente no llegué a acceder, se diferencian dos lugares: la Cámara de los Comunes, con sede al norte del palacio, y la Cámara de los Lores, situada al sur, ambas con su propia sala de sesiones. Además de estas partes, visibles desde mi ubicación, hay otras que se puede divisar desde otros lugares más cercanos, más concretamente desde Parliament Square. Allí mismo, desde su exterior, uno se puede sentir admirado por el majestuoso diseño arquitectónico de la fachada del Pórtico de Saint Stephen que conduce al Saint Stephen Hall y al Wesminster Hall. Este último lugar es una enorme sala de 69 metros de longitud y 23 metros de anchura, ideal para reuniones informales entre los políticos. En este sitio también se celebran las honras fúnebres de los miembros de la realeza y de importantes autoridades del imperio británico, además de ser un tribunal de justicia. Ya por último, me pude encontrar rodeando la plaza del Parlamento, la infravalorada Torre del Tesoro, un vestigio que está separado del propio palacio, convertido en una especie de museo en el que se custodiaban antiguamente las joyas de la Corona.
Siguiendo mi recorrido por la ciudad y sin perder de vista el Palacio de Westminster, se encuentra la Westminster Abbey2 (Abadía de Westminster), considerada un museo, santuario y necrópolis. Esta bella iglesia anglicana, uno de los sitios más representativos y de mayor importancia para la monarquía británica, es lugar de nupcias y coronación de miembros de la familia real (desde Guillermo el Conquistador hasta Isabel II todos los soberanos británicos se casaron allí, a excepción de Eduardo VIII) y de honras fúnebres (la mayor parte de los soberanos desde Heraldo I hasta Jorge II tienen sus sepulturas reales en Westminster). Es un verdadero lugar de peregrinaje, en el que uno se puede encontrar con cientos de turistas esperando pacientemente para conseguir acceder al interior de la abadía, soportando largas colas de gente y el saciable clima londinense. Dos torres construidas por el arquitecto Christopher Wren coronan la fachada de esta fastuosa iglesia, cuyo estilo es una mezcla diferentes estilos, entre ellos el gótico y el flamígero. El precio de la entrada al «santuario» es de £5. Ya en el interior de la abadía, cuya designación oficial es “iglesia colegial de San Pedro de Westminster”, se pueden divisar numerosos pórticos, claustros, monumentos, capillas y tumbas reales, como las de San Eduardo el Confesor, Leonor de Castilla, Enrique V, Enrique VII, Eduardo II, Ricardo I, Ricardo II y la de Cromwell. Además, hay esculturas en memoria de otros personajes célebres del mundo de las artes, como Lord Byron y William Shakespeare, así como tumbas de otra gente importante (entre ellas están la de los archifamosos científicos Isaac Newton y Charles Darwin, ambos creyentes, postuladores de la ley de la gravedad y la teoría de la evolución respectivamente). La verdad es que uno se queda profundamente perplejo al ver tantas tumbas de gente tan relevante que hubo en la historia de este país, Inglaterra.
Continuando mi visita turística y cultural por los lugares emblemáticos de Londres, el tercer lugar de importancia que he visto por su proximidad con la Abadía y el Palacio de Westminster es la Westminster Cathedral3 (Catedral de Westminster). Este edificio de ladrillo rojo, listado de piedra blanca, es una muestra de la arquitectura neobizantina. En su fachada pude observar con asombro la asimetría de sus torres y su campanario de 83 metros de alto (la catedral es de 110 metros de largo). Sus muros, pilares y bóvedas están decorados con mármoles y mosaicos, y las cúpulas son de ladrillo sin revestir. En esta catedral de culto católico me detuve en varias ocasiones para poder contemplar y gozar de lo lindo desde más cerca de su impresionante estructura arquitectónica. Como no podía ser menos, saqué una foto de este lugar para tener el recuerdo de esta formidable catedral, y poder rememorarlo mentalmente al ver dichas fotos con el paso del tiempo.
Mi siguiente visita de mayor interés es la imponente Saint Paul`s Cathedral4 (Catedral de San Pablo). A este lugar accedí a su interior por el módico precio de £6 y acompañado por una dulce amiga francesa de confianza que tenía por entonces, a quien invité y pagué con mucho gusto su entrada. Sin ninguna duda, la mera oportunidad de ver desde el exterior de su cúpula, la cual es la más grande del mundo después de la Basílica de San Pedro de Roma, el centro de la ciudad bien se merecían pagar esas £6, aunque ello suponga tener que subir unos 700 escalones hasta llegar al lugar deseado. Hablando sobre la gigante y abrumadora catedral, es necesario mencionar que es una obra maestra reconstruida por el arquitecto Wren después del gran incendio de 1666 que destruyó dicha catedral, al igual que muchas iglesias y viviendas. Su arquitectura pesada, impactante y fastuosa, rematada en una cúpula de doble tambor de 37 metros de diámetro alcanza los 111 metros de altura (incluyendo la cruz), reposando sobre ocho pilares. De la panorámica exterior de la propia catedral pude deleitarme, además de su asombrosa cúpula recubierta de plomo, en la elegancia de los pórticos de columnas semicirculares de estilo corintio. No puedo olvidarme de su sorprendente fachada trasera inspirada en el barroco. En el interior de la catedral se puede apreciar una enorme nave y el vacío central creado por la cúpula. Convertida es una especia de panteón (se estima que en su cripta se albergan más de un centenar de sepulturas), se consagran sobre todo los monumentos funerarios, entre los cuales se encuentran dos de los enemigos implacables de Napoleón: el duque de Wellington, situado en la nave lateral izquierda, y almirante Lord Nelson, ubicado en la nave lateral derecha. Mi amiga y yo nos sentimos intensamente anonadados al observar la gran cantidad de tumbas que había en el interior de la nave, sobre todo en la cripta, a la cual se accede por una escalera que parte de la nave lateral derecha, reposando en un centenar de tumbas de personajes ilustres. Entre esas tumbas están la de los pintores Reynolds, la del mencionado duque de Wellington y la del almirante Nelson, cuyo ataúd, encerrado en un sarcófago de mármol, fue construido con la madera de un barco francés en las guerras napoleónicas. A lo alto de la cúpula accedimos exhaustos después de subir unos 700 escalones, obteniendo como recompensa una de las vistas más magníficas y bellas del centro de Londres. También logramos acceder a su biblioteca, e incluso a la Galería de los Murmullos, llamada así porque allí se pueden oír las palabras intercambiadas de un lado al otro del muro. Una de las mejores perspectivas que se pueden obtener de esta monumental catedral la tenemos atravesando el Millennium Bridge, donde se puede ver la gigante cúpula iluminada por completo durante las noches. Esta catedral, inspirada exteriormente en la Basílica de San Pedro de Roma, es la actual diócesis de la ciudad de Londres. Para finalizar mi comentario sobre este fantástico lugar, debo resaltar que aquí se casaron la malograda Diana de Gales y el Príncipe Carlos de Inglaterra, siendo su boda en esta catedral la mejor carta de presentación para promocionar su imagen en todo el mundo.
No es mentira decir que la plaza más monumental, turística y famosa de Londres es Trafalgar Square5. Para poder llegar hasta este lugar desde mi residencia en Camberwell sólo tenía que coger el autobús y atravesar los distritos de Camberwell y Elephant and Castle, llegando al distrito del Whitehall, lugar donde se encuentra al actual ayuntamiento y el domicilio del Primer Ministro Británico, concretamente en Downing Street. Entre este distrito y otros más es donde se halla esta gran plaza, centro neurálgico de culturas y manifestaciones, muy concurrida y saturada de tráfico y gentes de todas las razas, creencias y lenguas del mundo. Trafalgar Square está confluida por un gran número de calles que llegan y salen de esta plaza. Es, sin duda, el pulmón de la ciudad, ya que está ubicado entre los siguientes barrios: el Whitehall, centro político de la ciudad, el Mall, lugar de celebración de importantes ceremonias de la Corona Real, y el West End, barrio donde prodiga los grandes almacenes y los comercios de mucho lujo. La reconstrucción de esta plaza fue llevada a cabo por el arquitecto John Nash durante principios del siglo XIX. Incontables veces recorrí y divisé este increíble lugar, bien a pie o en autobús, sintiéndome en muchas ocasiones absorbido por la belleza y austeridad de sus edificios, fuentes y esculturas, al igual que por su animado y especial ambiente. No resulta difícil obtener una perspectiva amplia de toda la zona si llegamos a la plaza desde el Whitehall, justo con su confluencia con Trafalgar Square. Desde allí me recreé gustosamente en las privilegiadas vistas del lugar, pudiendo observar en un primer plano la columna de granito que conmemora al almirante Lord Nelson, erigida en 1843, de 52 metros de altura, rematada por una estatua del mismo almirante muerto en la batalla de Trafalgar. Es preciso hacer recordar a mis ilustres lectores que en esa sangrienta batalla venció la flota inglesa sobre la escuadra franco-española en el año 1805 y que supuso alejar el peligro de invasión de Inglaterra por Napoleón. La estatua de Nelson descansa sobre un pedestal decorado con 4 bajorrelieves, cuyo bronce curiosamente procede de los cañones franceses rescatados en los campos de batalla de las guerras napoleónicas. También pude apreciar fácilmente, y tocar una vez que me acerqué, los 4 leones esculpidos en tamaño gigante, recostados al pie de la columna de Nelson. En un segundo plano pude contemplar varias fuentes decorativas, algunas esculturas, así como en el lateral izquierdo la iglesia San Martin in the Fields y en el lateral derecho la embajada de Canadá. Y en el plano de fondo pude divisar la fachada del prestigioso The National Gallery. Algo curioso que presencié en Trafalgar Square durante mis primeras Navidades en Londres, fue un enorme abeto navideño que plantaron y que servía para engalanar, adornar e iluminar la mítica plaza. Según la tradición, este abeto es regalado cada año por Noruega en las fiestas navideñas.
Otro lugar llamativo que recuerde haber estado en un par de ocasiones es la City6. Este importante lugar, de 2,5 km2 cuadrados y sólo 5000 habitantes, conforma una ciudad dentro de otra ciudad. Fue construida en el antiguo Londres romano, destruida en gran parte por la guerra nazi. La Citytiene la singularidad de estar provista de sus propias instituciones, su propia policía y sus costumbres. Es centro histórico y financiero de Londres. Este distrito suele estar ambientado por mucha gente los días laborables y desierto por las tardes y los fines de semana. Esto último lo sé por mi propia experiencia, ya que las dos veces que he estado en esta zona de la ciudad coincidió en fin de semana. El epicentro de esta ciudad es, sin duda, la Bolsa. Esta parte de Londres fue arrasada en dos ocasiones: en 1666 por el gran incendio y durante la Segunda Guerra Mundial por las bombas del Blitz. A pesar del transcurrir de los años, sus calles adyacentes a la Bolsa tienen estilo medieval. Además de la Bolsa, podemos encontrarnos con uno de los bancos más importantes y conocidos del mundo, el Bank of England, llamado comúnmente The Bank, aparte de otros bancos bien reputados, como el Lloyds y el Royal Exchange. No perdería la razón, pues, si dijera que el distrito de la Citylondinense es análogo al área financiera de Wall Street en Nueva York.
El Bank of England, que cubre cerca de una hectárea y media de superficie, es un edificio neoclásico de finales del siglo XVIII, obra del arquitecto John Soane. Además, en pocas hectáreas se hallan concentradas las sedes de 200 bancos de depósito y banca de negocios, así como las principales compañías de seguros. La Royal Exchange, situada al frente del Bank of England, constituye la Bolsa Real y fue edificada cerca de mediados del siglo XIX por William Tite. Este «templo» también es de estilo neoclásico, resaltando de su fachada su fenomenal pórtico de columnas de estilo corintio.
Uno de los lugares más atractivos, genuinos y acogedores que he conocido de Londres es la mítica plaza de Piccadilly Circus7. Me ha llamado mucho la atención este hermoso sitio por la gran afluencia de gente de todas las culturas que aquí se congregan. Esta plaza, la segunda más célebre de Londres después de Trafalgar Square, es una encrucijada de calles y avenidas, todas ellas demasiado concurridas de gente apresurada y de tráfico saturado de autobuses, taxis y coches. Es éste un lugar en el que, tanto si se va en autobús como andando, uno se siente «atrapado» por el barullo y el ritmo vertiginoso de la muchedumbre al caminar, sin tener tan siquiera la oportunidad de observar con atención las compañías multinacionales y edificios que se encuentran en todo su entorno. Hablando de edificios, la mayoría de ellos son casi imperceptibles por culpa de los enormes rótulos luminosos de neón que hacen de esta plazoleta el punto neurálgico del Londres nocturno y la gran atracción para los turistas llegados de todos los rincones del planeta. Sería correcto decir que Piccadilly Circus es como Times Square de Nueva York, pero a la británica. Bien es cierto que Times Square es uno de esos lugares especiales que me gustaría ver alguna vez en mi vida, sobre todo si es para celebrar el cambio de año, en donde se llega a congregar en las calles de todo el distrito de Manhattan la noche de fin de año hasta 3 millones de almas.
Yo en muchas ocasiones pasé por Piccadilly Circus, bien cuando me coincidía para ir a una entrevista de trabajo, bien para ir de compras, o bien para salir de marcha con mis amigos por las noches. En el medio de la plaza se encuentra una bonita fuente rematada por una decorativa estatua de bronce. El nombre de la estatua no es Eros, el Dios del Amor, como muchos creen, sino que se trata de la efigie del Ángel de la Caridad Cristiana, levantado en 1893 para homenajear la gratitud del conde de Shaftesbury.
Continuando mi larga e insaciable visita turística por esta gran capital, debo decir, sin duda, que dos de las atracciones que más me impresionaron y me cautivaron durante mi «larga estancia» en Londres fueron el castillo The Towery el puente The Tower Bridge. Por esta zona, si mal no recuerdo, pasé en tres ocasiones, observando desde su exterior la preciosidad de la estructura del castillo, increíblemente intacto después de transcurrir muchos siglos desde su construcción. Me llevó cerca de media hora para dar la vuelta completa alrededor del castillo. Debo reseñar que no llegué a entrar en dicho castillo porque me resultaba algo cara la entrada (cerca de £15), aunque para mí ya era suficiente privilegio el simple hecho de poder presenciar el encanto de su estructura desde su exterior.
Adentrándome un poco sobre la historia del castillo The Tower8, es preciso mencionar que en el año 100 d. de J.C. el Londinium (el nombre de Londres tiene origen romano), convertida en una de las ciudades más prósperas del imperio romano, fue rodeada por murallas. A pesar de estas defensas, la ciudad fue tomada en el año 1060 por Guillermo el Conquistador. Éste tomó la decisión de construir un castillo a orillas del río, cerca del recinto fortificado, para proteger su nueva residencia de cualquier ataque eventual enemigo que pudiese llegar desde el mar, atravesando el Támesis. Se le llamó la Torre Blanca debido a la deslumbrante blancura de la piedra de caliza que servía para erigirla. Durante el reinado de Enrique III y posteriormente de Eduardo I, la Torre Blanca fue rodeada por una gigante muralla doble muy bien fortificada, convirtiéndose The Tower en una enorme y terrible fortaleza. Sin embargo, simplemente se le llamó The Tower (“La Torre”). Los miembros de la realeza le han asignado otras funciones: como residencia y sobre todo como prisión. Dentro de ese castillo se han llevado importantes y numerosas ejecuciones. Aquí fueron prisioneros el Rey de Francia Juan el Bueno, Carlos de Orleáns, el Rey Jacobo de Escocia y muchas más personalidades famosas. The Tower no sólo ha tenido encerrado a muchas personas, sino que también se encerraba una colección real de animales, sobre todo cuervos, mantenidos a expensas de la Corona y que existía un gran interés en mantenerlos, pues una leyenda afirmaba que la fortaleza desaparecería si los cuervos llegasen a abandonar el propio castillo. Hoy en día The Tower es un fortín militar provisto de arsenal y de soldados que aseguran la protección de las joyas de la Corona expuestas en una de las alas del cuartel de Waterloo, edificio construido a iniciativa del duque de Wellington. Desde su exterior se puede contemplar la Torre de Enmedio, una fortaleza destinada a salvaguardar el edificio principal ubicado en su interior, la Wakefield Tower, lugar donde se guardaban antiguamente las joyas de la Corona. También hay que citar por último la Torre Blanca, una vasta fortaleza maciza convertida en un museo de armas y en la que destacan exteriormente sus 4 torres situadas en las esquinas, coronadas por sus respectivas cúpulas, al igual que sus ventanas de estilo medieval.
Aun no habiendo entrado en dicho recinto, debo aportar como información adicional que en su interior existe tres plantas: la planta del cañón, la planta de los banquetes y la planta del consejo. Sin duda, es conmovedor y emotivo ver todo el entramado arquitectónico que componen el castillo The Tower junto al puente Tower Bridge iluminados por las noches, reflejándose el puente en la superficie de las aguas del Támesis. Hay que estar allá para comprenderlo y disfrutarlo.
El siguiente lugar que he visto es, evidentemente, el Tower Bridge9, por su proximidad con el castillo The Tower. Es el último puente de Londres antes de desembocar el Támesis en el mar. Es también el más célebre de todos los que hay en la ciudad, que no son pocos la verdad, constituyendo para muchos un verdadero emblema. Por este puente he pasado en dos ocasiones, si mi memoria no me falla, y he podido disfrutar desde la margen contraria de donde se encuentra el castillo The Tower de la sobrecogedora panorámica que ofrecía todo su entorno, abarcando el cercano Tower Bridge, el río Támesis y el lejano, pero perfectamente visible, The Tower. Debo reseñar que tanto el Tower Bridge como el castillo de The Tower han sido declarados por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad. La verdad es que son bonitas las vibraciones que corrían por mi cuerpo al ir atravesando este famoso puente. Podía sentir la suave y dulce brisa corriendo por mi cuerpo, respirando y observando desde el mismo puente el fluir de las aguas del Támesis para que me sirviera de antídoto mágico contra las preocupaciones diarias o la ansiedad que por momentos he llegado a tener. Bajo este puente suelen pasar todo tipo de barcos, incluyendo los más grandes, ya que el puente tienes brazos basculantes que se elevan para dejar pasar a dichos barcos.
Introduciéndome en su interesante historia, debo apuntar que antiguamente el London Bridge era el único modo que había para poder atravesar el río Támesis. La ciudad creció drásticamente y se construyeron numerosos puentes, todos ellos situados en la margen oeste del propio London Bridge, al mismo tiempo que en la margen este del puente se fue transformando en un puente muy confluido. Con el paso del tiempo, debido al importante aumento de población, creció la necesidad de levantar un puente al este del London Bridge, sufriendo el gobierno numerosas presiones públicas que solicitaban su rápida construcción. La Corporation of London, la autoridad responsable de esa parte del Támesis, decidió realizar un concurso público en el cual se llegaron a presentar más de 50 proyectos diferentes para dicha construcción. Finalmente prosperó el de los arquitectos Harace Jones y John Wolfe Barry. El proyecto se aprobó en el año 1884 y se iniciaron las obras 2 años más tarde, finalizando en el año 1894. Para su construcción se utilizaron más de 11000 toneladas de acero y dos pilares sobre el lecho del río para mantener la estructura de las torres y las pasarelas que posee. El puente está recubierto de granito de Cornualles y piedra de Pórtland. En interior de estas torres se pueden observar mapas sobre los diferentes proyectos presentados para la construcción de este puente levadizo, así como sus motores que sirven para elevar dicho puente ante el paso de cualquier barco de grandes dimensiones. Yo no subí al interior de las torres ni tampoco atravesé su pasarela, cosa de lo que estoy arrepentido, ya que si tuviera conocimiento por aquel entonces de que se podía hacer, no lo hubiese dudado ni por un instante.
Han sido muchos los lugares emblemáticos que he logrado ver. Entre todos ellos destacan también por su extraordinariedad y belleza el monumento Albert Memorial y la sala de espectáculos Royal Albert Hall, situadas ambas atracciones en el distrito de Kensington. El Royal Albert Hall10, con estilo imitación del renacimiento, tiene una planta curvilínea que da apariencia de circo. En el interior de este recinto se celebran conferencias, mítines e importantes conciertos, entre ellos los famosos Promenade Concerts cada verano, además de otros actos culturales. Esta sala puede llegar albergar hasta 8000 espectadores.
Aquellos curiosos que deseen conocer más a fondo todavía la historia y cultura de Londres deben visitar el Castillo de Windsor11,situado en la parte oeste de la ciudad, prácticamente a sus afueras. Una de las mejores formas para poder llegar a este bello lugar desde el centro de Londres es cogiendo en la estación de autobuses de Victoria el National Express. Este imponente y señorial castillo, el más grande de Europa, se empezó a construir por orden del rey Guillermo el Conquistador en el siglo XI y se constituye como lugar de residencia de los miembros de realeza inglesa desde hace unos cuantos siglos, con enorme importancia para la historia de este país, Inglaterra. De su interior hay que destacar la capilla de Saint George (San Jorge), de estilo gótico, y que fue curiosamente el lugar donde se celebró la boda religiosa entre el Príncipe Carlos de Inglaterra y Camila Parker Bowles, convirtiendo a esta mujer, tal como establecía la Carta Magna inglesa, en duquesa de Cornualles. Además, se encuentra el Mausoleo de los Reyes, lugar donde fueron enterrados diferentes reyes que gobernaron Inglaterra, al igual que sus aposentos. Es un enorme castillo de estilo medieval que impresiona al cualquier turista por la belleza de su estructura arquitectónica. Yo, desafortunadamente, no lo he visitado por resultar algo lejano desde mi lugar de residencia, además de que sale algo caro tener que desplazarse hasta allí. De todos modos, siempre tendré la posibilidad de ver este bello sitio, si vuelvo a Londres alguna vez.
Ahora que acabé de hacer mi comentario sobre el Castillo de Windsor, permítanme, como licencia personal, hacer mención a otro castillo londinense llamado Hampton Court, que ha adquirido fama internacional por un hecho insólito que aconteció tan sólo unos meses después de mi vuelta de Londres en mi segunda etapa, concretamente en diciembre del año 2003. Me refiero al hecho espeluznante de que las cámaras de seguridad de ese castillo captaron in situ unas imágenes escalofriantes en las que se podía apreciar una figura fantasmagórica ataviada de época abriendo una de las puertas de emergencia del propio castillo. Esta noticia, de la que se han hecho eco la televisión pública y algunos rotativos londinenses, así como diferentes medios de comunicación, tanto escritos como audiovisuales, de numerosos países europeos y del resto del mundo, algunos en primera plana, ha mantenido en vilo a casi toda la población de la ciudad de Londres y a parte del mundo. Según los testimonios de muchos turistas que han visitado el castillo, en su interior se producían ciertos fenómenos esotéricos que se relacionaban con sonidos de voces de ultratumba (psicofonías), movimientos de objetos sin un motivo aparente, accionamiento sin intervención humana de los sistemas de alarma, repentinos cambios de temperatura (termogénesis), olores que surgían de la nada (clariesencia) y otros fenómenos inexplicables, siendo denunciados por eses testigos ante los guardias y responsables del castillo. Se envió a un grupo de expertos «cazafantasmas» de la Universidad de Hertfordshire para indagar sobre la verdadera naturaleza de esos hechos, inspeccionando el interior del castillo, examinado con mucho mimo las grabaciones de las cámaras de vídeo, entrevistando a más de 400 turistas que visitaron el interior de dicho castillo (más de la mitad, entre ellos muchos escépticos, declararon haber sido testigos de ciertos sucesos paranormales) y a los propios guardias de seguridad, éstos últimos negando rotundamente el que se hubiese hecho cualquier tipo de montaje. Finalmente, los expertos han llegado a la conclusión de que dichos sucesos eran provocados por causas naturales, alegando que esos «susurros» y cambios de temperatura eran debido a que el castillo o palacio se encontraba cerca del río Támesis. Sean de orden natural o sobrenatural esos hechos, el caso es que muchas turistas que han sido testigos directos de esos sucesos, están completamente convencidos de que el castillo está realmente poseído por fantasmas. Con relación al presunto espectro aparecido, cuenta la leyenda que el espíritu de Catherine Howard reaparecería de nuevo desde el «más allá» para vengarse de su cruel esposo, el rey Enrique VIII de Inglaterra, por haberla decapitado por adulterio en ese castillo en 1542.
Esos enigmáticos sucesos acaecidos en el Castillo de Hampton Court me llevan a pensar que si Londres puede presumir de ser una ciudad deslumbrante y asombrosa, también puede hacerlo por tener fama de ser una ciudad encantada o mágica, por lo menos algunos de sus recónditos lugares.
Ya para finalizar mi comentario sobre los lugares emblemáticos londinenses, quiero hacer especial mención a una de las calles más famosas y concurridas de la ciudad: Oxford Street. Es esta calle una largavía rectilínea de varios kilómetros que va desde Bloomsbury hasta Hyde Park. Es, sin duda, la calle más transitada no sólo de Londres, sino del mundo, según el British Tourist Authority. En ambas aceras de la calle uno se queda impresionado por la gran marea de gente variopinta, de cualquier cultura y nacionalidad que circulan a paso rápido, provocando el que muchas ocasiones sea difícil caminar a paso correcto debido a lo obstaculizado que está toda esta avenida. Por si fuera poco, es fácil además ver los atascos típicos que hay en la carretera, debido la mayoría de las veces a las largas colas de autobuses urbanos. Es relevante comentar que Oxford Street es, en mi opinión, el centro comercial por excelencia de toda la ciudad. ¿Por qué digo esto? Sólo me bastó introducirme en esta calle para observar y comprobar la multitud de compañías británicas, como Selfridges, Marks and Spencer, Britannia Models, cadenas de comida rápida, como Café Nero, Burger King o Pret A Manger, así como importantes multinacionales, como Virgin, McDonalds o la firma gallega Zara, entre otras. Entre todas esas compañías mencionadas quiero hacer un breve comentario sobre dos de ellas: Virgin y Britannia Models.
La primera de ellas, Virgin, dueña del magnate Richard Branson, se ha convertido en la mayor empresa privada del Reino Unido y la más internacional, junto con la archifamosa Rolls Royce. También es la marca más comercial de Gran Bretaña y con la que más se sienten identificados los jóvenes británicos. La verdad es que me siento fascinado y abrumado por todo lo que supone esta firma extraordinariamente poderosa en todo el mundo. A pesar de que el volumen de negocio del imperio Virgin es inferior a otras compañías, sobre todo americanas, como, por ejemplo, al todopoderoso Microsoft de Bill Gates, es seguramente la compañía que mejor marketing tiene en el mundo en cuanto a la explotación de la imagen de sus productos y la gran cantidad de marcas propias registradas. La cuota de mercado de Virgin es muy amplia, ya que posee dos compañías aéreas, una de trenes, una agencia de vestidos de novia, una operadora de telefonía móvil, una discográfica, una agencia de viajes, grandes almacenes de artículos variados, una cadena de radio, incluso una compañía de limosinas, entre otras muchas secciones. Por si fuera poco, no hace mucho tiempo, Richard Branson lanzó la noticia «bomba» del nuevo milenio al llegar a un acuerdo con los fundadores de Mojave Aerospace Ventures, Paul G. Allen y Burt Rutan, éste último creador también de la nave espacial SpaceShipOne por encargo del propio Allen, para diseñar la que será la firma más revolucionaria de la era moderna, Virgin Galactic. Esta compañía será la primera operadora espacial privada que permitirá a finales de esta década a aquellas personas ricas y aventureras viajar al espacio, tener una imagen estremecedora de la Tierra y conocer la gran sensación de la ingravidez. Este multimillonario acuerdo puede convertir a la multinacional Virgin en la compañía privada más universal y rica del mundo. ¡Pero qué decir de su singular y carismático presidente, Sir Richard Branson!. Este excéntrico adinerado posee una riqueza estimada en unos ₤2400 millones, en la cual se incluye una isla en el pacífico, una cadena de más de 100 cines, algunos hoteles y haber dado la vuelta al mundo en globo. La verdad es que leer todas estas cifras tan astronómicas me deja helada la sangre. Aun respetando y admirando a esta importante personalidad, sigo sin entender porque la riqueza está tan mal repartida, en el sentido de que unos pocos afortunados lo tienen absolutamente todo, mientras otras muchas personas desgraciadas siguen sin tener aquellas cosas tan elementales para poder vivir dignamente. Aunque esto último sería más bien plantear un debate, el cual estaría fuera de lugar, ya que sólo me quiero limitar en relatar mis experiencias en el Reino Unido.
La segunda compañía a la que querría hacer mención es la agencia de modelos Britannia Models, situada también en Oxford Street. Acudí a este lugar porque la moda es mundo que siempre me ha llamado mucho la atención, ya que brinda la oportunidad de poder conocer a mujeres de un físico desbordante, la posibilidad de ganar mucho dinero de una manera muy amena, de poder viajar por ciudades muy importantes del mundo e incluso, dependiendo de la suerte, conseguir fama. Como soy un gran soñador y algo emprendedor, he querido probar suerte en este mundillo. Para poder empezar a trabajar como modelo para esta agencia primeramente requerían superar una prueba de fotogenia, para la cual me harían una serie de 4 o 5 fotografías para comprobar si, en efecto, era lo suficientemente fotogénico. Superada dicha prueba, como fue mi caso, pasé a la segunda fase que consistía en hacer el conocido «portfolio», o sea, me tenían que sacar otra serie de fotografías en un estudio, después de haber sido maquillado y con el vestuario oportuno, seleccionando las mejoras fotos para incorporarlas a lo que sería el «book». En este libro aparecerían las mejoras fotos mías que me servirían para promocionar mi imagen, de modo que pudiese ser demandado por cualquier firma publicitaria o comercial. Yo pagué para hacer la prueba de fotogenia la cifra de £20. Posteriormente, y una vez que superé dicha prueba, tenía que pagar £150 (£40 anticipadas en concepto de depósito y £110 adicionales en concepto de realización de la sesión de fotos) para hacerme el «book» que me daría derecho a que me maquillaran y me hicieran las fotografías. Por lo demás, decir que la ropa la tenía que llevar por mi cuenta para realizar la mencionada sesión de fotos en un estudio situado en Ealing Broadway, zona 3 de Londres. Sin embargo, la suerte se me truncó, en el sentido de que perdí el puesto de trabajo que tenía en el restaurante inglés de Chelsea, por lo que, después de mucho reflexionar y analizar pros y contras, decidí ponerme en contacto telefónicamente con la agencia para cancelar la realización de la sesión de fotos programada, muy a mi pesar. Me había hecho muchas ilusiones y autoimpuesto elevadísimas expectativas. Me llevé, por tanto, un gran chasco y me hizo, para colmo, perder las £40 del depósito invertido en vano, al igual que las £20 que había pagado por la prueba de fotogenia. Aun viéndolo por el lado positivo y buscando razones que justificasen mi difícil decisión, cuando pienso en ello no dejo de tener algunos remordimientos de conciencia por no tomar la valiente decisión de arriesgarme en seguir adelante con dicho proyecto y hacerme el dichoso «book» que me hubiese servido, porque no, para convertirme en una «estrella». Pienso que para alcanzar grandes metas y hacer realidad nuestras mayores ilusiones es necesario arriesgarse y tentar a la suerte, ya que ella no viene sola sino se pone algo de iniciativa propia y de afán. Por eso, cuando no haya nada que perder intentándolo y mucho que ganar en caso de alcanzar el éxito, no se debe vacilar en hacerlo. Yo tenía poco que perder al arriesgarme, ya que tenía suficientes ahorros para seguir adelante con mi «reto», pero mi incertidumbre a la hora de encontrar pronto un nuevo trabajo que me hiciese autofinanciar mi estancia en la capital inglesa, fue lo que determinó mi fatal decisión. Ahora recuerdo fríamente dicha frustración y desengaño, algo que fue meramente circunstancial y capricho del destino. También pienso que si hubiese ejercido de modelo en Londres podría haber ganado mucho dinero, tanto como de 100 a 1000 libras por día trabajado (la agencia se hubiese quedado con el 20% de dichos ingresos). Quisiera mencionar, además, para aquellas personas que a lo mejor están interesadas en probar con una agencia de modelos en Londres, que es la propia agencia la que selecciona, una vez superada las dos primeras fases, tanto la prueba de fotogenia como la realización del «book», al modelo para una determinada especialidad, según su perfil. Entre esas especialidades están la de poder desfilar como modelo en pasarelas, posar para revistas, participar de extra en películas o series o para un determinado anuncio publicitario.
Concluyendo mi comentario sobre esa agencia de modelos, Britannia Models, debo decir que quizás quería ganar fama y riqueza empezando por la cúspide, sin tener en cuenta que lo más importante es empezar por abajo. De ahí mi decisión de inscribirme en una agencia de modelos de mi ciudad, Ourense, para así tener experiencia como modelo y de este modo, si alguna vez vuelvo a Londres, probar de nuevo con Britannia Models o con otra, avalando mi experiencia en mi país. Es lo que yo llamo desarrollar un «descontento inspirador», sino ¿cuántos famosos del mundo de los negocios y artistas habrán utilizado esta técnica para alcanzar el éxito en su vida personal y profesional? Una innumerable cantidad de personajes célebres.

 
7º EL LONDRES IMPERIAL DE LOS MAJESTUOSOS PALACIOS Y PARQUES
 
Londres es más que una ciudad, es un lugar de ensueño, ideal para recrear la vista en sus espléndidos y hermosos palacios y en sus emotivos y divinos parques. Muchos de esos lugares son muy conocidos mundialmente y que suponen, sin la menor duda, la mejor carta de presentación para promocionar y persuadir a los turistas a que conozcan de primera mano todo ese encanto que derrochan dichos lugares.
Los palacios simbolizan la grandeza y poderío de la Realeza británica. Entre esos palacios de enorme interés e importancia están el Palacio de Westminster, el Palacio de Buckingham, el de Saint James y el de Kensington.
Empezando por el primero de todos ellos que he visitado, el Palacio de Westminster, sería correcto al haberlo comentado anteriormente no ser reiterativo, por lo que considero que me centraré en el siguiente palacio que tuve el privilegio de contemplar, el Palacio de Saint James.
El Palacio de Saint James1se edificó a partir del año 1531 por orden del rey Enrique VIII y pasó a pertenecer a la dinastía de los Tudor. Su nombre fue dedicado a Saint James (San Jaime), que ocupaba una leprosería en una sala del mismo palacio. Antiguamente, la Corona Real residía en Palacio del Whitehall, pero un gran incendio arrasó dicho palacio, motivando el cambio de residencia real al Palacio de Saint James. También en este lugar es donde los heraldos proclaman el ascenso al trono de los nuevos soberanos. El palacio sufrió varias transformaciones, siendo la última remodelación llevada a cabo por el prestigioso arquitecto John Nash. Es, además, el cuartel de los Gentleman at Arms (son la guardia personal del soberano), de los Yeomen of the Guard (son los soldados que usan la alabarda, una especie de cuchillo transversal), del gran chambelán y de otras personalidades. El edificio es de ladrillo con muros guarnecidos con adornos y torres octogonales y está dividido en varias partes: la Gatehouse, el Cuerpo de Guardia, la Royal Chapel, la Queen’s Chapel and Clarance House y el cuartel de los Horse Guards.
La Gatehouse es la entrada principal del palacio y da acceso a uno de sus cuatro patios. En uno de esos patios se puede acceder a la Capilla Real.
El “Cuerpo de Guardia” es en donde se ubica la Sala del Trono y las Salas de Tapices y de Armas.
La Royal Chapel fue el lugar en donde se celebraron los casamientos de los reyes Jorge IV, Jorge V y Victoria.
La Queen’s Chapel and Clarance House ha sido lugar de residencia de la Reina Madre y que además reúne algunos servicios de la Commonwealth.
La última parte es el Cuartel de los Horse Guards, que hospeda a 40 guardias pertenecientes a la Guardia Real a caballo, encargados de vigilar los palacios reales londinenses. Los Horse Guards están divididos en dos regimientos: los Lige Guards, con guerrera roja, casco con crin blanca y caballos con manta negra o blanca; y los Blues and Royals, con guerrera azul, casco con crin roja y caballos con manta negra.
Debo mencionar que yo no pude acceder al interior de la mansión, ya que estaba prohibida la entrada a los turistas y al personal no autorizado.
Otro de los palacios de gran prestigio es el Palacio de Kensington2, situado cerca de Hyde Park y Kensington Gardens. El palacio fue comprado en su día por el rey Guillermo III. La imagen actual del palacete, propiedad de la Corona en todo momento, es obra del arquitecto Christopher Wren. Aquí nació y vivió la reina Victoria, residió la reina María, esposa de Jorge V, la princesa Margarita y la Princesa Diana de Gales. Para finalizar mi breve comentario sobre este palacio, al que lógicamente no pude acceder, es necesario mencionar que en su interior existe la galería del Rey, un lugar rebosante de cuadros pintados por personajes prodigiosos y consagrados del mundo de la pintura, al igual que hay una colección de trajes de corte pertenecientes a los últimos tres siglos.
El siguiente y último palacio, no de Londres, puesto que tiene muchos de ellos, es por su enorme importancia y fama el Palacio de Buckingham3. A este opulento palacio acudí en tres ocasiones para conocer y observar personalmente su bello edificio y el gran ambiente cosmopolita que de costumbre allí hay. Es actualmente la residencia de la Realeza británica. Fue el arquitecto John Nash, con encargo de Jorge IV, quien transformó esta antigua mansión en un palacio real, pero el costo de las obras superaron el costo presupuestado por el gobierno por lo que el palacio quedó sin terminar. Posteriormente, otro arquitecto continuaría las tareas de remodelación arquitectónica. El autor de la actual fachada, cuyo estilo es una mezcla entre el renacentista y el clásico, es obra de Aston Webb. Es importante mencionar que entre las plantas bajas y los dos pisos del cuadrángulo hay 690 cuartos comunicados por 1 kilómetro de pasillos. En el ala norte del cuadrángulo se encuentran los apartamentos de la Reina Isabel II. Los apartamentos de Estado, obra también de Nash, ocupan las alas sur y oeste, y disponen de dos galerías de pinturas que forman una vasta y cara colección real (aquí hay colecciones de los reyes Enrique VIII, Carlos I, Jorge III, Jorge IV, la reina Victoria, etc.). En el palacio hay un comedor de gala con motivo de bailes oficiales, recepciones diplomáticas y casamientos reales. La mesa de caoba que hay en el comedor puede acoger un total de 60 comensales. Otra parte no menos relevante es la Queen’s Gallery, lugar en donde se tiene por costumbre realizar exhibiciones de cuadros y objetos de arte provenientes de las colecciones reales. Por desgracia, las tres veces que visité el palacio no me coincidió el que estuviese abierto, aunque debo decir que si estuviese un poco más avispado lo hubiese visto por dentro, ya que entre los meses de agosto y octubre de cada año está permitida la entrada al interior del recinto. Visto el panorama, todos los curiosos, incluido yo, tuvimos que conformarnos con contemplar esta fantástica fortaleza desde su exterior y contentarnos con saber que, como manda la tradición, la Reina de Gran Bretaña y de Irlanda del Norte (además de ser Reina y Jefa de Estado de los 53 países que componen la British Commonweath of Nations) estaba alojada en ese preciso momento en el palacio porque la bandera británica ondeaba en su asta en lo alto del mencionado palacio. Las colas de gente enfrente de las verjas del exterior del palacio eran largas. Yo pude sentir el murmullo de admiración de toda esa gente congregada, llegadas de todas partes del mundo, que esperaban que la Reina saliese al balcón a saludarles y poder sacar alguna foto en ese único y especial momento. Incluso, para no desentonar, algunos patriotas británicos se atrevían a gritar y cantar el God save the Queen (el “Dios salve a la Reina” es el título del himno de Inglaterra). Sin embargo, la principal razón que hace reunir a tanta gente enfrente de la entrada principal del palacio, es para presenciar el impresionante Cambio de Guardia Real que se desarrolla aquí todos los días a última hora de la mañana. En mi caso particular no conseguí verlo, ya que había llegado tarde, aunque bien es cierto que podía ir otro día con tiempo para poder presenciarlo, pero lo fui dejando pasar día tras día que al final me quedé sin la experiencia de vivirlo en persona. A pesar de eso, hice algo que siempre recordaré y que se hace tradicionalmente cuando se va a visitar el Palacio de Buckingham. ¿A qué me refiero?. Hablo de una fuente que hay en el exterior del Palacio Real, justo enfrente. La hermosa y decorativa fuente, rematada con una magistral escultura, se designa Queen Victoria Memorial, y es un lugar donde la gente tiene por costumbre tocar sus cristalinas y limpias aguas y echar monedas después de pedir un deseo. Yo, por no ser menos, también lancé con toda mi ilusión una moneda al agua después de pedir, eso sí, un deseo al que me reservo el desvelarlo.
 
LOS PARQUES
 
Pero Londres no es sólo descomunal gracias a la brillantez y hermosura de sus palacios, también lo es por sus sensacionales, enormes y extraordinarios parques y jardines, entre los que hay que nombrar el de Hyde Park, Kensington Gardens, Green Park, Regents Park, Richmond Park, etc. Estos lugares son la forma y el lugar perfecto para desconectar y evadirse del ritmo de vida estresante y vertiginosa de la gran metrópoli. «Sumergiéndose» en uno de esos inmensos parques, el que los visita encuentra la armonía, tranquilidad y paz suficiente gracias a ese contacto directo con la naturaleza, con el ambiente saludable y por la gran cantidad de actividades deportivas y recreativas que allí se dan. Es algo divino poder conocerlos en persona, poder respirar su ambiente, poder contemplar y sentir su magia y esplendor. Sinceramente, una de las primeras cosas que he hecho en Londres nada más llegar y acoplarme a mi nueva residencia ha sido, por supuesto, adentrarme en una de esas grandes «selvas» verdes que allí hay para poder despejar y aclarar de esa manera mi mente confusa, llena de todo tipo de dudas que se me planteaban las primeras horas y días en Londres. Unas dudas provocadas en gran medida por la inseguridad e incertidumbre de mi futuro allí. La verdad es que tengo pocas palabras para describir la abrumación y el deleite que me causaron los parques londinenses. Por eso prefiero ir narrando uno por uno lo que allí vi y sentí, empezando por el parque más emblemático de la capital, el de Hyde Park.
Hyde Park4 es el primero de los parques que he visto. La parada de metro que le corresponde es Hyde Park Corner. Está situado en el corazón de Londres, concretamente bordeando el distrito de Mayfair, y es el parque real más grande, ya que alcanza un total de 310 hectáreas desuperficie verde(incluyendo Kensington Gardens). Hyde Park fue abierto al público por el rey Carlos I en el siglo XVII y es un lugar muy frecuentado por turistas llegados de todas las partes del globo. Es un parque muy mundano y agitado. En este lugar es fácil encontrarse gente tumbada en el césped relajándose y haciendo diferentes deportes, como la equitación, el fútbol, el remo, críquet, etc., al igual que comiendo en algunos de sus restaurantes que allí hay. También es lugar de celebración de prestigiosos conciertos internacionales. Entre eses conciertos hay que destacar el Live 8, realizado recientemente no sólo en Londres, sino a escala planetaria, y que tenía como fin influir en la cumbre del G-8 (grupo de 8 países más ricos del mundo) celebrada en Escocia para que condonasen la deuda de los países más pobres del Tercer Mundo. Una cumbre condicionada por los atroces y execrables atentados terroristas suicidas acaecidos en varias estaciones del metro londinense, así como en un autobús de dos pisos. Dicho atentado causó varias decenas de víctimas mortales y cientos de heridos. La verdad es que era más que previsible estos atentados en Londres, ya que durante mi estancia en dicha ciudad había sólidos indicios, según Scotland Yard, de un eventual ataque químico o bacteriológico en la capital, sobre todo en el metro. De hecho, el día de mi vuelta a Galicia en mi primera etapa estaba en el aeropuerto en donde iba a coger el avión de regreso, en este caso en el aeropuerto de Heathrow, la policía metropolitana vigilando e inspeccionando la zona para evitar cualquier atentado terrorista. Unos terroristas que tratan de desestabilizar el orden democrático y que atentan contra algunos de los principios más fundamentales que tiene el ser humano. El fin que pretenden estos delincuentes, no justifica sus medios. No hay ninguna «guerra santa» que proclamar a los cuatro vientos. Ese término fue sacado de la manga por algunos fanáticos religiosos para justificar su comportamiento violento y sanguinario, y para crear más odio, rencor y división entre Occidente y Oriente. O mejor dicho, para crear un conflicto ilegítimo entre el Cristianismo y el Islamismo. Entramos en el nuevo milenio con un nuevo enemigo llamado terrorismo. Una lacra que causa verdaderos crímenes contra la humanidad. La verdad es que en el fondo no quiero seguir escribiendo más sobre este tema abominable, porque si lo hiciese, estaría dándoles la razón a los terroristas que intentan romper con nuestra vida cotidiana y normalidad, para meternos, en definitiva, el miedo en el cuerpo. Por eso, como la solución para acabar con esta lacra no está en mis manos, sino de los políticos y máximos gobernantes, seguiré mi crónica sobre mi estancia en Londres, no sin decir que a pesar de la alarma social creada a nivel mundial debido al terrorismo y, sobre todo, después de los atentados terroristas islamistas acaecidos en esta ciudad, Londres es paradójicamente una de las ciudades más controladas, vigiladas y seguras del mundo. ¿Por qué digo esto? Sólo basta observar la gran cantidad de cámaras de circuito cerrado implantadas a lo largo y ancho de la ciudad, tanto en las estaciones de metro, en las paradas y en el interior de los autobuses, en las calles más concurridas, en los organismos públicos, en los complejos deportivos, en los centros culturales, etc., haciendo de esta urbe como una especie de “Gran Hermano” en el que cada acto o comportamiento sospechoso es captado por las cámaras, alertando a la policía metropolitana ante un eventual atentado terrorista. Unas imágenes captadas por esas cámaras de seguridad, las cuales están conectadas a potentes ordenadores de gran memoria y que después de escanear los rostros de los transeúntes, de cotejar sus huellas dactilares y examinar si se ajusta al retrato robot que se encuentra registrado en la base de datos de los ordenadores, en la cual se encuentran registrados los terroristas más buscados por la policía metropolitana de Scotland Yard, así como por la CIA, el FBI, la Interpol y otras organizaciones, avisándoles de inmediato para evitar cualquier atentado terrorista. Aparte de eses dispositivos de seguridad como son las cámaras, bastantes de ellas inalámbricas, hay que citar la combinación de otras vanguardistas tecnologías, como la biometría, el archivo de datos y los bancos de ADN, que han servido para perfeccionar y garantizar en todo momento la seguridad de los ciudadanos que residen en Londres. Un dato muy elocuente que refleja la fiebre que existe esta ciudad y en todo el país por la seguridad ciudadana, lo tenemos en el hecho de que exista una cámara de seguridad por cada 14 habitantes que se encuentren en la calle, pudiendo ser captada una misma persona por esas cámaras unas 300 veces al día. Con eso lo digo todo.
Después de narrarles el grado de seguridad que existe en Londres, seguiré mi comentario sobre Hyde Park diciendo que fue aquí donde se celebró la primera gran exposición universal de productos manufacturados de todos los países del mundo. El rey Jorge II hizo que se añadiese el lago artificial de la Serpentina en el año 1730. La reina Carolina influyó para que el proyecto de remodelación del parque se llevase a cabo. Acabados los trabajos de construcción del nuevo lago, se posibilitó la navegación de algunos barcos para el uso de la Familia Real. El inmenso lago es el lugar perfecto para aquellos intrépidos que quieran alquilar una barca e incluso bañarse allí. Algo muy curioso es que, como costumbre ancestral, la gente se bañe el mismo día de Navidad, aun teniendo que soportar las gélidas aguas del lago. Muy cerca de allí se encuentra la Serpentine Gallery, lugar en donde se realizan exposiciones de arte contemporáneas. Otro lugar célebre de Hyde Park es Speakers Corner. Por este sitio pasé en varias ocasiones, en una de ellas acompañado de varios amigos españoles de mi residencia. Está situado es la esquina nordeste del parque, cerca de Marble Arch. En este sitio, comúnmente denominado “el rincón de los oradores”, se producen todo tipo de reuniones y mítines reivindicativos, antiguamente prohibidos, sobre cualquier tema y que acoge a una gran multitud de curiosos y simpatizantes.
Aparte de Speakers Corner, hay otros partes de gran interés en Hyde Park, como es Aspley House, lugar de residencia del duque de Wellington, famoso por su victoria en la guerra de Waterloo frente a Napoleón en el año 1815. En esta casa se encuentra además el Wellington Museum, en donde se exponen pinturas de grandes artistas, como Rubens, Velázquez, Delacroix, etc.
Ya por último, otro sito para visitar en este importante parque que frecuenté en muchas ocasiones, a veces solo y otras veces acompañado de amigos, es el Rotten Row, lugar que antiguamente se le apodaba la carretera del Rey y que cambió de designación por el nombre actual. Fue de los primeros sitios en donde se decidió iluminar con farolas puestas en sus árboles para persuadir e identificar a los vagabundos y delincuentes que allí prodigaban. Esta mala fama hace que sea poco recomendable visitar esta parte del parque durante la noche.
Si este parque es aconsejable visitarlo, no menos fama e importancia se merece el parque que está al lado llamado Kensington Gardens5. Este lugar era privado y pertenecía antiguamente a la Corona Real. El rey Guillermo IV decidiría abrirlo al público, acondicionando un paseo fluvial. Tiene la ventaja de ser un parque más tranquilo, más aristocrático y familiar que muchos otros parques londinenses. Por estos parajes hay varias esculturas y monumentos, entre ellas están la de Peter Pan, personaje célebre de la factoría Disney que hace atraer a muchos niños y ancianos a estos lugares, y el espectacular Albert Memorial. Este monumento está ubicado en la parte sur del jardín y fue erigido en homenaje al príncipe consorte Albert, marido de la reina Victoria de Inglaterra. Es el Albert Memorial un monumento victoriano protegido por una glorieta de estilo gótico que supera los 50 metros de altitud. Por si fuera poco, este seductor parque que he tenido el privilegio de conocer de primera mano, ofrece al turista que lo visita el placer de poder recrear la vista en su bonito estanque, el Round Pond. Este lago consigue atraer a multitud de jóvenes que practican diferentes y variadas actividades deportivas y recreativas, tanto en el propio lago como en sus alrededores. Actividades como la navegación con veleros o barcas, la natación, los picnics, la lectura, etc.
En definitiva, Kensington Gardens es un parque grande y bello que ofrece muchas posibilidades a la hora de relajarse, disfrutar de la naturaleza, evadirse del estrés, para recrearse y disfrutar del lugar practicando diferentes actividades deportivas o recreativas, y un sin fin de razones que hacen que sea probablemente el parque mejor reputado de Londres. Así que, por mi propia experiencia, le aconsejo al lector que no dude en visitarlo por un momento, si algún día decide emprender un viaje a esta ciudad.
Otro parque que visité es el peculiar Regent’s Park6. Este enorme parque abarca un total de 200 hectáreas de superficie. Está considerado por mucha gente como unos de los parques más bellos, grandiosos y acogedores de la ciudad. Antiguamente, este lugar pertenecía a la Realeza que lo utilizaba para cazar. Fue el príncipe regente por aquel entonces y futuro rey Jorge IV quien encomendó a John Nash transformar el parque en un auténtico jardín. Curiosamente, el parque se halla rodeado por una carretera circular (de ahí su forma redondeada). En la parte norte del parque uno se puede encontrar con un zoo, el Zoological Gardens, lugar que alberga cerca de 1200 especies animales y en la que, además, hay una amplia biblioteca con decenas de miles de libros expuestos para comprender y saber mejor las costumbres de todas estas especies del mundo animal. Singularmente, el parque además está lleno de alamedas, terrazas con sus monumentales fachadas pertenecientes a la alta burguesía y estanques de agua limpia y cristalina. También se pueden ver, cómo no, algunas esculturas y otras muchas cosas interesantes que hacen de estos parajes un verdadero jardín del Edén. De todos estos lugares que forman parte del Regent’s Park, hay varios de ellos que resultan muy emotivos y son: el Queen Mary’s Garden, rebosante de rosaledas; el Open Air Theater, en donde se tiene por costumbre durante las estaciones estivales llevar a cabo algunas representaciones de música clásica; y el Saint John’s Lodge, una espléndida villa rodeada por un jardín cuidado con mucho esmero. Por último, también hay un hospital y una mezquita musulmana.
Uno de sus innumerables parques que más interés tuve en visitar, después del Hyde Park y Kensignton Gardens, es el St. James’s Park7, situado cerca del Palacio de Saint James. Este parque de 38 hectáreas es el más antiguo de los parques Reales que hay en todo Londres. Es también el que menos hectáreas ocupa y menos silvestre de todos ellos. Fue a iniciativa del rey Enrique VIII quien creó en esta zona, antiguamente pantanosa, un parque para utilizar como lugar de recreo y pasatiempo para la Corona Real, entre los Palacios de St. James y el de Whitehall. El paisaje del St. James’s Park fue remodelado en varias ocasiones por varios arquitectos, entre ellos Nash. Fue por orden del rey Carlos II quien decidió abrir estos jardines al público para que gozasen y se deleitasen de su enorme encanto. Actualmente, en el centro del parque hay un maravilloso lago conocido como “La isla de los patos” por el que pasa un pequeño puente por encima del agua y en donde, por costumbre, nadan elegantemente los cisnes en sus aguas. Sin duda, es una hermosa estampita, ideal para grabar con una cámara de vídeo o para inmortalizar sacando alguna foto, como las que yo saqué de este lugar. No es para menos, ya que el conjunto paisajístico que compone el parque es fenomenal. Toda su flora, incluyendo además del lago, la gran cantidad de arbustos, senderos, flores, cipreses, etc., así como su fauna repleta de animales, como ardillas, cisnes, pelícanos, gaviotas, patos, pájaros o cualquier otro tipo de ave real hacen que este lugar constituya una de las principales reservas ornitológicas de todo Londres. Este perfecto lugar, al igual que lo son otros parques londinenses, han servido y siguen sirviendo como fuente de inspiración para poetas y artistas consagrados y conocidos, como Oscar Wilde, Virginia Woolf y William Shakespeare, quienes han escrito largos y bellos poemas que describen la vida y el encanto de estos divinos parajes.
Ya para finalizar, debo detenerme en dos de los parques que, por ser menos famosos y ambientados, no dejan de ser interesantes y llamativos visitarlos. Estoy hablando de Green Park y Richmond Park.
El primero de ellos, Green Park, está situado al lado de los jardines del Palacio de Buckingham y es de menor tamaño que el St. James’s Park (concretamente tiene 22 hectáreas). Este parque es realmente atractivo gracias a las grandes praderas verdes que hay, a sus diferentes tipos de arbusto, a la presencia de alguna fuente y por sus largos y anchos paseos peatonales. También es acogedor por ser un lugar muy ambientado por gente que va montada en bicicleta, a caballo, paseando en patines o a pie, o por parejas de enamorados que circulan felizmente por el parque. Es, sin la menor duda, el escenario perfecto para practicar diferentes actividades recreativas lúdicas y deportivas. Yo, en un par de ocasiones, me he adentrado en este rejuvenecedor parque para romper con la monotonía del día a día suscitada en gran parte por el trabajo. También acudía para despejarme y revitalizarme anímicamente en aquellos momentos contados en los que estaba algo bajo de moral.
Ya para finalizar mi comentario sobre los parques londinenses, no puedo olvidarme de otro de ellos por su gran peculiaridad, tamaño y biodiversidad. Estoy hablando de Richmond Park8. Este vasto parque público está situado al este de la ciudad, muy cerca precisamente de Fulham, distrito en donde residí el último mes de mi estancia en la capital en mi segunda etapa, antes de mi vuelta a Galicia. Este lugar, en sus tiempos privado, estaba reservado para que la Realeza practicase la caza. Tiene una superficie total de 951 hectáreas, lo que significa que es el parque más grande con diferencia de todo Londres. En este inmenso parque no podían faltar sus diferentes lagos que engrandecen más si cabe este inédito lugar. También hay en sus bosques y valles una gran variedad de tipos de arbusto, la mayoría robles de muchos siglos de antigüedad y algunos estanques en los que frecuentemente se pueden ver algunos cisnes y aves acuáticas nadando con mucho desparpajo. Además, curiosamente, es el único parque londinense en donde uno puede contemplar ciervos sueltos y al «libre albedrío» pastando y corriendo por sus zonas verdes. También hay otros tipos de animales, ya sean roedores, voladores o mamíferos, de ahí su biodiversidad en cuanto a su variada fauna y flora. Por eso, este parque, más parecido a una selva, nunca ha perdido ese encanto y poderío que posee, haciendo las delicias del paladar a aquellas personas que buscan algo insólito, único y diferente a lo generalmente establecido. Sin embargo, he de confesar que desafortunadamente no he visitado este mágico lugar, quizás porque creí que lo había visto todo de Londres y resulta que así no fue. Todavía tengo un asunto pendiente que cumplir. Ese asunto pendiente es, lógicamente, ver este parque, si algún día tengo la suerte de volver a Londres.
 
8º EL LONDRES ARTÍSTICO DE LOS DESCOMUNALES MUSEOS Y TEATROS
 
Una de las principales razones por las que quería vivir en Londres durante un tiempo era porque deseaba entrar y observar detenidamente cada una de sus imponentes museos que se encuentran, sobre todo, en la zona centro de la ciudad. Estos recintos son verdaderos «santuarios» artísticos y culturales que atraen todos los años a millones de turistas de todo el mundo. Museos como la National Gallery, Wallace Collection, British Museum, el Madame Tussauds, Science Museum, etc., gozan de máximo prestigio y fama mundial, siendo lugares de obligada visita para aquellos turistas que viajan a esta ciudad. Cada museo es un mundo aparte en el que nada deja indiferente a nadie, si uno se embulle en su interior. La verdad es que casi no tengo palabras para expresar en su justa medida mi sentida admiración y asombro que me han causado los museos de Londres. Aunque sí podré decir que me resultó profundamente fascinante, sorprendente y cautivador conocer y contemplar personalmente las innumerables reliquias y restos artísticos expuestas en esos «templos». La mayoría de los museos que he visitado han sido afortunadamente gratuitos, aunque no todos. Además, debo decir que muchos de ellos que he conseguido ver, he acudido yo solo por la sencilla razón de que me gusta echar mi tiempo para observar con más detalle y atención cada obra exhibida.
El primero de los museos que he visitado ha sido, cómo no, la National Gallery1(Galería Nacional), situada en Trafalgar Square. Este museo es uno de los mejores del mundo en su género, comparable en fama y prestigio a los museos del Louvre de París, al Prado de Madrid y al MOMA (Museum of Modern Art) de Nueva York y el Guggenheim de Bilbao. A este lugar acudí un fin de semana y entré yo solo gratis, eso sí, no sin quedarme anonadado al observar desde su exterior su impresionante fachada frontal de sus columnas de estilo corintio. Ya en el interior del museo, fundado en el año 1824 y mantenido con fondos públicos, se encuentra albergada una colección nacional de pintura europea que alcanzan un total de 2300 lienzos realizados entre los años 1250 y 1900 por grandes artistas pertenecientes a las principales escuelas pictóricas de Europa. Esta colección está repartida en interior del museo por 4 alas correspondientes a diferentes periodos en función de la época de datación de las obras (todo ello situado en la planta principal). Las 4 alas son: el Ala Sainsbury, Ala Oeste, Ala Norte y Ala Este.
En el Ala Sainsbury se encuentran cuadros pintados entre los años 1250 y 1500 pertenecientes a artistas como Piero della Francesca, Botticcelli, Leonardo Da Vinci, Rafael, Giovanni Bellini, etc.
En el Ala Oeste se encuentran lienzos pintados entre los años 1500 y 1600 y han sido creados por Tizinano, Miguel Ángel, Holbein, Veronose, El Greco, entre otros.
En el siguiente Ala, el Ala Norte, las obras se encuentran datadas entre los años 1500 y 1700 y sus autores son Rubens, Van Dyck, Caravaggio, Poussin, Velázquez, además de otros autores.
Ya por último, en el Ala Este, las obras pintadas están comprendidas entre los años 1700 y 1900 y pertenecen a artistas también consagrados, como Van Gogh, Monet, Renoir, Turner, Canaletto y algunos otros más.
De todas esas salas, una de las que más caló hondo en mi mente fue la sala de pintores renacentistas italianos en donde se exhibían cuadros sobre la vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, el personaje más importante, universal y representado de la historia. La verdad es que se me ponía la piel de gallina al ser consciente del gran valor económico de todos esos lienzos, y al saber que hay gente muy rica que es capaz de pagar cantidades astronómicas por dichas obras. Yo lo máximo que pude conseguir fue admirarlas personalmente desde muy cerca, que ya no es poco.
El siguiente de los museos que he visto, siempre sin someterme a una ruta marcada o preestablecida, ha sido el renombrado Wallace Collection2 (Colección Wallace), situado en la zona centro de Londres, más precisamente en Manchester Square. Allí acudí y entré yo solo gratis un fin de semana. Una vez dentro pude presenciar un conjunto de obras de arte reunidas en el siglo XIX por el adinerado Richard Wallace y que posteriormente fueron donadas al gobierno británico el siglo pasado. La colección está formada por cuadros, esculturas, armaduras y objetos de distintas artes decorativas. Es una de las colecciones más importantes de ámbito personal de su tiempo. Sir Richard Wallace y su abuelo Hertfor consiguieron reunir muchos de estos lienzos gracias a la descomposición de las familias pertenecientes a la nobleza durante esos años. Después de la sangrienta y atroz guerra franco-prusiana acaecida en los años 1870 y 1871, Wallace compró una gran cantidad de armaduras. En esa misma época se trasladaría con su familia de residencia para ubicarse en donde está actualmente el museo que lleva como denominación su propio nombre, en homenaje a lo que representó para este país este personaje.
De todas las obras allí exhibidas hay que resaltar de manera significativa las obras francesas del siglo XVIII, con sus majestuosos muebles de los mejores autores, bronces, porcelanas y pinturas de los más importantes artistas. Como curiosidad, el mobiliario francés perteneciente a ese siglo es de una enorme belleza y relevancia, puesto que provenían de los palacios de Versalles y Fointaineblau. También destacan una colección de cajas de oro expuestas en una de sus salas y, en otra sala, de porcelanas. De origen francés hay también reliquias de pintores del siglo XVII, como Poussin, Eugene Delacroix, Rousseau, etc.
En cuanto a los pintores ingleses hay que nombrar entre otros a Boningtony Turner, así como a retratistas del siglo XVIII, como Reynolds y Gainsborough. Pero además hay artistas de otras tendencias artísticas y escuelas, como, por ejemplo, los italianos Andrea del Sarto, Tiziano y Canaletto. También hay algún artista español, como Velázquez, y una gran cantidad adicional de pintores flamencos y holandeses. De éstos últimos hay que mencionar a Rubens, Van Dyck y Frans Hals.
De todos esos cuadros pertenecientes a distintos autores, épocas y estilos, los que más me han calado hondo y maravillado son los cuadros paisajísticos de Eugene Delacroix, el retrato de estilo renacentista de la Virgen y el Niño Jesús con San Juan Bautista y los Ángeles del italiano Andrea del Sarto, las vistas venecianas de Canaleto y Rubens con su paisaje esplendoroso en el que plasmó un arco iris. Aparte de estos cuadros, también me impresionaron algunos objetos miniaturas de estilo isabelino, o en plan más decorativo, una campana irlandesa del siglo VII con incrustaciones de piedras preciosas.
Si tengo que nombrar algún museo que más me halla causado una grata impresión es, sin duda, el Royal Observatory of Greenwich3 (Observatorio Real de Greenwich) situado en el meridiano cero, Greenwich. Este Observatorio, fundado en el año 1675 por el rey Carlos II, se construyó con el propósito concreto de realizar trabajos que ayudarían a solventar el problema de encontrar la longitud en el momento en que se estuviese navegando lejos de la costa. En tierra era fácil calcular la longitud utilizando instrumentos topográficos, pero en el mar resultaba imposible, ya que su superficie no tenía ningún rasgo distintivo. Para Gran Bretaña, una nación rodeada completamente por mar, se le planteaba el dilema de encontrar un sistema que sirviese para determinar la longitud desde el mar. Una ingeniosa solución a este problema era utilizar las estrellas y el movimiento gravitatorio de la Luna como si de un reloj enorme colgado se tratase. Fue entonces cuando el rey Carlos II en el año 1675 nombró a John Flamsteed como su astrónomo real. Este personaje recibió una estricta educación en astronomía y cartografía para dedicarse con la mayor precisión y sutileza a investigar los movimientos de las estrellas, los cometas y la Luna, y para crear precisas tablas astronómicas que sirviesen para descubrir la tan deseada longitud de cualquier lugar y perfeccionar la navegación. Esto le valdría en el futuro a Gran Bretaña para convertirse en el productor más importante de cartas marinas en los siglos XVIII y XIX.
Hasta mediados del siglo XIX cada país usaba su propia fórmula para la medición de la longitud. Sin embargo, con la necesidad de implantar un sistema de longitud y cronometría aceptado internacionalmente, se celebró a finales del siglo XIX un Congreso Internacional en la capital de EE.UU., con la finalidad de abordar este asunto. Tras un mes de deliberaciones entre más de 20 países, se adoptó la importante decisión de declarar como Longitud 0º, meridiano principal para todo el mundo, a Greenwich. También se decidió que la longitud debería de medirse en dos direcciones desde el meridiano principal: una sería longitud este, con signo positivo, y otra sería la longitud oeste, con signo negativo.
Después de este pequeño repaso histórico del Observatorio, necesario en todo momento para entender su significativa «leyenda», debo decir que antes de llegar al museo, el cual estaba situado en una colina del parque de Greenwich, pocas veces me había sentido tan absorto y abrumado por la hermosura del conjunto arquitectónico y paisajístico que se encuentra en Greenwich, declarado recientemente como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Conjunto formado por The Old Royal Naval College (Antiguo Colegio Real Naval), la Queen’s House (La Casa de la Reina), el National Maritime Museum (Museo Nacional Marítimo) y el Royal Observatory (Observatorio Real). Pero, como no podía faltar, también está el parque de Greenwich con sus inmensas praderas verdes y sus robustas y antiquísimas arboledas, haciendo que sea el lugar ideal para aquellos turistas que buscan paz, relajación, contemplación y sobre todo armonía y contacto directo con la naturaleza, fuera de los agobios cotidianos que causa la ciudad. Es como vivir en el campo a cientos de kilómetros de la ciudad, evadiéndose de los problemas y del mundanal ruido.
Algo que me llamó mucho la atención mientras iba de camino hasta el Observatorio, fue el hecho de ver una ardilla juguetona que corría y saltaba de un lado a otro sobre la hierba. Después de superar el cansancio de mi caminata hasta lo alto de la colina, conseguí como recompensa acceder gratis al interior del museo. El Observatorio está dividido en tres edificios: el Courtyard, la Flamsteed House y el Meridian Building.
En el Courtyard (Patio) se encuentra el Primer Meridiano del mundo, que marca la frontera entre el hemisferio oeste y el hemisferio este y que fue establecido como el meridiano de longitud 0º en una conferencia, ya mencionada anteriormente, en Washington D.C., en 1884. En el Primer Meridiano se puede presenciar además una bola del tiempo en lo alto de la torre este de la Casa de Flamsteed, que sirve como instrumento para proporcionar una exacta señal a aquellos marineros que podían utilizar sus cronómetros. También hay un telescopio que permite ver el «skyline» de Londres y el Times Certificate, una máquina que sirve para que aquellos turistas que lo deseen, consigan un documento imprimido que certifica su estancia en dicho lugar con su día y hora exacta. Ya por último, no puedo olvidarme de algo que también me ha asombrado, la Cámara Obscura, situado en un local pegado a la Casa de Flamsteed, en el que pude obtener en su interior una visión panorámica de la vida y edificios de Londres proyectada sobre una tabla.
En la segunda edificación, la Flamsteed House (Casa de Flamsteed), hay también varias partes. En la primera de ellas pude contemplar una exposición puesta en una galería referente a la historia de la astronomía. Entre las reliquias expuestas me llamaron la atención por su originalidad y peculiaridad algunas esferas, relojes de arena, algunas maquetas y planos de barcos, al igual que algunos manuscritos y documentos públicos muy antiguos. También había telescopios pequeños, o el primer catálogo de astrología de este astrónomo inglés, y otros objetos muy singulares y antiquísimos. En la segunda parte me pude encontrar con los apartamentos de los Astrónomos Reales que aquí vivieron antes de que fuese ocupada por Flamsteed. En la tercera parte pude acceder al Cuarto Octogonal, un lugar hecho para el entretenimiento y la contemplación del entorno paisajístico y que, en su día, utilizando un preciso y complejo reloj, este lugar servía para ayudar al mencionado astrónomo a determinar la velocidad de rotación de la Tierra. También se exhibía a través de una pantalla de televisión una imagen interactiva de la Tierra girando a sí misma, al igual que un mapa digital con varias teclas con las principales ciudades del mundo y que, pulsando cualquiera de esas teclas, se podía obtener la longitud y hora exacta de esa ciudad en relación con el Meridiano 0°. Además, había varios instrumentos científicos de cronometría y de astronomía en este Cuarto. En la cuarta parte se encuentra la Galería de Harrison, en la que se ilustran varios proyectos que pretendían solucionar el problema de encontrar la longitud en el mar. Afortunadamente, dichos proyectos que se relacionaban con la creación de varios relojes y cronómetros marinos expuestos en su galería resultaron un éxito gracias a la labor de este talentoso relojero, JohnHarrison. En la última parte, la quinta, me encontré con la Galería del Tiempo, la cual resume la historia del Tiempo en Greenwich.
La última edificación, el Meridian Building (Edificio Meridiano), para no contrastar, también está divido en diferentes partes. La primera de ellas es la Galería de Exhibición Temporal en la cual, como su nombre indica, las exposiciones aquí exhibidas cambian aproximadamente cada 6 meses, mostrando diferentes ópticas de la colección del Museo Nacional Marítimo. En la segunda parte, el Meridiano Halley, designada así en honor al segundo Astrónomo Real, Edmond Halley, se encuentran dos cuartos murales muy aclamados en los años 1725 y 1750. La tercera parte del Edificio Meridiano es el Meridiano Bradley, definido en homenaje al tercer Astrónomo Real, JamesBradley, y que fue utilizado por el Servicio Estatal de Cartografía usando el primer mapa oficial de Gran Bretaña a finales del siglo XVIII. La cuarta parte, el Tubo de Transito de Airy, diseñado en el año 1851 por el séptimo Astrónomo Real, George Airy, es un instrumento que fue usado para realizar aproximadamente unas 600000 observaciones y que estuvo en uso durante más de 100 años. Además, el mencionado instrumento sirve para tomar muy precisas medidas de longitud, una de las razones decisivas para que finalmente el Primer Meridiano del mundo fuese fijado en esta zona de Londres, Greenwich. En la quinta parte, la Galería de Astronomía Moderna de Weller, se puede presenciar un gran telescopio, una computadora para investigar la astronomía de las estaciones, al igual que se puede apreciar un aparato de espectroscopia que sirve para mostrar la composición de las estrellas y cómo son estudiadas. La sexta parte, la Cúpula, en donde está el Telescopio de 28 pulgadas, es un lugar, cuyo techo tiene forma de cúpula, y en la que se encuentra el telescopio más largo de su estilo en Gran Bretaña. También fue usado y sigue usándose en la actualidad el sitio para observar estrellas y cometas. La séptima y penúltima parte es el Edificio Altazimuth, un recinto usado originalmente para realizar observaciones lunares y que, hoy en día, es la casa del renacimiento de la fotoheliografía, un sofisticado aparejo utilizado para realizar observaciones del Sol. Además, uno se puede encontrar con una veleta de viento que representa el Cometa Halley. En la última parte se encuentra el Edificio Sur y el Planetariaum, originalmente llamado el Nuevo Laboratorio Físico y que, en la actualidad, se ha convertido en el conservatorio y en el departamento de astronomía del Observatorio Real. El Planetarium expone una gran variedad de modelos de cielos nocturnos que tienen lugar durante el año.
En todo museo no podía faltar, además de sus exposiciones, como es lógico, las típicas tiendas comerciales. El Observatorio Real no era la excepción a la regla, ya que allí se vendían en The Star Shop una amplia gama de artículos, singulares souvenirs, relojes de pared y de muñeca, ropa, libros, postales, etc., que mucha gente compraba para tener un recuerdo nostálgico de este fabuloso lugar. En cuanto a mí, por no querer ser menos, saqué mi cámara de fotos e hice varias instantáneas del museo y de todo el entramado monumental, arquitectónico y paisajístico de Greenwich. Dichas fotos las tengo reveladas y cada vez que las vuelvo a ver, me inspiran muy buenos recuerdos y vibraciones. Por eso, en cierta manera, esas fotos especiales las tengo guardadas no sólo en mi cajón, sino que además las tengo muy grabadas en lo más profundo de mi corazón.
El siguiente museo que voy hablar es el National Maritime Museum4(Museo Nacional Marítimo), situado también en Greenwich. Lógicamente, para poder llegar a ese punto tuve que coger el metro en la estación de Oval, la cual está muy cerca de mi residencia, cambiarme en varias ocasiones de línea para llegar a mi última parada de metro, la estación de Canary Wharf, perteneciente a la zona de los Docklands (zona 2). En este lugar no sólo abundan los muelles y rascacielos de estilo futurista y modernista, sino que además es una zona muy financiera y capitalista. Ya en la estación de Canary Wharf, he tenido que coger el tren de cercanías Docklands Light Railway hasta Greenwich. En total, el viaje me llevó poco más de 50 minutos. Cabe mencionar que a dicho museo acudí también solo y no porque tuviese necesidad de amigos, pues ya los tenía bien «establecidos», sino porque yo siempre he sido muy tozudo con el tema de ver los museos yo solo, ya que es la única manera de disfrutar más a mi aire y en su plenitud de su encanto y esplendor. Allí mismo, en Greenwich, hay un puerto fluvial en el que se encuentran amarrados, aparte de varios yates y barcas, el Cutty Surck, un barco de vela antiguo, famoso por ser una marca de una bebida alcohólica escocesa.
Debo comentar antes de nada que yo no tenía planificado de antemano visitar el National Maritime Museum y que, más bien, fue mera casualidad o simple coincidencia haberlo visto. Yo había acudido expresamente a Greenwich para ver el famoso Royal Observatory. El verdadero motivo por el que decidí entrar en el National Maritime Museum fue por mera curiosidad. Me había dicho a mí mismo: “si ya estoy aquí, no tengo nada que perder viéndolo por dentro y máxime cuando me pueda proporcionar una nueva experiencia positiva que me sirva para crecer interiormente y ampliar mi cultura, madurez y saber”. Así que, después de pensar eso, no dudé en entrar. Una vez que conseguí acceder gratis a su interior, me encontré con una azafata que me dio unos folletos en los que se mostraban varios mapas y planos con las distintas secciones y características del museo. La anécdota es que esa azafata que me atendió era paisana mía, una simpática gallega de la ciudad de Vigo, con quien estuve un buen rato intercambiando impresiones sobre su fácil adaptación a la vida y al trabajo en la capital inglesa. Aunque, según ella, después de llevar más de 5 años viviendo en Londres, todavía sentía por momentos aquella «morriña» por volver a su nostálgica y legítima tierra gallega. Dentro del museo estuve no más de una hora observando cada reliquia y obra que allí se exhibía. Cabe señalar que, a pesar de que yo no lo hice, en el museo se pueden contratar guías con dominio de diferentes idiomas (generalmente, este servicio lo ofrecen todos los museos), los cuales conocen a la perfección las distintas secciones y exposiciones que hay en el interior del edificio. Las distintas galerías, que se distribuyen a lo largo y ancho del museo, tienen diferentes designaciones, dependiendo, lógicamente, de la temática a tratar.
Algunas de las galerías que hay que resaltar de este genuino museo, son: la galería All ands (Toda la Tripulación), dedicada para los niños y en la que se muestra las técnicas y tecnología del mar utilizadas en el pasado y en el presente. Se incluye exhibiciones interactivas relacionadas con la propulsión, artillería, submarinismo, etc., y en la que uno se puede encontrar con una sala de actividades utilizada para talleres y eventos; la galería de Art and the Sea (El Arte y el Mar) en la que se muestran las distintas ópticas o visiones que tiene la cultura europea sobre el mar; la galería de Future of the Sea (El Futuro del Mar), una exhibición que proporciona una óptica global de los temas cruciales a los que se enfrenta el hábitat marino en el nuevo milenio y resalta la necesidad de preservar y mejorar este recurso; otra galería es la de Hidden Treasures (Tesoros Escondidos) en la que se encuentra una exposición de maquetas verdaderamente extraordinarias de barcos y submarinos del propio Museo Marítimo que tienen una antigüedad de 4 siglos; la dedicada a Nelson, haciendo un repaso a toda su biografía, con diferentes lienzos sobre este personaje británico; otra galería que mayor interés y expectación causa entre sus visitantes es la de Explorers (Exploradores), la cual tiene como finalidad ofrecer a los visitantes curiosos una visión informativa de la historia de la exploración y sobre cómo esta ha dado forma a nuestro planeta. Esta galería se refiere a los polinesios y vikingos, pasando por Cristóbal Colón y los exploradores europeos del siglo XVI, o abordando historias a veces dramáticas sobre la exploración británica de siglo XIX en la que viajaban arriesgadamente a las aguas heladas de los polos; y finalmente, la de Passangers (Pasajeros), la cual descubre los motivos por los que la gente viajó por los océanos durante los siglos XIX y XX y estudia los barcos que los transportaron. También trata, si mal no recuerdo, sobre los grandes transatlánticos, y como no podía faltar, también estaba la dedicada al prestigioso Titanic. En esa misma galería, la del Titanic, he podido presenciar una vitrina en la que se exhibía un pequeño reloj de agujas de bolsillo de uno de los pasajeros del malogrado transatlántico, así como el pasaje de embarque de uno de sus pasajeros. También había una pequeña pantalla televisiva en la que mostraba un corto documental sobre el barco. La anécdota que viví fue que conocí a una simpática y dulce australiana que estaba viendo la galería (estábamos los dos solos) y me inspiró la suficiente confianza para contarle en inglés la historia del Titanic que yo había memorizado de un libro de texto, la cual recito con muy buena pronunciación y con cierto acento inglés. Ella entendió prácticamente toda mi narración, cosa que me entusiasmó mucho. Posteriormente me despediría de ella, agradeciéndole su amabilidad y su conducta receptiva.
En definitiva, este Museo Nacional Marítimo, considerado el más importante del mundo en su género, es un rico manantial de conocimiento sobre la historia, el arte y cultura del mar.
De la gran calidad y variedad de museos que hay en la capital londinense, no puedo olvidarme de uno los museos más interesantes y atractivos: el Science Museum5. El horario de apertura de este Museo de las Ciencias es desde las 10 de la mañana hasta las 6 de la tarde, de lunes a sábados (domingos de 11 de la mañana hasta los 8 de la tarde). A este recinto acudí acompañado con dos amigos franceses con quienes compartía la misma habitación en la residencia de Camberwell. El precio de la entrada fue gratuita. El museo fue inaugurado en año 1857 y en él se exhibe la historia, evolución y avances acaecidos en los campos de la ciencia, la medicina y la tecnología desde finales del siglo XVII hasta la actualidad. Nada más entrar en el recinto, el cual tiene 7 plantas, me pude encontrar con el Péndulo de Foucault, cuyo nombre tiene origen en el físico Jean Bernard Leon Foucault, y que sirve para mostrar la rotación del planeta Tierra. También me pude encontrar desde máquinas motrices y rudimentarios aparejos científicos usados en el siglo XVII, hasta sofisticados instrumentos de geofísica, o el famoso Módulo del Apolo X, el cual permitió el importante viaje hasta la órbita lunar en su primera misión tripulada por astronautas. También pude divisar diferentes vitrinas exhibiendo uniformes oficiales utilizados por algunos astronautas de la todopoderosa NASA, al igual que diferentes maquetas sobre lanzaderas espaciales y satélites reales en tamaño miniatura. En una de sus grandes salas, situada en la planta principal del edificio, me sentí maravillado por una lujosa exposición de coches, carruajes y algún aeromodelismo a motor de una larga antigüedad y una exquisita conservación. También existen otras muchas reliquias expuestas de un gran valor científico y técnico. Además, es preciso mencionar que de vez en cuando suelen concertarse interesantes exhibiciones no gratuitas, como son la de James Bond o The Artefact Exhibition, ésta última de un gran valor artístico y cultural, ya que se puede ver una reproducción exacta de algunas partes del interior del Titanic. Además, en esta exhibición del Titanic se puede obtener un repaso cronológico de su historia y observar objetos y artefactos personales rescatados del propio transatlántico, hundido en la madrugada del 15 de abril de 1912, tras chocar con un iceberg en el atlántico norte mientras hacía la ruta entre Southampton y Nueva York. Su exposición brinda la posibilidad a cualquier turista curioso de conocer más de cerca la historia trágica de este transatlántico. Por cierto, que la tragedia del Titanic inspiró al director canadiense James Cameron para dirigir la película titulada Titanic, convirtiéndose a la postre en la película más recaudadora de la historia y una de las tres producciones cinematográficas que más premios Oscar se la han concedido. Asimismo, la banda sonora de la película, la romántica balada titulada “My heart will go on”, interpretada por la cantante también canadiense Celine Dion, se ha convertido en una de las canciones más escuchadas de los últimos tiempos. Por lo demás y en relación con Science Museum, decir que también se podía comprar cualquier artículo de regalo relacionado con las exposiciones citadas anteriormente gracias a sus tiendas de «merchandising» situadas muy cerca de esas exhibiciones.
Recomiendo encarecidamente a cualquier persona que tenga la intención de visitar Londres y que desee indagar y conocer directa y personalmente algunas de los grandes descubrimientos y avances de la ciencia y la tecnología que visite el Science Museum, ya que no les decepcionará para nada.
Uno de los museos más peculiares que he presenciado en Londres ha sido el Ecological Exhibition (Exhibición Ecológica), situado precisamente al lado del Science Museum y del The Natural History Museum. En este «museo», el cual se encontraba al aire libre, había una sensacional exposición temporal de grandes fotografías, en su gran mayoría sobrecogedoras, que se relacionaban con imágenes aéreas de islas paradisíacas, sobre algunos de los picos más altos del mundo, sobre dunas o desiertos, sobre profundidades marinas, sobre algún volcán en erupción, de arrecifes de coral, etc. También se mostraban imágenes fotográficas sobre la flora y la fauna de nuestro planeta Tierra. De todas esas fotografías que he tenido el privilegio de poder contemplar, la que más caló hondo en mi mente ha sido una que mostraba las Torres Gemelas de Nueva York antes de haber sido destruidas atrozmente el 11 de septiembre del 2001. Esta escalofriante fotografía conmovía a cuantos acudían a ver la exhibición, quienes a través de sus rostros no podían disimular su tristeza y malestar. Debo decir antes de nada que acudí a visitar este museo en un par de ocasiones, la segunda de ellas unos días después de cumplirse el segundo aniversario de la caída del famoso y emblemático World Trade Center. Unas Torres Gemelas que simbolizaban la supremacía capitalista de EE.UU. en todo el mundo, el mayor orgullo patriótico de los americanos. Me detuve enfrente de la fotografía durante unos minutos y pude ver la segunda vez que acudí a dicha exhibición algunos ramos de flores y mensajes escritos depositados que rezaban “God bless America”, “Never again”, “We will never forget it”, entre otros. Yo me sentí seriamente abatido y estremecido al irrumpir en mi mente duros recuerdos e imágenes de aquellos brutales atentados terroristas suicidas que causaron la muerte de cientos de personas de cualquier nacionalidad. Imágenes desgarradoras que se emitieron por todos los medios de comunicación y que dieron una y otra vez la vuelta al mundo, provocando una fuerte conmoción, rabia e indignación a la opinión pública mundial. Al observar esa fotografía, recordando al mismo tiempo esos crueles sucesos en EE.UU., veo reflejada la atrocidad, salvajismo e inhumanidad que pueden causar los humanos a seres de la misma condición o naturaleza. Es una infamia y drama humano compartido, que en el caso de los atentados perpetrados en EE.UU., los cuales tenían tintes casi apocalípticos, fueron más allá de la locura, la sin razón y el fanatismo sectario más que religioso. Un fanatismo instrumentalizado erróneamente, ya que ninguna religión ampara el derecho a quitarse la vida para matar a gente inocente que encuentre a su alrededor. Yo mismo he rezado, pidiendo por todas esas almas para que viesen la Salvación agraciada por nuestra Divina Providencia. También recé por todas las almas que han sido y son víctimas a causa del terrorismo, la guerra, la pobreza (por el mal reparto de la riqueza), la corrupción, los malos tratos y asesinatos domésticos y un sin fin de lacras. Ante ello, veo necesario que todo el mundo, sobre todo los políticos y máximos dirigentes, hagamos una seria reflexión interior sobre la gran cantidad de lacras e injusticias que hay en el mundo, sin desentendernos, debido sobre todo a nuestra indiferencia, de todas esas causas aparentemente ignoradas. A través de esa reflexión actuaremos y podremos hacer de este mundo, en vez de un «valle de lágrimas», en un lugar mejor en donde vivir, donde imperen los valores morales y humanos más que los fines materialistas y lucrativos. Sin embargo, mi intención última no es escribir un artículo que sirva de alegato en pro de los valores humanos, ya que eso no es mi trabajo, sino que consiste en seguir narrando mis experiencias en la capital británica. Por eso seguiré mi narrativa, escribiendo sobre otro de los museos más asombrosos y cautivadores: The Natural History Museum.
The Natural History Museum6(El Museo de Historia Natural) está situado también al sur de Kensington, muy cerca del Science Museum y abre al público de lunes a sábados, desde las 10 de la mañana hasta casi las 6 de la tarde (los domingos abre desde las 11 horas hasta 17.50 horas). Debo mencionar que habitualmente se cobra por entrar en dicho museo, aunque la vez que acudí yo afortunadamente no tuve que pagar nada. Este museo, el cual se fundó con fondos del médico Sir Hans Sloan (más tarde citaré de nuevo a este personaje), fue adquirido por el Estado en 1753. Años más tarde acogería reliquias del Capitán Cook y del naturalista británico Charles Darwin (curiosamente este último científico nació el mismo día y el mismo mes que yo). El recinto está considerado como uno de los más importantes y prestigiosos museos del mundo en su género. En el interior del edificio hay 5 tipos de colección que abordan las siguientes áreas: botánica, entomología, mineralogía, paleontología y zoología. De esas áreas, la que más interés y expectación causa es la de paleontología, en las que se pueden observar en algunas de sus salas temáticas una colección de fósiles de cientos de miles de años de antigüedad, que van desde restos arqueológicos del hombre prehistórico, esqueletos de mamíferos y réplicas de diferentes tipos de dinosaurios, entre ellos el tiranosaurio rex. Por otra parte, en el área de zoología podemos hallarnos con una exposición de colibríes disecados (son un tipo de ave de la familia de los troquílidos, propio de la América Tropical). Existen también exposiciones de otros animales muy bien conservados, en su gran mayoría mamíferos disecados, como, por ejemplo, algún rinoceronte, de un tigre, de un ciervo, un bisonte, etc. Además, mi mente asocia haber visto una sala con varias vitrinas, en cuyo interior se encontraban diferentes clases de restos reales de meteoritos caídos a la Tierra.
Para acabar este breve comentario sobre el Natural History Museum, cabe reseñar que me sentí deleitado en muchas ocasiones que recorrí esta zona del sur de Kensington al contemplar su magistral fachada de estilo neogótico. Merece la pena, pues, visitarlo, ya que además de ser uno de los museos más grandes de su categoría, no dejará nada indiferente al visitante al presenciar sus colecciones, sobre todo si atraviesa su entrada en la que se puede apreciar una reconstrucción idéntica del esqueleto de un enorme diplodocus en tamaño real.
Antes de hacer mi comentario sobre el mejor museo que he visto, el British Museum, quisiera hacer un brevísimo paréntesis para escribir sobre uno de los museos más genuinos y curiosos de Londres, situado en el distrito de Marylebone: estoy hablando del Madame Tussauds. El precio de entrada a este museo, más popularmente conocido como el museo de cera, se aproxima a las £20. En su interior, el turista que lo visita no deja de quedar atónito y sorprendido por el realismo, exactitud y la brillantez de los distintos personajes representados tan sutil y fenomenalmente, que incluso el más lumbrera podría confundirlo con personajes reales de carne y hueso. Aquí están representados personajes mundialmente célebres, que aparecen en los distintos medios de comunicación y que pertenecen al mundo del cine, la música, la moda, el deporte... Entre esos personajes hay que citar a David Beckham, Kylie Minogue, Tom Cruise, Britney Spears, Huge Grant, Penélope Cruz, Brad Pitt, Jennifer Aniston y un largo etcétera de archifamosos. Es un museo singular, que satisfará y sorprenderá positivamente a aquellas personas que quieran ver algo diferente a lo comúnmente establecido.
El último museo que quiero comentar es el British Museum por ser, en mi opinión, el más importante, el más espectacular y famoso de todos los museos que hay en Londres. Esas son las razones por las que me reservé hasta al final para realizar dicho comentario. Es un museo que rompe todos los moldes y esquemas preestablecidos. No es exagerado decir que este «santuario» es el museo por excelencia de la capital británica. Está considerado como uno de los 5 museos de arte más importantes, prestigiosos y conocidos del planeta. Es un lugar digno de admiración. La verdad es que son fantásticas las colecciones que tiene. Pero antes de comenzar mi comentario sobre dichas colecciones, quisiera mencionar que la vida está llena de paradojas y anécdotas. ¿Por qué digo esto?. Porque yo no iba a tomar la inteligente decisión de visitar este museo, sino que fue, por decirlo de alguna manera, de rebote o mera casualidad. De todos modos, yo creo poco que un hecho pueda ser casual, puesto que para mí, tanto la casualidad como el destino, no están marcados, sino que se dan por una serie de motivos, es decir, que dependen de las acciones y conductas conscientes de cada individuo, que pueden desencadenar en un resultado o hecho determinado (otros seguramente opinen que nuestro destino es producto de la ley de la «causalidad» mencionada por célebre filósofo Immanuel Kant). Fuese casualidad (o causalidad) o no, el caso es que yo tenía como intención, antes de dejar tierras inglesas en primera etapa, de visitar la zona del Covent Garden, pero resulta que me perdí en una céntrica calle de la gran urbe, situada cerca de Chinatown. Allí mismo estaba yo deambulando sin un rumbo fijo, medio desorientado, soportando el incompasivo tiempo. Entonces tuve el repentino deseo de preguntarle a alguien que paseaba por la calle para que me pudiese orientar un poco sobre mi ubicación y saber la situación exacta de mi lugar deseado, Covent Garden. Pero, como dije antes, no sé si ha sido la casualidad, el caprichoso destino o la suerte, que me topé con un compatriota mío, de Pamplona. Era un joven chaval muy agradable y cortés, cuyo nombre no me acuerdo, porque no tengo una «memoria fotográfica» para recordarlo todo, el cual había llegado a Londres el día anterior para pasar unas cortas e intensas vacaciones y que, curiosamente, él estaba también desorientado en la ciudad en ese preciso momento. De hecho, para no perderse, él utilizaba un gran mapa que mostraba el centro de Londres. Después de mantener un brevísimo diálogo entre ambos, él me sugirió que le acompañase para visitar los lugares céntricos esa misma mañana de fin de semana. Durante ese corto tiempo que estuvimos juntos intercambiando impresiones sobre la ciudad y de mi rápida adaptación a su cultura, él me empezaba a inspirar más confianza y se iba ganando mi simpatía, comenzando a soltarme y expresar más mis sentimientos y vivencias en la ciudad, hablándole de los lugares que había visitado y de sus museos. Entonces, este joven licenciado en historia y profundo conocedor de la cultura griega (él había vivido en Grecia durante un año), se mostró muy sorprendido por el mero hecho de que no hubiera visitado el British Museum. Yo le dije para desairarle que era consciente de la existencia del mencionado museo, pero que no tenía ni la remota idea de que ese museo pudiese ser tan importante y prestigioso. Fue entonces cuando decidí ir a verlo en persona esa misma mañana, con la suerte de que el joven, en una actitud amistosa e interesada, decidió acompañarme y hacer de guía turístico para mí en el interior del mencionado lugar. Así fue como conseguí, paradójicamente, ver el famoso British Museum antes de abandonar tierras inglesas en mi primer contacto con la ciudad.
Después de esta largo preámbulo, voy a comentar sin más rodeos y dilaciones lo que nos encontramos mi nuevo «guía» y yo dentro del «santuario». Pero antes permítanme que aporte un pequeño referente histórico del museo.
El origen del British Museum7(Museo Británico) se remonta a la época en que vivía un médico y naturalista llamado Sir Hans Sloane, quien poseía una de las colecciones más importantes de minerales, insectos, corales, pájaros y, sobre todo, miles de monedas y medallas. Este personaje decidiría ceder su colección compuesta por un total 80000 objetos, su biblioteca y su herbario al Rey Jorge II de Inglaterra, a cambio de una cifra verdaderamente astronómica para esos tiempos, unas 20000 libras, para donarla a sus hijas. Momentos después de su trágica muerte, el Gobierno Británico decidió organizar una lotería pública, reuniendo el dinero suficiente para adquirir la propiedad de las colecciones, al igual que los legados de algunas colecciones de manuscritos de arte de dos condes de Oxford llamados Roberty Edward Harley. A mediados del siglo XVIII se abriría al público el museo, pero tendría que ser clausurado temporalmente a causa de las dos Guerras Mundiales que hirieron el corazón del Viejo Continente, siendo desalojadas la gran mayoría de las colecciones allí expuestas.
Hoy en día el British Museum se enorgullece de ser uno de los museos más visitados del mundo, superando la cifra de 5 millones de visitantes al año. Además, el museo es un claro referente para eruditos y curiosos que ven este museo como un verdadero lugar de culto y que provoca el deleite de todos ellos al descubrir el encanto de sus colecciones y de su imponente biblioteca.
Después de este breve referente sobre su historia, justificable en todo instante para conocer su contexto histórico, quiero empezar a hablar de lo más importante, sus colecciones. Las colecciones están repartidas en casi 100 galerías con sus diferentes secciones, que engloban cerca de 6 millones de reliquias artísticas universales, abarcando desde tiempos prehistóricos (paleolítico, mesolítico y neolítico) hasta la actualidad.
La primera sección que hemos presenciado tanto mi acompañante como yo ha sido la colección de la cultura egipcia, por ser la que se encuentra en la primera planta, nada más cruzar la entrada principal. Pero, previamente, quiero indicar que ambos conseguimos acceder al interior del recinto de manera gratuita, eso sí, no antes de quedarnos estupefactos al contemplar durante unos segundos la impresionante fachada de este edificio neoclásico, adornado con un pórtico de columnas de estilo jónico, obra del arquitecto Robert Smirke. Una vez dentro, uno se puede recrear la vista en la gran cantidad de restos arqueológicos pertenecientes al Antiguo Egipto, que están comprendidos entre los años 4000 a. de J.C. hasta el siglo XII de nuestra era. Las reliquias se relacionan con algunos sarcófagos de momias egipcias, el hombre de Lidow, esfinges, algunos jeroglíficos, como la admirada Piedra Roseta, la cual fue encontrada por soldados napoleónicos en el delta del Nilo y que facilitó el que se pudiese descifrar muchos jeroglíficos. Además, existe una reproducción exacta de una pirámide de menor tamaño a las reales, algunas esculturas de dioses y diosas egipcias, como Ra, el Dios del Sol, también había mascaras mortuorias o funerarias, entre ellas la del faraón Tutankamón, así como vasijas, utensilios agrícolas y de pesca, entre otras sorprendentes reliquias. Cabe decir que muchos de estos restos arqueológicos y artísticos egipcios han sido despojados a la fuerza por los ingleses durante su expansión colonial, siendo actualmente reclamados por el gobierno egipcio, que los considera de su legítima propiedad.
Siguiendo el recorrido del museo sin un plan predeterminado, nos adentramos en las colecciones de las culturas griegas y romanas. Las reliquias griegas expuestas comprenden desde el IV milenio hasta el año 400 a. de J.C. En dichas salas, dependiendo de su época de datación, se pueden encontrar muestras de objetos correspondientes a la Edad de Bronce, del arte prehelénico, una de las fachadas y los frisos del templo de las Nereidas, así como el Mausoleo de Halicarnaso. Pero la gran expectación que causaba entre los visitantes era, sin duda, las esculturas que componían el Partenón de Atenas, conocidas también como los mármoles de Sir Elgin. El motivo de esta designación se debe a que este singular personaje expolió, con la autorización de un sultán turco, numerosos fragmentos del Partenón de Atenas siendo embajador de Inglaterra en Constantinopla en la primera década del siglo XIX. Hoy estos restos reposan en el interior de este monumental museo de Londres. Como es lógico y al igual que el gobierno egipcio, estos restos griegos están siendo reclamados por Grecia para que sean devueltos a su lugar original de procedencia.
En cuanto a las colecciones romanas son más pequeñas, pero no menos interesantes. En sus salas temáticas nos pudimos encontrar con diferentes y peculiares utensilios domésticos, cerámicas y reliquias de uso cotidiano utilizados por los romanos hace miles de años y que sirven para representar el modo de vida que tenían en aquella época. También hay representado un atrio de una casa romana. Una de sus obras de arte exhibidas que levantan mucha admiración y curiosidad es el conocido Vaso de Pórtland, el cual tiene grabados pertenecientes al siglo I a. de J.C.
En cuanto a las colecciones etnográficas de África hay que señalar que en el British Museum se exhiben cerca de 200000 objetos o reliquias de la civilización africana, en las que se pone de relieve la tremenda influencia en el mundo entero de la diversidad cultural, artística y étnica de este continente. En sus siete secciones se pueden encontrar cerámicas, peculiares esculturas de madera, máscaras, objetos de metal forjados, objetos que evocan el estilo de vida cotidiana que tenían algunas tribus indígenas, así como distintos tipos de vestimenta utilizados por diferentes etnias africanas a lo largo de los tiempos.
La verdad es que es tan inmenso e IMPRESIONANTE este museo, que llevaría semanas para verlo y conocerlo en su más sublime expresión. Es un mundo muy sorprendente hablar del British Musem. Por eso mismo seguiré mi comentario sobre este museo, pero limitándome a grandes rasgos en señalar las diferentes civilizaciones que están aquí representadas, ya que si me adentrase en sus detalles más pormenorizados, podría acabar escribiendo otro libro que hablase única y exclusivamente del British Museum. De modo que seguiré mi narrativa, tratando de finalizar mi no corto comentario sobre este museo, refiriéndome, además de las mencionadas colecciones, que existen otras muchas salas o departamentos etnográficos en los que se exponen colecciones originales. Entre esas colecciones hay que citar, además, las prehistóricas, medievales, romano-británicas, renacentistas, de América y Oceanía, asirio-babilónicas, orientales, colecciones pertenecientes al arte indio, al arte islámico y celta. No quiero, como dije antes, introducirme en cada una de ellas, ya que llevaría mucho tiempo hacerlo, pero sí que resaltaré el gran valor artístico y cultural de todas esas colecciones de este incomparable museo, uno de los mejores del mundo en su categoría. El mejor consejo que puedo dar a mis lectores es que, si viajan a Londres, acudan sin titubeos a ver y conocer todo lo que posee el British Museum, ya que adquirirán un inmenso bloque de conocimiento, madurez e intelecto sobre el arte y cultura de las distintas civilizaciones que han existido y existen en el mundo entero.
Para acabar mi comentario sobre el British Museum, no puedo olvidarme de uno de los lugares más sobrecogedores e impresionantes situados en el interior del propio recinto, conocido como la British Library, una biblioteca llena de estanterías recubiertas de miles de libros sobre cualquier tema. Entre todos esos libros se encuentran diferentes documentos, como son manuscritos, una de la Cartas Magnas inglesas, así como diferentes textos bíblicos y evangélicos. Es un lugar muy acogedor, ideal para que cualquier curioso visitante pueda cultivar su intelecto, al mismo tiempo que maravillarse de su imponente y apabullante cúpula que engrandece todo el conjunto que compone esta biblioteca. De hecho, yo casi cojo tortícolis nada más adentrarme en este increíble sitio y mirar su elevada y enorme cúpula. Aunque sólo fuese por ver la biblioteca, bien se merece entrar y disfrutar de este museo.
Es preciso que mencione que los museos londinenses y todas sus reliquias y piezas de arte expuestas en cada uno de esos museos son de lo mejorcito que existen en el mundo. Sin embargo, es oportuno señalar que hay una pieza de arte INCOMPARABLE que no está en Londres ni en ningún museo del planeta, la cual está ubicada en el interior de una cámara de cristal y aluminio blindado de una catedral italiana, siendo expuesta cada generación con ocasión del Jubileo de la Redención. Me estoy refiriendo, como es obvio, al Santo Sudario de Turín8. Se ha convertido el manto de lino que presuntamente cubrió el cuerpo sin vida de Jesús de Nazaret en la pieza de arte más universal, así como la más importante, la más estudiada y controvertida de toda la historia de la humanidad. Es un caso arqueológico único en el mundo en el que hasta treinta disciplinas diferentes, incluyendo distintas ramas de la ciencia, han estudiado y siguen estudiando minuciosamente cada molécula o partícula del Sagrado Lienzo. Según la Comisión de Expertos de Turín denominada STURP (Shroud of Turin Research Project, Proyecto de Investigación del Sudario de Turín), compuesta por 36 eminentes científicos norteamericanos de las más variadas especialidades y creencias, entre ellos varios miembros no católicos vinculados a la NASA, todas sus investigaciones en el lienzo conducen de manera rotunda, concluyente e irrefutable a favor de la autenticidad. Es más, todas las disciplinas científicas y técnicas que tomaron parte en dicha investigación (fotografía, electrónica, medicina, física, bioquímica, arqueología, palinología, numismática, botánica, paleografía, antropología, paleontología, etc.) se decantan clamorosamente a favor de la autenticidad. Con todo, lo más sorprendente de todo ello es que todas esas evidencias científicas en favor de la autenticidad no otorgan ni el más mínimo resquicio para aplicar el beneficio de la duda razonable. Sin embargo, en contra de esas evidencias y pruebas científicas favorables a la autenticidad están las controvertidas pruebas de datación efectuadas en 1988 por medio de la técnica isotópica del carbono-14. Unas pruebas supervisadas curiosamente por el British Museum, las cuales certificaban de manera pública y oficial en todos los medios de comunicación del mundo que la Sábana de Turín era una astuta falsificación medieval . Sin embargo, recientemente aparecieron nuevas pruebas y evidencias que han dado un comprensible vuelco a la situación, demostrando apabullantemente la autenticidad del lienzo. Esto ha hecho que en los últimos Simposios y Congresos Científicos Internacionales sobre la Santa Síndone, ante centenares de ilustres congresistas, los propios científicos reconocieran públicamente la invalidez de la cuestionada prueba del carbono-14. Llegado a este punto, la cuestión que nos atañe es: ¿por qué se han invalidado las pruebas de datación efectuadas en los laboratorios de Oxford, Zúrich y Arizona? Una de las razones es debido a que los propios científicos que hicieron las pruebas de datación no eran conscientes de la contaminación biológica y química que había sufrido el lienzo. Esta contaminación fue lo que adulteró los resultados finales de dicha datación, sin poder tener un conocimiento exacto sobre la fecha de origen de esta importante tela. Pero la razón de enorme trascendencia es que el carbono-14 no tuvo en cuenta la radiación que, según los físicos del STURP y los doctores en Ciencias Físicas de la NASA americana John P. Jackson y Eric J. Jumper, emanó del cadáver de ese «individuo» cuando estaba en situación de ingravidez (paralelo a la gravedad). Ahora bien, la eterna incógnita es saber cuál es la fuente de esa radiación y que según bastantes científicos eruditos y honorables, entre ellos los propios técnicos de la NASA (a título personal), lo atribuyeron al momento preciso en que tuvo lugar la Resurrección de Nuestro Señor. No obstante, aun con la sabia opinión de esos científicos, no existe oficialmente un pronunciamiento científico en tal sentido, ni nunca lo habrá, ya que la Resurrección de Jesucristo es un hecho histórico de naturaleza sobrenatural que jamás podrá ser demostrado, en base a los parámetros en que se mueve la ciencia, a través de un experimento de laboratorio. Como decía el prestigioso científico estadounidense Ken Wilber9, considerado el «Albert Einstein de la Consciencia», en un libro serio y documentado que leí: “la resurrección no es una hipótesis científica que deba ser verificada mediante el «ojo de la razón», sino como una hipótesis contemplativa que debe ser experimentada mediante el «ojo de la contemplación»” (Ken Wilber, pag. 317). En cambio, sí hay un pronunciamiento científico de que ese «cadáver» estaba en situación horizontal e inmóvil en el sepulcro, con un pañuelo en la cabeza (Sudarium de Oviedo), y que justo antes de su putrefacción emitió en un espacio infinitesimal-al cabo de unas 36 horas después de muerto- de tiempo una enigmática y portentosa radiación desconocida para la ciencia, con unas características inexplicables desde el punto de vista físico. La incandescencia de la mencionada radiación chamuscaría el lienzo de lino, grabando a fuego las manchas de sangre, y el cadáver que estaba en estado de levitación desaparecería, o mejor dicho, se desmaterializaría literalmente hablando del sepulcro. Según la comunidad científica, esa radiación fue la que proyectó en la Sábana la imagen anatómicamente correcta de un «individuo», como un negativo fotográfico, en imágenes tridimensionales perfectas y, para más sangría, plasmando la estructura interna de su cuerpo como si se tratase de una placa de rayos X. Esto desborda, sin duda, todo tipo de explicación racional y máxime cuando no existe ningún método conocido para reproducir la misma imagen con todas sus características en cualquier tipo de tela. Ahora se preguntarán los más curiosos, ¿cuáles son esas características en cuestión? A continuación las enumero: “absoluta superficialidad, extrema pormenorización, estabilidad térmica y química plenas, comprobada ausencia de pigmentación de cualquier clase, estabilidad al agua, no direccionalidad, negatividad, isotropia y tridimensionalidad”. Estas características, quiero recalcarlo por su tremenda importancia, obligan a descartar cualquier técnica conocida para reproducir la imagen: “tintura, polvo, tinte, vaporigrafía, vapor, energía térmica, sudor, contacto directo, contacto...” (Características del Sudario de Turín, Carmen Porter, “La Sábana Santa”, pag.94-95).
Prosiguiendo mi comentario sobre la Sábana de Turín, decir que esos científicos racionalistas, verdaderos lumbreras de la ciencia ultramoderna, han utilizado la tecnología más sofisticada y avanzada que existe en hoy en día para investigar el lienzo (véase abajo el listado de disciplinas técnicas). De toda esa tecnología, en su gran mayoría espacial, hay que destacar el famoso VP-8 Image Analyser, un aparato muy vanguardista utilizado por la prestigiosa NASA en el programa “Vikingo”, con el objetivo de analizar y descomponer las imágenes orográficas que llegaban desde el planeta Marte. Curiosamente, el VP-8, uno de los mayores orgullos de los «yanquis», fue el que descubrió a través de potentes ordenadores el carácter tridimensional de la Síndone, obteniéndose consecuentemente a partir de varías fotografías de las huellas plasmadas en la tela, imágenes tanto en relieve como en 3D.
Veo conveniente presentar en este libro el listado de disciplinas técnicas aplicadas a la Sábana Santa de Turín para que el lector tenga una mínima idea de la tremenda importancia y exhaustivo estudio realizado sobre esta inigualable reliquia, investigada por los mejores y más competentes científicos de todo el mundo en sus respectivas especialidades, usando la tecnología más vanguardista que existe en la actualidad. Algunas de esas disciplinas técnicas son las siguientes:
·                    Fotografía: Visible, infrarrojos y ultravioleta (total: 5.000 fotografías)
·                    VP-8: Análisis de imagen. Ampliación de imagen computerizada.
·                    Análisis de la función de mapas. Imágenes topográficas.
·                    Análisis multiespectral.
·                    Análisis matemático de la imagen.
·                    Rayos X de baja energía: Fluorescencia de rayos X.
·                    Reflexión espectroscópica: Ultravioleta, visible e infrarrojos.
·                    Termografía: Microdensitómetro
·                    Macroscopia
·                    Microscopia: Polarización, fluorescencia, contraste de fase de electrones.
·                    Bioestereometría: Espectroscopio RAMAN.
·                    Láser de prueba microlasérica.
·                    Espectroscopio de dispersión de la energía del electrón.
·                    Transmisión espectral microespectrofotométrica.
·                    Prueba química húmeda: Generación de purpurina fluorescente; hemoglobina CYAN y test de hemocromógeno.
·                    Proteasa Lysis: Análisis químico de las proteasas.
·                    Inmunofluorescencia.
·                    Cámara endoscópica.
·                    Además de las anteriores disciplinas, hay que añadir la friolera cifra de más de 1000 experimentos químicos para determinar la naturaleza de la imagen, de las marcas de sangre, de la textura del lino, de las marcas de agua, de las diferentes fibras, de las partículas y detritus y la presencia de posibles pigmentos orgánicos e inorgánicos, así como la experimentación de todos los caminos humanos posibles para tratar de crear una imagen igual a la de la Síndone de Turín. (Ver sus conclusiones arriba en características del Sudario de Turín).
(Listado de disciplinas técnicas, Carmen Porter, “La Sábana Santa”, pag. 94)
Quisiera aprovechar la ocasión para reseñar algo muy significativo y elocuente que debería de hacer reflexionar muy profundamente y replantear sus creencias a todos los detractores de la autenticidad de la Sábana Santa. Me refiero al hecho simbólico de que el propio inventor de la datación por medio del carbono-14, el doctor Williard Frank Libby, ganador del Premio Nobel por haber inventado este método de datación, afirmó premonitoria y públicamente antes de su muerte que no se podía aplicar esta técnica al manto de Turín, ya que según él “existen fuentes radiactivas en la Sábana que han recargado el carbono-14 y que, por tanto, la han rejuvenecido”. Creo que esta afirmación tendría que servir como lección de humildad para aquellos detractores, quienes debido a su subjetivismo, arrogancia e ignorancia en el tema, prejuzgan sobre cosas o hechos sin aportar la más mínima demostración, veracidad y raciocinio. Argumentos pobres que se caen por su propio peso y que se relacionan con considerar la efigie del lienzo de Turín como simple pintura, como una obra maestra del talentoso Leonardo Da Vinci, o quienes opinan que hoy en día se puede reproducir la misma imagen con todas sus características, o que es otra reliquia fraudulenta creada en acto de engaño por la Iglesia, entre otras burdas afirmaciones. Si bien es cierto que parte de la culpa en esta conspiración contra la autenticidad de la Síndone fue debido al «bombardeo desinformativo» de los diferentes medios de comunicación del mundo, los cuales proclamaron triunfalmente, antes incluso de conocerse los resultados de la datación, que el lienzo era un astuto fraude medieval. Una basura de desinformación ampliamente difundida en 1988 por todos los medios seculares de comunicación, tanto escritos como audiovisuales, que debido a la falta de objetividad, ética profesional e imparcialidad, hizo desorientar a la opinión pública mundial haciéndoles creer en algo que la propia realidad demostraba diametralmente lo contrario. Hay otro motivo que me hace reafirmar seriamente en la idea de una conspiración contra la autenticidad de la Sábana Santa. Me refiero, aparte de las irregularidades en la metodología y en el protocolo científico de la datación, al hecho de que los propios analistas que fecharon la Sábana por medio del radiocarbono, se limitaron con remitir por escrito un comunicado al portavoz de la Santa Sede, el Cardenal Anastasio Ballestrero, para que éste hiciera públicos sus resultados. En ese comunicado sólo se especificaba que la Sábana Santa era una falsificación medieval, comprendida entre los años 1260 y 1390, con una probabilidad de éxito del 95%, sin dilucidar cómo se formó y cuál era la verdadera naturaleza de la imagen impresa en el mencionado lienzo. Esto último sería como si un científico competente en el tema se limitase con afirmar que la ley de la relatividad postulada por el científico creyente Albert Einstein es un principio universal de innegable existencia, sin aportar explicación alguna de cómo se formula, por qué existe y qué consecuencias conlleva. Por eso pienso que a la hora de formular cualquier teoría no basta con exponer una simple afirmación (científica, filosófica, teológica…), sino que además es necesario aportar pruebas empíricas y objetivas, a ser posible de diferentes disciplinas, que confirmen o refuten tal afirmación. Si extrapolamos ese principio o norma básica y la aplicamos al caso particular del Sudario de Turín, para determinar su autenticidad o no dependerá de lo que digan todas las disciplinas que formaron parte en la investigación, siendo insuficiente con exponer una simple afirmación científica según la cual el manto de Turín es simplemente una falsificación, como dictaminó el carbono-14. Además, en relación a la prueba de datación, creo que lo más profesional y científico (en vez de pseudocientífico) sería que los analistas comparecieran ante los medios de comunicación para que explicaran al mundo entero, además del resultado de la datación, cómo se llegó a formar la imagen y si ésta es de naturaleza natural o sobrenatural, puesto que es el punto clave de la cuestión. Eso no lo han hecho porque ninguna comisión científica o investigador independiente que tomó parte en el estudio de la reliquia (a excepción del microanalista forense Walter McCrone, expulsado de la Comisión STURP, al plantear, sin presentar ningún tipo de prueba, la teoría de la falsificación del Sudario de Turín, una teoría que no fue apoyada y confirmada por ningún otro científico) encontró ni el menor indicio de fraude alguno en la composición y formación de la imagen. Sin embargo, afortunadamente, el golpe de gracia que sepultaría la prueba del carbono-14 lo daría la supervalorada ciencia de la era espacial (principalmente los científicos estadounidenses del STURP y de la NASA) al demostrar a través de su complejo instrumental técnico la autenticidad del manto de Turín. (No me cansaré de repetir hasta la saciedad que todas las disciplinas científicas y técnicas, así como todas las teorías formuladas por la comunidad científica respecto al Sudario de Turín, han descartado de manera absoluta, rotunda y definitiva que la imagen plasmada en dicho Sudario halla sido manufacturada o creada por la mano del hombre. Igualmente, todas las hipótesis y pruebas experimentales realizadas hasta el momento por los científicos no han arrojado resultados lo suficientemente satisfactorios y duraderos a la hora de reproducir la misma imagen de la Síndone con todas sus características en cualquier tipo de tela, descartándose prácticamente de manera definitiva que el origen de la formación de imagen en el manto de Turín sea debido a un proceso natural y planteando seriamente como una explicación alternativa posible que todo sea causado, ante tal cúmulo de circunstancias extraordinarias y enigmáticas, a un proceso de naturaleza sobrenatural aún desconocido por el momento para la ciencia.)
Al hablar del lienzo de Turín es legítimo y adecuado señalar que el Santo Sudario se ha convertido de un modo u otro en la evidencia científica, empírica y objetiva, de la existencia de Dios, en uno de los pilares más básicos en que se asienta la Iglesia, el cristianismo y la fe en el dogma universal de la Resurrección. Es la Sábana Santa de Turín, en definitiva, el «documento» histórico y científico más crucial legado a la condición humana, ya que transmite a través de la simbólica Resurrección de Jesús de Nazaret el trascendental mensaje de Salvación para toda la humanidad.
Vivimos, pues, un momento único en la historia en el que todos debemos congratularnos. Por primera vez la humanidad independientes-dispone de evidencias nuevas en relación con la Santa Síndone   que se desmarcan claramente de la tesis fraudulenta del-del cristianismo carbono-14 y que respaldan rotunda e incuestionablemente el que ha sido, es y seguirá siendo a todas luces el mayor acontecimiento de todos los tiempos. Tenemos actualmente evidencias médicas, científicas y arqueológicas que demuestran más allá de cualquier duda razonable la realidad de la crucifixión y resurrección del Cristo histórico. Por lo tanto, la Santa Síndone como testigo mudo y elocuente de que Cristo venció realmente a su propia muerte, demuestra sin exagerar la veracidad de los Evangelios en cuanto al mensaje central de la Salvación del género humano a través de la muerte y resurrección de Jesucristo (es un hecho insoslayable que actualmente muchos científicos cultos e intelectuales cataloguen a la Síndone como el 5º Evangelio).
La verdad es que es todo un mundo hablar de Sábana Santa de Turín. Me llevaría páginas y páginas de información sobre esta apasionante reliquia vinculada, según muchos científicos eruditos, con el personaje histórico de Jesús de Nazaret, el único hombre que ha dejado una profunda huella imborrable en la conciencia colectiva de la sociedad mundial, sobre todo occidental. He de confesar que estoy pensando en recopilar algunos de sus artículos extensos que he escrito sobre este lienzo, ampliarlos y luego incorporarlos a un tercer libro que tengo en mente, cuyo título será “La Santa Síndone de Turín: espejo de Salvación”. Ese es uno de mis proyectos que querría hacer realidad a largo plazo. Lo quiero hacer porque aún estoy profundamente conmovido y fascinado por la fuerza de atracción que posee este enigmático Manto Sagrado. Una pieza de arte inigualable en la que se hallan plasmadas las huellas materiales de una resurrección, vinculada, en base a todas las pruebas científicas y técnicas, a excepción de la prueba de datación por medio del carbono-14, con el personaje histórico llamado Jesús de Nazaret. Este lienzo da fe del Sagrado Testimonio legado al género humano, trasmitiendo la certeza total de que el sepulcro no es la meta final de la existencia humana, pues todos hemos sido invitados a alcanzar la Redención y la Vida Eterna.
Recomponiendo el puzzle, se podría afirmar que la existencia y naturaleza divina de Jesús de Nazaret estaría atestiguada en diferentes niveles:
1º A nivel teológico y religioso: lo atestiguan la Biblia cristiana, los Santos Evangelios, y otros textos sagrados, como el Corán islámico, La Torá judío, el Códice Alejandrinus, etc.
2º A nivel histórico: por las citas y referencias sobre este personaje realizadas por algunos historiadores de aquellos tiempos, como Flavio Josefo, Tácito, Plinio el Joven y Gayo Suetonio Tranquilo.
3º A nivel artístico: por las distintas representaciones artísticas, como sucede en las pinturas antiguas bizantinas, griegas y románicas, en las pinturas clásicas, en las medievales, en las renacentistas, etc. sobre este personaje, poniendo de relieve, dada el contenido y la forma de la iconografía de Cristo, su naturaleza divina (véase como ejemplo el retrato de Cristo llamado Pantocrator de Santa Catalina del Monte Sinaí, datado en siglo VI, y que según muchos científicos está inspirado en la Sábana Santa de Turín, por lo que sería otro motivo para creer en la autenticidad de ese sudario).
4º A nivel científico: Por la demostración científica de la autenticidad de la Sábana Santa de Turín, poniendo en evidencia, dada la verdadera naturaleza de la composición y de la formación de la imagen, el carácter humano y divino de Cristo.
5º A nivel místico-escatológico: por los cruciales informes documentados sobre decenas de millones de personas que han atravesado y sobrevivido a una Experiencia Cercana a la Muerte (ECM), en la que esos sujetos narran haber conectado con una Inteligencia Divina que transmitía una paz, compasión, aceptación y amor incondicional y arrolladores, sin juzgar ni condenar, y que muchos, incluyendo a personas ateas y agnósticas, han identificado con el personaje divino de Cristo.(Para aquellos lectores que lo ignoren, las fases o parámetros secuenciales que de modo genérico acontecen durante una ECM son: la autoscopia o proyección extracorporal, la visión de un túnel, encuentros con seres queridos y/o amigos ya fallecidos o con un ángel celestial que hace de guía durante ese proceso de transición, encuentro con la Luz o con un Ser de Luz, ya sea Cristo, Buda, Krishna, etc., en función del condicionamiento religioso y cultural de cada individuo, revisión panorámica de la vida y viaje a los cielos o estancias inferiores).
 
En este referente imprescindible a la Sábana Santa de Turín, veo conveniente apuntar que la causa final de la muerte del «hombre» del lienzo, es decir, de Jesús de Nazaret, fue debido, según la ciencia, a la serie siguiente de condicionantes: hematidrosis, ayuno absoluto, contusiones y fracturas, hemorragias, anemia secundaria, deshidratación global, hemoconcentración, hiperpotasemia, alteraciones de la termorregulación, pleuritis exudativo-hemorrágica, contusión pulmonar, pericarditis, asfixia parcial y paroxismo por crucifixión, síndrome de descondicionamiento y colapso ortostático. Ese es la autopsia de la ciencia médica-forense de la causa de la muerte de Jesús, en base a los rasgos plasmados en el Sudario de Turín. Un personaje extraordinario y revolucionario que sufrió el brutal e inhumano «rigor mortis» de la flagelación y la crucifixión.
Ya para concluir mi comentario sobre esta importante pieza de arte, debo mencionar que la Santa Síndone de Turín es expuesta al público, como dije antes, cada generación con ocasión del Jubileo de la Redención. Su vital trascendencia para la humanidad ha hecho que sea una de las piezas de arte más veneradas de toda la historia y que en una de sus últimas ostensiones acudieron a visitarla en tan sólo 5 semanas la escalofriante cifra de 3 millones y medio de fieles de todo el mundo, además de la friolera cifra de más de 600 operadores de distintos medios de comunicación social (periodistas, corresponsales, redactores, etc.) de diferentes países de todo el globo. Eso querría decir que si la Santa Sede, propietaria de la reliquia, permitiese su exposición al público todo el año, la ciudad de Turín se convertiría, sin la menor duda, en la ciudad más turística del mundo por delante incluso de la mismísima ciudad de Nueva York. Aunque el propio Vaticano no permite, probablemente por cuestiones de seguridad y preservación, una ostensión tan larga de tiempo.
Después de este obligado comentario sobre el Santo Sudario, necesario en mi opinión, ya que estaba escribiendo en este capítulo sobre los diferentes museos y la importancia de las distintas reliquias y piezas de arte que existen en cada uno de esos museos de Londres. Por eso, hacer caso omiso sobre el Sudario de Turín por ser objetivamente hablando el «As» que Dios tiene guardado en la manga en favor de la inmortalidad, me parecía ilegítimo, inoportuno e incorrecto. Ahora bien, aunque este último comentario suene harto sensacionalista, he de aclarar que si bien la Sábana Santa por si sola no demuestra la inmortalidad del alma, sí es en cambio un poderosísimo argumento muy convincente que ayuda a creer en dicha inmortalidad. Si a ese importante argumento le sumamos otras disciplinas o fenómenos paranormales (ECM, PES, psicofonías, casos de teleplastia, EEC, declaración de los médiums, xenoglosia, las apariciones espectrales, viajes astrales, ouija, los fenómenos poltergeist, termogénesis, ectoplasmia, ideoplastia, clariaudiencia, raps, channeling, clariesencia, principio de impregnación ambiental, fenómeno de transcomunicación instrumental y un largo etcétera, incluyendo los presuntos milagros documentados por la Iglesia Católica), obtendríamos como resultado una evidencia científica objetiva, rotunda, irrefutable y concluyente de la realidad de la inmortalidad o supervivencia. Por otra parte, he de confesar que he sentido un fuerte anhelo que este comentario personal sobre el Sudario de Turín, fruto de mis 2 años largos de intensa investigación sobre esta apasionante reliquia, saliera a luz con la publicación de este libro para que influya de manera positiva en el curso de la vida de muchas personas y conozcan el misterio pascual de la Pasión de quien por nosotros murió para redimirnos de nuestros pecados, de manera que pudiésemos alcanzar después de la muerte la Vida Eterna. Finalmente, después de ese inciso para hablar de la pieza de arte más importante, y al mismo tiempo del fenómeno paranormal más estudiado y crucial de la historia, seguiré hablando de lo que viví en Londres durante esos largos e intensos 7 meses, pero esta vez centrándome en los teatros londinenses.
 
LOS TEATROS
 
Si hay algo de lo que los londinenses sienten especial orgullo y predilección son por sus innumerables teatros10 que hay a lo largo y ancho de la ciudad. Dichos recintos hacen que Londres sea para muchos la capital mundial del teatro. Un lugar donde nacen nuevas estrellas del mundo de la interpretación y que alcanzan la fama rápidamente. Es, sin duda, el mejor escaparate para cualquier persona intrépida y talentosa para poder lanzarse al estrellato y convertirse en un personaje célebre. Hay una larga lista de actores y actrices hollywoodienses que empezaron a realizar sus primeros pinitos en el interior de algunos de estos teatros londinenses.
Los londinenses sienten especial debilidad por el teatro, los cuales lo consideran como su hobby favorito. La evidencia de todo ello lo encontramos en la gran cantidad de grupos teatrales marginales que hay y que no están subvencionados por el gobierno, pero que se mantienen a flote gracias al público que reciben. A parte de estas salas conocidas como Fringe Theaters, situadas la gran mayoría en los suburbios de la metrópoli, hay que citar, además, las salas comerciales del West End (hay más de 100 salas de teatro en esta zona), que mantienen normalmente sus programas, y los teatros subvencionados por el Gobierno. Existen funciones teatrales todos los días de la semana, exceptuando los domingos en el que los recintos se cierran por descanso. Las entradas se compran en las taquillas de los teatros, a veces sin anticipación, abriendo normalmente entre las 10 de la mañana hasta las 8 de la tarde. Es posible reservarlo por teléfono, pagando por tarjeta de crédito y recibir el ticket de entrada en el propio teatro minutos antes de la sesión. Incluso para hacerlo más rápido y cómodo existen agencias que hacen la gestión de compra de la entrada, con la desventaja de que cobran una comisión a cargo de la tarjeta de crédito. El precio de cada entrada depende del teatro al cual se accede y de la obra que se vaya a ver. Es importante reseñar que diariamente se ponen en venta entradas a mitad de precio en un quiosco situado en Leicester Square, lugar donde precisamente se celebran muy frecuentemente las conocidas Premieres, estrenos cinematográficos que son visitados por famosos actores y actrices de Hollywood para promocionar sus películas. El inconveniente es que sólo se pueden comprar como máximo un total de 4 entradas de teatro por persona y por día.
Hay una gran cantidad de teatros en Londres con sus diferentes representaciones que el turista puede elegir y disfrutar. En cada uno de ellos se conciertan diferentes tipos de representación, ya sean musicales, dramas, comedias y otros tipos de actuación. De todos eses tipos de actuación quisiera hacer especial mención a las representaciones musicales, ya que son mucho más numerosas y levantan mucha más expectación por sus visitantes. Entre esos musicales hay que citar el de “Chicago”, situado en el Adelphi Theatre (parada de metro Charing Cross); “The Full Monty” en el “Prince of Wales Theatre” (parada de metro de Oxford Circus); el de “Les Miserables”, ubicado en el “Palace Theatre” (estación de metro de Leicester Square); y entre todos ellos no puedo olvidarme de uno de los más aclamados por los británicos, el de “My Fair Lady”, localizado en el “Theatre Royal Drury Lane”, cuya estación es Covent Garden.
Ya para terminar mi corto comentario sobre los teatros, quisiera volver a expresar que yo no entré en ninguno de ellos, no por falta de dinero, sino porque el teatro no es algo que me entusiasme o me llame la atención. De todos modos, mi falta de interés por esta actividad artística no era razón suficiente como para dejar de hablar de la gran importancia de los teatros londinenses, los cuales gozan de una buena imagen en todo el mundo por ser fuente de creación de muchas artistas que se consagran en el mundo del cine, el teatro o la televisión.


8º EL LONDRES COSMOPOLITA DE SUS CONCURRIDOS DISTRITOS Y MERCADILLOS
 
No cabe la menor duda de que si la ciudad de Londres es muy visitada por millones de turistas llegados de todos los rincones del mundo cada año no es sólo por sus lugares emblemáticos, sus parques, palacios, museos, teatros, etc., sino que además lo es por sus concurridos y archifamosos barrios y mercadillos. Una ciudad, Londres, capital del mayor imperio de la historia, que cuenta con 33 distritos repartidos por las seis zonas en que se divide la ciudad, con una población censada de más de 7 millones de personas, aunque bien es cierto que si incluimos también la gente no censada, la ciudad alcanza los 10 millones de habitantes, sobre todo en la época estival. De todos modos, si hablamos estrictamente de su área metropolitana (englobaría el Gran Londres), su población asciende espectacularmente, superando los 13 millones de habitantes, siendo de este modo la metrópoli más grande de Europa. Ahora bien, un dato elocuente es el hecho de que casi el 40% de su población son de países extranjeros, sobre todo de Europa, lo que representa estadísticamente más de 1 de cada 3 personas. De los 33 distritos o barrios que existen en Londres hay que destacar algunos de ellos, como son el de Mayfair, el Soho, Chelsea, Notting Hill y de Camden Town. Son lugares muy cosmopolitas y multirraciales, rebosantes de gentes y restaurantes de todos los países, llenas de tiendas de souvenirs, mercadillos y de todo tipo de atracciones muy interesantes.
El primero de los distritos que quiero comentar es el de Mayfair1, situado en la zona 1 de Londres. En este distrito trabajé como ayudante de camarero en una discoteca durante un mes. Fue para mí una de las zonas que más he frecuentado durante mi estancia. Mayfair es el distrito más caro, rico y lujoso de Londres. Su nombre tiene origen en las “ferias de mayo” que antiguamente se celebraban en esta zona de la ciudad. El barrio limita al norte con Oxford Street, al sur con Piccadilly, al este con Regent Street y al oeste con Hyde Park. Además, el distrito se compone de dos zonas diferenciadas. La primera de ellas gira alrededor de Bond Street,en donde predominan los comercios de mucho lujo y los restaurantes caros y un tanto «pijos» (entre ellos está la discoteca en la que trabajé). La otra zona es la que va en dirección a Hyde Park, en donde predominan las lujosas viviendas residenciales, los majestuosos palacios, los asombrosos entornos paisajísticos, etc., propiedad de grandes capitalistas y magnates del mundo de los negocios, dueños de grandes fortunas y reyes, porque no, del petróleo.
Además, en Mayfair, siendo un barrio eminentemente aristocrático, hay algo peculiar y es que la designación de sus calles se relaciona con los nombres de muchos de estos aristócratas y capitalistas que por esta zona residen. No es difícil, por tanto, el que se vean por las calles circular lujosos y astronómicos coches clásicos, como Rolls Royce, Bentley, Maserattis, o modernos deportivos, como son los típicos Ferraris, Lamborghinis o Porches descapotables, entre otras marcas. Sin embargo, bien es cierto que mucha de esta gente no lo importa «hipotecar» unos pocos años de su vida para pagar un carísimo coche, al contrario de lo que ocurre en España con los pisos en el que la mayoría de la población se pasa una parte importante de su vida para acabar de pagarlos, debido a los bajos sueldos que aquí hay y a la drástica subida del precio de la vivienda. Sin embargo, sería cierto que el mejor bálsamo para contrarrestar estas deudas que tienen los londinenses es gracias a que los sueldos están por las nubes. No obstante, como dije anteriormente, los inmigrantes que no tengan sobre todo un buen dominio del inglés y experiencia laboral tienen muy difícil equiparar, ya no digo superar, sus sueldos con la renta per cápita que por término medio tiene un ciudadano corriente de Londres, la cual se eleva 40000 euros brutos al año.
Entre todas sus avenidas, calles, plazas, restaurantes y, en definitiva, lugares que hay en Mayfair hay que nombrar el Shepher Market, mercado en donde abundan las tiendas de comestibles de alta calidad y que rivalizan con los anticuarios y los pequeños restaurantes cosmopolitas.
El siguiente distrito que quiero comentar es muy interesante, sobre todo para aquellos que les gusten el ambiente y diversión nocturna. Me estoy refiriendo evidentemente al Soho2. El distrito limita con Oxford Street, Regent Street, Shaftesbury Avenue y Conventry Street. Este animado barrio, lleno de cabarets, restaurantes, teatros, locales de strip-tease, salones recreativos, etc., es una de las zonas intelectuales de Londres, en el sentido de que aquí residieron y siguen haciéndolo grandes escritores y filósofos. Su nombre tiene origen en el grito que lanzaban los cazadores para llamar a sus perros. Fue lugar de asilo para muchos franceses protestantes exiliados. Por eso, algunas de sus calles se designan con nombres franceses, en homenaje a estos protestantes y revolucionarios. La ola de inmigrantes franceses que ocupaban esta parte de Londres era mayor con el paso del tiempo, debido en parte a la Revolución Francesa, de esta forma, el barrio se llena a finales del siglo XIX de aristócratas y monárquicos franceses. Sin embargo, los franceses no fueron los únicos visitantes que poblaron este barrio, sino que llegaron gentes de diferentes naciones, razas, lenguas y religiones. Hoy en día no ha perdido ese encanto, fama y gran reputación que siempre ha ostentado. Es, sin duda, en mi opinión, la expresión máxima del cosmopolitismo. Sus restaurantes con su variada gastronomía son de diferentes nacionalidades, como, por ejemplo, españoles, franceses, italianos, chinos, hindúes, turcos, paquistaníes... Conocer y visitar el Soho es un mundo muy sugerente y apetecible para muchos visitantes.
Yo he salido en repetidas ocasiones por la noche por el distrito del Soho y puedo decir que es un ambiente muy especial y bonito. Es un lugar en el que casi nada deja indiferente. Pensar en el Soho hace evocar a sus turistas placeres secretos y ocultos. En el barrio se pueden diferenciar dos mundos: el mundo nocturno de los trasnochadores que frecuentan sus locales eróticos, sus pubs, locales de strip-tease y cabarets; el otro Soho es el diurno del trabajo, menos agitado y saturado.
Pero además el Soho presume de tener una importante industria audiovisual en la que se encuentran los mejores estudios de cine de todo Londres y en el que muchos artistas se lanzaron al estrellato después de haber pasado por estos estudios.
En el mismo distrito del Soho hay una plaza muy famosa, Leicester Square. Este lugar es muy animado y frecuentado por turistas de todas partes. Además, el sitio está a rebosar de restaurantes, cines, algún teatro, tiendas de recuerdos, salas de juego y discotecas con sus fachadas iluminadas. Es lugar de celebración de diferentes Premieres que son visitadas por personajes famosos del mundo del cine. De hecho, durante mi estancia en la capital londinense se han celebrado preestrenos de diferentes producciones cinematográficas en estas Premieres de Leicester Square, siendo visitadas por actores y actrices de la talla de Richard Gere, Leonardo Dicaprio, Nicole Kidman, Cameron Díaz, Renee Zellweger, entre otras celebridades de la factoría Hollywood. Sin embargo, es oportuno que mencione que no he acudido a ver ninguna de estas Premieres, ya que siempre me enteraba de su celebración tarde, mal y nunca, aunque bien es cierto que si pusiera un mínimo de interés por mi parte seguramente hubiese visto algunas de esas aclamadas Premieres. En la zona de Leicester Square también hay una hermosa iglesia llamada Notre-Dame-de France y un museo llamado “Guinness World of Récords”,dedicado única y exclusivamente a exponer muchos de los récords acaecidos y que están contenidos el Libro de los Récords. En una de estas calles que componen el distrito del Soho llegó a vivir el compositor Mozart.
Una calle conocida situada muy cerca de Leicester Square es Carnaby Street, un lugar universalmente famoso durante la década de los setenta del pasado siglo por sus comercios de moda. Pero no puedo olvidarme, por supuesto, de dos calles que hay en el Soho, cuyo nombre son Lisle Street y Gerrard Street. Estas dos calles están repletas de comerciantes y vendedores asiáticos, especialmente de China, y que han invadido esta parte del Soho, constituyendo el verdadero pulmón del barrio chino, es decir, el Chinatown de Londres. Fieles a su costumbre y cultura, sus calles están decoradas con todo tipo de adornos típicos de Asia Oriental, sobre todo de China y Japón. Yo no dudé por un instante en acercarme a este insólito lugar para presenciar sus fachadas y calles adornadas, respirando su ambiente y el llamativo olor de sus platos gastronómicos servidos en sus numerosos restaurantes, algunos de ellos con mesas ubicadas al aire libre.
Siguiendo el recorrido turístico por la gran city debo hacer especial mención a uno de los lugares más cautivadores, atractivos y distinguidos de Londres: Notting Hill. Es famoso este distrito principalmente porque en este lugar se rodó una película hollywoodiense protagonizada por Julia Roberts y Huge Grant, y también es conocido mundialmente por sus espectaculares Carnavales que se celebran todos los veranos ahí. Yo he visitado esta parte de la ciudad en más de una ocasión, algunas veces solo y otras veces acompañado con mis amigos franceses de mi primera etapa (uno de ellos trabajaba en esta zona en un «shop»), para respirar el dulce ambiente de sus calles, plazas y zonas verdes. Hablando de los Carnavales de Notting Hill, debo decir que por desgracia no pude verlos, ya que estaba convaleciente debido a una gripe. De todos modos y pesar de no vivirlos en persona, según varios amigos míos que han presenciado en vivo y en directo esos desfiles carnavalescos por sus calles, es muy recomendable verlos, aunque ello suponga tener que viajar a Londres expresamente por los Carnavales de Notting Hill. La buena reputación con que gozan estas fiestas hacen persuadir y convencer a millones de turistas llegados de cualquier rincón del mundo para ver, disfrutar y sacar algunas fotos de estas celebraciones y poder guardarlas como grato recuerdo de su visita por esta ciudad.
Pero no sólo Notting Hill es famoso por sus carnavales o por su película, también lo es por poseer uno de los mejores mercadillos de Londres, situado en Portobello Road. En este lugar se venden todo tipo de antigüedades, objetos de plata, cerámicas, ropa, souvenirs y todo tipo artículos muy variados, sobre todo de decoración, vendidos al aire libre en unos simples tenderetes o en algunos locales cerrados.
Hablando de mercadillos, uno de esos mercadillos que causan una buena sensación es, sin duda, el de Camden Town. A ese lugar acudí sólo una vez con varios amigos míos de mi residencia. Fue un fin de semana cuando decidimos entre todos nosotros, de improviso, es decir, sin un plan elaborado, visitar este singular mercadillo. Para llegar allí tuvimos que coger todos (seríamos aproximadamente 7 u 8 personas) un autobús en nuestra zona de residencia en Camberwell Green con destino Camden Town. La duración aproximada del trayecto hasta el mencionado lugar fue de 45 minutos. Como el recorrido del autobús era por el centro de la ciudad, conseguimos matar rápidamente el tiempo al recrearnos en las fantásticas vistas de la ciudad que englobaban sus calles, monumentos, fachadas y su ambiente. Llegamos todos con algo de impaciencia y ansiedad por ver el tan ilusionado lugar. Esa zona recóndita de la ciudad prodigaba todo tipo de gente, sobre todo hippie. Todos recorrimos el lugar unidos como si se tratase de una buena y gran familia. La calle principal por donde transcurría el mercadillo estaba llena de tiendas con tenderetes repletos de ropa colocados al aire libre, había tiendas con todo tipo de antigüedades, locales para grabarse tatuajes en la piel, puestos de comida y bebida ambulante, etc. Todo aquel bullicio y animación me llamó mucho la atención. Todo era verdaderamente curioso e interesante. La gente que por aquí merodeaba pertenecía a cualquier nacionalidad, etnia, lengua y creencias. Todo resulta muy pintoresco por este sitio, sobre todo la gente que iba vestida desenfadadamente con ropa hippie o punki, gente con grandes y llamativos tatuajes, con piercings en cualquier parte del cuerpo, con el pelo teñido, rapado o peinado de cualquier forma. El mercadillo era sensiblemente grande. Había donde olfatear y comprar gracias a la gran variedad de artículos que se vendían. Nada me dejaba indiferente. Todo lo contrario. De todo lo que vi en Camden Town, lo que más me caló hondo fue el canal que allí había. Por ese estrecho canal pasaba la gente montada en barcas. Era una bonita imagen como sacada de una postal. La mayoría de mis amigos acabaron sacando fotos del lugar, al igual que saciamos nuestros estómagos al beber algunos refrescos en algunos chiringuitos ambulantes. Había una impresionante marea de turistas visitando este mercadillo. Estuvimos prácticamente desde el mediodía hasta bien avanzada la tarde. Antes de que anocheciera fue cuando todos decidimos por unanimidad regresar a la residencia para reponernos del intenso y ameno día. En el rostro de mis amigos y en el mío propio se podía palpar una moderada satisfacción por haber visitado este sitio y al mismo tiempo un poco de melancolía y nostalgia por volver a visitarlo de nuevo algún otro día.
Finalmente, quiero concluir mi relato sobre los mercadillos y barrios londinenses haciendo especial mención a uno de esos famosos y ambientados barrios: Chelsea. En este distrito he estado trabajando como ayudante de cocina en un restaurante durante un mes en verano. Son innumerables las veces por las que pasé por este lugar en autobús, bien para ir al trabajo, bien para regresar a mi nuevo hogar situado en Fulham después de mis frecuentes visitas a mi antigua residencia en Camberwell o para visitar el centro de Londres. No es de extrañar que lo conozca casi como la palma de mi mano.
Chelsea3 parece una ciudad dentro de otra ciudad. Se extiende de forma paralela al río Támesis. Es un mundo aparte. Cualquiera que recorra estos lugares no le resultará difícil sentirse admirado y absorbido por la hermosura e imponencia arquitectónica de las fachadas de sus viviendas de estilo victoriano y georgiano. Es Chelsea una encrucijada de calles estrechas y plazas apacibles. Es el distrito más rico de Londres, junto con el de Mayfair. Aparte de eso, Chelsea puede presumir de ser uno de los distritos más lujosos y prestigiosos de todo el planeta, comparable en fama y riqueza a los distritos de Beverlly Hills de Los Ángeles y el de Manhattan de Nueva York. Un ejemplo claro y evidente que avale lo que acabo de decir lo encontramos no únicamente en el precio de sus viviendas, sino en los lujosos coches, tanto los modernos deportivos como los clásicos, que circulan con frecuencia por sus calles con cierto aire de insinuación, descaro y glamour. Por si fuera poco, el distrito tiene fama de haber sido durante más de 4 siglos centro de apogeo de la vida cultural y artística de Inglaterra.
Antiguamente Chelsea era un barrio humilde de pescadores, convirtiéndose con el paso del tiempo en lugar de alojamiento de personalidades pertenecientes a la corte. Acabaría con los años adquiriendo fama de barrio tranquilo y apacible. A finales del siglo XVIII se convirtió en el lugar predilecto por los londinenses pertenecientes a cualquier clase social, raza y creencia. Pero probablemente lo que consagró mundialmente a este distrito fue el hecho de que a principios del siglo XIX una cantidad innumerable de artistas e intelectuales, tanto británicos como de otros países, optaron por vivir en este insólito lugar. Sin embargo, en muy poco tiempo pasó de la buena a la mala reputación, debido a que la gente no apreciaba las artes y costumbres de estos artistas. No obstante, en Chelsea no sólo prodigaban los grandes artistas, sino que también había grandes historiadores, filósofos y científicos.
Después de las dos Guerras Mundiales, el distrito de Chelsea consiguió evolucionar positivamente. Surgieron las primeras obras teatrales en los años 50 y 60 del pasado siglo. A partir de 1970 Chelsea se convertiría en una especie de Meca para los jóvenes británicos y lugar de paso para famosos grupos de música rock, como los Rolling Stones, entre muchos otros. También sería el epicentro de la moda y de sus desfiles.
Hoy en día Chelsea sigue siendo un barrio muy cargado, mundano y vital, sin haber perdido la belleza arquitectónica de las fachadas de sus viviendas y edificios, el encanto de sus calles, plazas y jardines, y la atracción de sus comercios, restaurantes y pubs. Sigue siendo un recóndito lugar hecho para ricos, aristócratas y famosos del mundo del cine, la moda, las letras, la música, etc.
 
EPÍLOGO
 
Encontraría infinitas razones para emprender el arduo proyecto de escribir este libro que al principio se me antojaba harto difícil y ajeno a mi capacidad literaria, pero que, con el paso del tiempo, a base de talento, perseverancia y sacrificio, fue cogiendo forma y sentido para acabar haciéndose realidad. He ido forjando el alma de este libro para ir dándole carácter y vida propia. Si no tuviera una experiencia insólita como la que tuve viviendo y trabajando en Londres, nada de todo esto vería la luz. Me he sentido interiormente inspirado para trasmitir en este libro todo lo que he sentido en Londres, tanto mis alegrías, mis ilusiones, mis deseos, como también mis penas, mis preocupaciones y mis desengaños. Creo que he intentado mantenerme a la altura de las circunstancias, ya que vivir en una ciudad tan importante, tan prestigiosa y descomunal, como es Londres, me impulsaba tomar la importante decisión de escribir este libro, hablando de lo que realmente es Londres y cómo fue mi situación personal y profesional en esa ciudad. Para ello he tratado, por una parte, de no alejarme de la realidad, evitando idealizar todo ello y, por otra parte, he intentado hacer una especie de autocrítica constructiva que me sirviese de lección de cara al futuro. No sé si he conseguido ambas cosas al mismo tiempo en su justa medida, pero si tengo claro algo es que no decaí en ese empeño laborioso.
Creo que nadie es perfecto, ni siquiera el mundo lo es, por eso quiero mencionar que mis experiencias en Londres tampoco han sido perfectas. Creo que si lo fuesen se perdería un grado de realismo, humanidad y verosimilitud. Por eso he encontrado más razones para escribir este libro, sin alejarse, como dije antes, de la realidad. Quizás mi situación personal en la ciudad pudiese haber sido mejor de lo que fue, en parte debido a mi exceso de responsabilidades (estudios universitarios, trabajo e inglés). Probablemente he querido abarcar muchos proyectos en tan poco tiempo y eso me ha llevado por momentos a causarme falta de concentración, algo de preocupación y estrés. Aunque el momento o contexto temporal de mi partida hacia Londres no fue el idóneo, por lo que he comentado anteriormente, eso no quiere decir que no halla merecido la pena haber visitado esta ciudad. Ni mucho menos, sobre todo cuando lo que pude adquirir tiene ver con ampliar horizontes, adquirir mayor madurez mental, tener otro enfoque del mundo, capacidad de adaptarme a una cultura diferente, mejorar más mi currículum profesional, etc.
Soy un escritor principiante que desde la sensatez y la humildad he encontrado como surgido de la nada la vocación literaria de dedicarme en algunos de mis momentos libres a la escritura, y este libro es la mejor manera de refrendar pública y oficialmente dicha vocación. He sentido un respaldo y apoyo incondicional por parte de mis amigos y de la gente que conocía de mi entorno social en mi objetivo de vivir en Londres, pero, como no podía faltar, he tenido también mis detractores, sobre todo mis propios familiares, que al principio se oponían ilegítimamente a que yo partiese a vivir y trabajar en la capital del Reino Unido. Mi valiente decisión de irme a Londres no fue repentina, fruto de la calentura o tomada de la noche a la mañana, sino que más bien fue una decisión muy premeditada y calculada meticulosamente. Una decisión, fruto de mis emociones, de lo que me decía el corazón, como un deseo e impulso reprimido durante un largo periodo de tiempo que abarca tempranamente desde mi infancia y que explotó un buen día para tratar de hacerlo realidad. Mi vocación y pasión por el inglés fue el detonante que motivó mi partida a tierras inglesas. Me siento interiormente satisfecho y autorrealizado de haber cumplido uno de los mayores sueños de mi vida que era «sumergirme» en un país con una cultura y lengua con las que siempre me he sentido identificado, sin renegar para nada de mis raíces vinculadas a mi querida y orgullosa tierra gallega a la que, por momentos, he sentido en Londres esa conocida «morriña». También se aprende a eso, a valorar más lo que se tiene y a ser más conformista y autosuficiente.
¿Por qué Londres y no otra ciudad? Por la sencilla razón de que Londres me proporcionaba a mí muchas ventajas, entre ellas estaba el hecho de vivir en la segunda ciudad con mayor nivel de vida del mundo, después de Nueva York, el sentirme identificado con su cultura, paisajes y costumbres y por otras razones que tenían que ver con adquirir mayor madurez mental o mejorar cualitativamente mi currículum profesional. Sin embargo, también tenía sus inconvenientes que eran lo suficientemente caro que estaba la vida allí como para vivir con cierta comodidad y tranquilidad, y el hecho fatal de tener que vivir muy lejos de mi hogar natal, del cariño de mis seres queridos y amigos. Por muchas razones objetivas que existan para vivir en Londres, jamás podrá reemplazar el valor que tiene de poder vivir cerca de mis familiares y de la gente que realmente me aprecia, de modo que me sirviese para cubrir el vacío interior que en algunos momentos he llegado a sentir en la capital británica. Eso fue lo que me faltó a mí, alguien de mi entorno familiar para expresar más íntimamente mis ilusiones y mis alegrías, al igual que mis penas y desengaños. Es cierto que tuve muchos amigos allí, sobre todo gracias a mi carácter extrovertido y sociable, pero todo ello no es lo mismo, ya que no son amigos cercanos con los que compartí mis primeros años de infancia y posteriormente mi adolescencia, aunque con ello no insinúo que no tuviese un estrecho e intenso vínculo emocional con ellos durante mi estancia, que sí lo tuve realmente. El hecho de vivir lejos del afecto de mis seres queridos y amigos me hacía reflexionar sobre lo duro que puede ser la vida cuando uno viaja solo por el mundo adelante, en busca de un futuro algo esperanzador, como le ha sucedido a cientos de miles de emigrantes gallegos durante la Guerra Civil y el franquismo. Eran tiempos de mucha pobreza y calamidades, tiempos que obligaban a mucha gente, incluyendo a parientes míos, inexorablemente a tener que emigrar como la única opción de poder seguir sobreviviendo más o menos dignamente, aunque dicha elección significase el desposeerse del tesoro más preciado: sus seres queridos más cercanos. Eran otros tiempos, con un contexto político y socioeconómico diferente al que me tocó a mí vivir. En mi caso particular, la decisión de emigrar de Galicia temporalmente fue de manera legítima, voluntaria y leal a mi afinidad por la cultura anglosajona, mientras que la mayoría de los gallegos que emigraron en la época franquista tomaron una decisión drástica y forzada como único camino de salvación ante la profunda crisis económica y social de aquella época en España. Sin embargo, algunas cuestiones de fondo están relacionadas mi situación en Londres con aquella difícil época. ¿En qué cuestiones? Pues en el hecho duro que suponía para mí tener que abandonar el lugar, los familiares y los amigos de donde me crié y sustituirlo por otras cosas nuevas y desconocidas que iría encontrar en Londres. También coincide en el hecho de que, como emigrante, he tenido que agarrarme a cualquier puesto de trabajo que se me ofertaba, aunque fuese el peor puesto posible, ya que la gran mayoría de las personas que emigran a otro país tienen que trabajar el doble para equiparar sus sueldos y nivel de vida con los propios ciudadanos del país de destino. Es cierto que también depende da la preparación académica y profesional, conocimientos de idiomas y otros títulos que posea el individuo que emigra a otro país. En la época de la dictadura franquista, debido al alto índice de analfabetismo y pobreza, muchos de esos emigrantes tenían que agarrarse a un clavo ardiendo para seguir adelante fuera de su país. Sin embargo, hoy en día vivimos en un mundo globalizado, en el que impera la era de la información, la comunicación, de los grandes avances científicos y tecnológicos, donde la gran mayoría de la gente, exceptuando la población del Tercer Mundo, está bien preparada a nivel académico y profesional. Ante esa realidad, el nivel de vida que pueda tener un emigrante fuera de su país dependerá en gran medida de su estatus socioeconómico adscrito o adquirido. Siendo más explícito y concretándolo en mi caso, quiero decir que si mi situación en Londres no fue la más acorde fue precisamente porque no había acabado de titularme de mis estudios universitarios y no poseía un nivel de inglés suficientemente avanzado para ejercer un buen puesto de trabajo en Inglaterra.
En cuanto a Londres, debo señalar que es una ciudad deslumbrante y de ensueño por todos sus monumentos, plazas, avenidas, palacios, parques, museos, etc. Es una ciudad que cautivará a cualquier persona que se adentre en ella por las infinitas posibilidades artísticas, culturales y recreativas que posee. Por eso mismo quiero recomendar seriamente a cualquier persona que lea este libro, que se anime algún día a visitar esta gran ciudad, ya que no defraudará a nadie en absoluto. Yo he intentado lo mejor posible disfrutar de la ciudad en su máximo esplendor, aunque bien es cierto que una ciudad tan grande como es Londres, llevaría muchos años para conocerla muy de fondo, por eso mismo he tenido que conformarme con conocerla a grandes rasgos. No estoy arrepentido en absoluto de haber vivido y trabajado en esta ciudad, aun cuando el contexto temporal de mi partida no fue el idóneo debido a mi exceso de obligaciones. Sin embargo, sí estoy arrepentido de no haber disfrutado más de la ciudad en algunos aspectos, como, por ejemplo, subir al London Eye, bajar en catamarán por el Támesis, viajar en limusina, ver un partido de fútbol en alguno de sus numerosos estadios, entre otras cosas. De todos modos, espero y deseo, si Dios quiere, en un futuro no muy lejano, volver a viajar hasta esta ciudad para cumplir una de mis mayores expectativas que me había marcado antes de mi partida a Londres, que era vivir al menos un año en esta capital. Un año de estancia en Londres que me serviría para perfeccionar su idioma, con el fin de obtener los títulos oficiales de inglés de la prestigiosa Universidad de Cambridge (First Certificate, Advanced y Profiency), mejorando de este modo sustancialmente mi currículum académico. Así que solamente tengo que ponerme manos a la obra para hacer realidad eses importantes objetivos.
Ya para finalizar este libro, fruto de 3 años y medio de arduo trabajo mental e intelectual dedicado a escribir esta inédita obra, además de realizar de manera paralela un «Master de Investigación en Sindonología» por mi cuenta durante 2 años y centrarme en finalizar mis estudios universitarios, quisiera a modo de conclusión reseñar cuatro cosas más. La primera de ellas es que todo lo está escrito en esta obra con relación a mi situación en la capital de las islas británicas y después sobre Londres como ciudad, representa una ínfima parte de lo que realmente viví. Segundo, este libro se ajusta prácticamente por completo a la realidad, ya que he evitado disfrazar e idealizar dicha realidad lo buenamente posible, aunque a veces al escribir sobre Londres como ciudad he podido excederme en mis adjetivaciones. Sin embargo, mal que pueda extrañar a más de uno, esta ciudad lo tiene casi todo, sobre todo un altísimo nivel de vida, por lo que muchos de mis adjetivos calificativos que describen esta ciudad son perfectamente justificables. Tercero, mi situación en Londres ha sido sinceramente agridulce. Agria porque me resultó por momentos bastante dura y difícil mi estancia allí por mis problemas de adaptación a mi primera residencia, a los dos últimos trabajos, el haber extrañado a mis familiares y seres queridos, y por el exceso de responsabilidades que tenía. Dulce porque he adquirido mucha madurez y conocimiento al ver todo lo que hay en Londres, porque he vivido en un país con una cultura con la que siempre me he identificado, y por último, porque he hecho muchos amigos. Al fin y al cabo, las relaciones humanas son lo que de verdad importa. Para finalizar, debo recalcar que me siento bastante orgulloso y satisfecho de haber vivido en esta gran ciudad, además de poder presumir por haber trabajado, aunque sólo fuese por un mes en verano, en el que es probablemente el distrito más rico y prestigioso del mundo: Chelsea. 


AGRADECIMIENTOS
Quiero agradecer a las siguientes personas físicas y jurídicas por facilitarme la labor a la hora de escribir esta obra, de la que yo soy autor en toda su extensión, haciendo posible que este trabajo literario pudiese ver por fin la luz:
 
·                    José Pérez
·                    Miguel Barbosa
·                    Jorge Barbosa
·                    José Manuel Pacho
·                    José Antonio Fraga
·                    Sandra Vázquez
·                    Biblioteca Pública Nodal de Ourense
·                 Facultad de Derecho, Turismo y Ciencias Empresariales del Campus  Universitario de Ourense
·                    Facultad de Ciencias de la Educación y de Historia del Campus U. de Ourense
·                    Casa da Cultura de Allariz (Ourense)
·                     Puga Papelerías
 
 
                                   BIBLIOGRAFÍA

                                           1º PARTE
MI SITUACIÓN PERSONAL Y PROFESIONAL EN LA CIUDAD:
 
Cap. 2º: Mi segunda etapa en la ciudad del Cockney
 
·                    Información referida a Su Santidad Juan Pablo II1
 
Cap. 4º: La marcha nocturna londinense
 
·                    Información referida a la descripción de pubs1
Fuente: “Guías de Viaje Salvat”Londres- Salvat Editores. Barcelona 1984
 
·                    Información referida a pubs, restaurantes y discotecas2
 
Cap. 5º: Mi adaptación a la ciudad, su cultura y costumbres
 
·                    Información sobre el New Scotland Yard1
 
·                    Información sobre el National Health Service2
Fuente: http://en.wikipedia.org/wiki/National_Health_Service
 
·                    Información sobre tipos de tickets de metro3
         Fuente:http://www.infoidiomas.com/paises/uk/ciudades/citylondres.asp
 
·                    Mapa del metro de Londres4
Fuente: Guía “London Planner”. British Tourist Authority. MFA Publications. London (U.K.)
 
2ª PARTE
MIS VISITAS TURÍSTICAS Y CULTURALES A LOS GLAMOUROSOS LUGARES EMBLEMÁTICOS:
 
Cap. 6º: El Londres monumental de los fascinantes lugares emblemáticos
 
·                    Información referida al Palacio de Westminster1, Abadía de Westminster2, Trafalgar Square5, Piccadilly Circus7, Royal Albert Hall10 Fuente: “Guías de Viaje Salvat”Londres- Salvat Editores S.A. Barcelona 1984
 
·                    Información sobre la Catedral de Westminster3, la City6, de la Catedral de San Pablo4 y The Tower8. Fuente1ª: “Guías de Viaje Salvat” -Londres- Salvat Editores S.A. Barcelona 1984. Fuente2ª: “Londres” Acento Editorial. Madrid 1993-1994
 
·                    Información referida al Tower Bridge9
    Fuente: http://www.towerbridge.org.uk/TowerBridge/Spanish/BridgeHistory/
 
·                    Información referida al Castillo de Windsor11
 
Cap. 7º :El Londres imperial de los majestuosos palacios y parques
 
·                    Información referida al Palacio de Saint James1, al Palacio de Kensington2 y al Palacio de Buckingham3. Fuente1ª: “Guías de Viaje Salvat”Londres- Salvat Editores S.A. Barcelona 1984 Fuente2ª: “Londres”. Acento Editorial. Madrid 1993-1994
 
·                    Información referida al Hyde Park4, al Kensington Gardens5, al Regent´s Park6, al Saint James Park7 y Richmond Park8 Fuente1ª: “Guías de Viaje Salvat”Londres- Salvat Editores S.A. Barcelona 1984 Fuente2ª: Guía “Londres” Editorial Acento. Madrid 1993-1994
 
Cap. 8º: El Londres artístico de los descomunales museos y teatros
 
·                    Información referida al National Gallery1
 
·                    Información referida al Wallace Collection2
Fuente:http.//www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com /genios/museos/350.htm
 
·                    Información referida al Royal Observatory3
 
·                    Información referida al National Maritime Museum4
 
·                    Información referida al Science Museum5 y The Natural History Museum6
     Fuente1ª: “La Guía del Trotamundos”Londres- (Serie Oro). Editorial Gaesa. Madrid 1997.
 
·                    Información referida al British Museum7
Fuente2ª: “La Guía del trotamundos” -Londres- (Serie Oro). Editorial Gaesa. Madrid 1997.
 
·                    Información referida al Santo Sudario de Turín8
http://www.cilt.com.ar/home1.htm
http://www.degelo.com/colaboraciones/col8.htm
Fuente2ª: DVD Discovery Channel “El misterio de la Sábana Santa”Un enigma al descubierto-
(Título original “In Pursuit of the Shroud” EE.UU. 1998)
Fuente3ª: Colecciones de DVD “La Otra Realidad” de Fernando Jiménez del Oso.
Capítulo dedicado a la “Sábana Santa” Madrid 2003.
Fuente4ª: BENÍTEZ, J.J.: “El Enviado” Editorial Planeta DeAgostini. Madrid 2000.
Fuente5ª: LORING, Jorge: “La autenticidad de la Sábana Santa” (Libro + 28 diapositivas) Ediciones Crespo. Madrid 1981.
Fuente6ª: PORTER, Carmen: “La Sábana Santa” -¿Fotografía de Jesucristo?- Editorial Edaf. Madrid 2005.
Fuente7ª: Coleccionables “Cuarto Milenio” –El más allá nunca ha estado tan cerca- (Libro + DVD) de Iker Jiménez. Capítulo dedicado al Santo Sudario de Turín. Madrid 2007.
Fuente8ª: DVD de 160 minutos de “La Sábana Santa” (El fenómeno, la película, el lienzo, las ostensiones y el arte). San Pablo Multimedia. Madrid 2006.
 
·                    Cita del prestigioso científico estadounidense Ken Wilber9
Fuente: AA.VV.: “¿Vida después de la muerte?” Editorial Kairós S.A. Barcelona 1992.
(Título original “What Survives?” EE.UU. 1990)
 
·                    Información referida a los teatros10
Fuente: “La Guía del Trotamundos”Londres- (Serie Oro). Editorial Gaesa. Madrid 1997.
 
·                    Fotografía de la Santa Síndone en negativo óptico11
            Fuente: http://www.aciprensa.com/sudario/imagenes.htm
 
·                    Fotografía de la Santa Síndone en positivo óptico12
 
·                    Fotografía de Su Santidad Juan Pablo II venerando la Santa Síndone13
Fuente:http://www.sabanasanta.org
 
·                    Fotografía del autorretrato de Cristo14
 
·                    Fotografía del Sagrado Rostro en tridimensional15
 
·                    Fotografía de una réplica de las monedas romanas datadas en siglo I de nuestra era encontradas
en los párpados del «hombre» el lienzo16
             Fuente: http://www.degelo.com/colaboraciones/col8.htm
 
·                    Fotografía de una representación artística en pintura recreando cómo cubrió el lienzo de Turín al cuerpo
sin vida de Nuestro Salvador17
 
·                    Fotografía del bombero Mario Trematore desalojando el Santo Sudario ubicado en un cofre blindado18:
Fuente: http://www.templotibidabo.org/Sindone/Sindone7.htm
 
·                    Fotografía de los mejores científicos del mundo poniendo a prueba el Santo Sudario19:
Fuente: http://www.sabanasanta.org
 
·                    Fotografía del Dr. Harry Gove haciéndose eco de la contaminación biológica que adulteró el resultado de
la prueba del carbono-14 en el Santo Sudario20:
Fuente: http://www.sabanasanta.org
 
·                    Fotografía publicitaria de los musicales Chicago y The Full Monty21
Fuente: Guía “London Planner” British Tourist Authority. MFA Publications. London (U.K.) 2003.
 
Cap.9º: El Londres cosmopolita de sus concurridos distritos y mercadillos
 
·                    Información referida a Mayfair1, el Soho2 y Chelsea3
      Fuente1ª: “Guías de Viaje Salvat” -Londres- Salvat Editores S.A. Barcelona 1984.
Fuente2ª: “Londres” Acento Editorial. Madrid 1993-1994
 
·                    Fotografía de la Cúpula del Milenio4
Fuente: http://wwp.millennium-dome.co.uk (Foto Mike Goldwater. NMEC Publications)
 
·                    Fotografía de la multinacional Virgin5 en Times Square de Nueva York
Fuente:
http://www.virginmegamagazine.com/default.asp?vms=20
 
 
Portada y contraportada
 
·                    Fotografía de la bandera de Inglaterra
         Fuente: http://es.encarta.msn.com/media_121621777/Bandera_de_Inglaterra.html
 
·                    Fotografía del escudo de Inglaterra
        Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen:England_coa.gif
 
·                    Fotografía del escudo de Londres
       Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen:London_City_coa.png
 
·                    Fotografía de la bandera del Reino Unido
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


 
   
 
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